Dentro de 24 días, las reglas que rigen la exportación de alimentos de origen animal gira hacia un nuevo escenario que mantiene a la expectativa a más de un millar de industrias agroalimentarias en Asturias. La entrada en vigor, el 1 de marzo, de una normativa que prevé simplificar el procedimiento administrativo de venta fuera de la Unión Europea, y con él la adaptación a los requisitos de seguridad y calidad que impone cada país receptor, se ve desde el sector como una oportunidad de mejora de la presencia de los productos asturianos en el extranjero. Ayer, el repaso a las nuevas condiciones de la exportación abrió en Noreña las VII Jornadas de la Industria Alimentaria, organizadas por la Asociación de Industrias Cárnicas de Asturias (Asincar) en colaboración con Asturex, y a la pregunta de si el cambio normativo es un problema para los que están o pretenden estar en el exterior responde rápido Sergio Serrano, técnico de Asincar. "Es la solución a un problema que existía antes".

La nueva regulación pedirá una certificación oficial, emitida por un organismo independiente de control, que rubrique el cumplimiento de las obligaciones de seguridad alimentaria y sanidad animal que imponen las naciones compradoras. No cambian éstas, precisa Serrano, sino el protocolo que adopta el Ministerio para autorizar a las empresas a exportar. Fundamentalmente, añade, "se trata de que con una sola auditoría puedas demostrar que cumples los requisitos de todos los países a los que vendes, mientras que ahora puede ocurrir que se tenga que probar ese cumplimiento a través de certificaciones individuales" para cada destino.

David Verano, gerente de la división agroalimentaria de Aenor -la Asociación Española de Normalización y Certificación- expuso a los empresarios que el Real Decreto que ordena las nuevas condiciones será de aplicación tanto para las cien empresas asturianas que ya sacan alimentos de origen animal de la UE como para todas las que quieran imitarlas. Necesitarán todas acreditar por ejemplo que controlan toda la cadena de elaboración de sus productos. "En una empresa cárnica", ejemplifica, "se pide una garantía de observancia de los requerimientos del país de destino respecto a las granjas, los mataderos, las salas de despiece, las industrias..." Adicionalmente, enlaza, se trata de unificar "los requerimientos que se han de cumplir tanto en el ámbito de la seguridad alimentaria, sabiendo que hay países de fuera de la UE que tienen los límites de contaminantes por debajo de los que marcamos en Europa", como en el terreno de la "sanidad animal, para que las granjas estén libres de ciertas enfermedades" que tal vez no serían un problema en la UE, pero que sí pueden llegar a vetar la entrada de alimentos en algún mercado extracomunitario.

Como "cada país tiene sus requisitos", resume Verano, "lo que se intenta es que los sistemas se simplifiquen al máximo para dar las mayores facilidades posibles" a los productores. Aenor no prevé dificultades de adaptación en el sector muy atomizado de la agroalimentación asturiana, toda vez que "los sistemas de certificación no están pensados para multinacionales, sino para todo tipo de empresas". "Este sector tiene bastante recorrido", remata, "y el Real Decreto va a ayudar en la medida en que la consecución de esta certificación puede dar acceso a mercados muy interesantes y a mejorar las perspectivas de futuro de la industria alimentaria asturiana".