Isidro Gabino San Martín Hernández, el policía leonés que fue asesinado en el ataque talibán a la Embajada española en Kabul el pasado 11 de diciembre, ha sido nombrado inspector en el último Consejo de Ministros. El agente estuvo destinado 21 años en la Unidad de Intervención Policial de Oviedo, entre 1993, año de su constitución, y septiembre de 2014. El mismo Consejo de Ministros de este viernes ascendió a oficial al otro agente fallecido en el brutal atentado, el subinspector Jorge García Tudela. Los dos agentes ya recibieron la Cruz de Oro al Mérito Policial durante los funerales de Estado celebrados en Madrid tras su repatriación de Afganistán.

San Martín, instructor en defensa personal y tiro policial, dejó una gran huella en Asturias, donde se le consideraba "un policía vocacional", excepcionalmente preparado, el primero en dar la cara por los compañeros. De hecho, fue delegado sindical de la Confederación Española de Policía (CEP) en la región. San Martín, como miembro de la Unidad de Intervención, había participado en numerosos servicios, desde la seguridad del Rey en Mallorca hasta la vigilancia del orden público durante los conflictos mineros.

El agente tenía 48 años, estaba casado y tenía tres hijos, dos de un matrimonio anterior. Natural de La Bañeza, residía en la localidad leonesa de La Virgen del Camino desde el año 2006. En Kabul llevaba destinado tres meses, aunque ya había estado en Afganistán tiempo atrás.

El ataque

Estaba a punto de completar su ciclo en la capital afgana cuando se produjo el ataque de los talibanes. San Martín murió al salir del búnker de seguridad en el que se encontraba la mayor parte de los agente de la seguridad de la Embajada. Iba a buscar a su superior, el subinspector García Tudela, fallecido nada más iniciarse el ataque.

El Gobierno defendió tras el ataque que éste no se había dirigido directamente contra la Embajada española, sino contra unas instalaciones de información contiguas. Después del ataque se produjeron numerosas críticas a la seguridad del recinto. De hecho, algún sindicato policial ya había indicado que las instalaciones estaban demasiado expuestas. Se trata de una de las pocas embajadas que no se encuentran en la llamada zona verde o segura de la capital afgana.