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Los pasajeros proponen revisar las frecuencias y eliminar las que tienen poco uso

Los pasajeros proponen revisar las frecuencias y eliminar las que tienen poco uso IRMA COLLÍN

No obstante, lo que más cabrea a los clientes de la antigua Feve es el tiempo perdido en los transbordos y las supresiones de líneas sin previo aviso. "La semana pasada por el temporal quitaron trenes y ahí llegamos los pasajeros a las estaciones sin saberlo. Encima, llamas a atención al cliente y nunca saben nada", protesta Alejandro García. Lo peor es que estas situaciones se dan con demasiada frecuencia, al igual que los retrasos, dicen. "Sale puntual el primer tren de la mañana, el resto llega tarde siempre", dicen. Como solución los viajeros proponen revisar las frecuencias y eliminar las que tengan menos público: "Hay horas en las que no va nadie y eso es perder el dinero". Fredesvita Acevedo pone como ejemplo las rutas de fin de semana. "Me parece una burrada que un domingo haya trenes cada media hora a Gijón para cuatro personas", señala.

La misma indignación muestran los pasajeros para hablar de las paradas. Piden una vez más no detener el tren en las estaciones o apeaderos en las que ni sube ni baja gente. Pero para ello, insisten, "hacen falta revisores". "Cuando los necesitas, nunca están. Y debería haber siempre uno controlando el tren. En verano utilizan muchos turistas esta ruta y no saben cuál es su parada. Tenemos que estar haciendo los viajeros el trabajo del revisor", asegura Alejandro García. Y es que los anuncios visuales o por voz no funcionan correctamente. Ayer mismo, mientras que por megafonía se anunciaba que la próxima parada era Trasona, el convoy estaba en Llaranes. La cuenta para que un desconocido se pierda.

Los clientes también creen que los revisores son fundamentales para ayudar a las personas mayores a bajar del tren. "Todavía el otro día tuve que poner el pie en la puerta para evitar que se cerrase y que una mujer pudiese bajar. Supuestamente hay cámaras, pero la mayoría de las veces si no echamos una mano los demás muchos se quedan en el tren", explica García. Ayer fue Fredesvita Acevedo la que tuvo que tirar de la silla de ruedas a su marido, José López, y superar el gran escalón que separa el vagón de la estación de Pravia. Mientras tanto, el revisor, en la cabina.

Como puntos positivos, los viajeros destacan las medidas de contención de muros y de ramas de los árboles que se han tomado en algunas líneas y la comodidad. A pesar de sus deficiencias, optan por el ferrocarril antes que por el bus por la tranquilidad. "A mí me encanta viajar en tren y contemplar el paisaje. Esto si lo tuviesen en Uruguay sería lo máximo", expresa la uruguaya y residente desde hace dos años en Avilés, María García. La comodidad es la que lleva también a Carlos Martínez a preferir el tren al coche. "Mis compañeros de trabajo en Arcelor siempre se están peleando para encontrar aparcamiento, yo me ahorro esos problemas", sentencia. Aunque no se libra de los de su tren, casi siempre en forma de retrasos.

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