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El lenguaje corporal de Rajoy y la entonación de Iglesias, gestos que evita el buen orador

Docentes del Aula Universitaria de Debate ven en el Rey Felipe VI y el actor José Luis Gómez ejemplos en el arte de hablar

En primera fila, Roger Campione y Patricia García Majado. Detrás, Luis Castejón y Etelevino Vázquez. LUISMA MURIAS

Medio centenar de estudiantes demostrarán mañana su destreza argumentativa en el edificio histórico de la Universidad. Se les pide hablar sobre la solución a la crisis de los refugiados en Europa. La buena defensa de sus argumentos les llevará directos a la fase final de la VIII Liga de Debate Interuniversitario del G-9. Los profesores del Aula de Debate en la Universidad de Oviedo Luis Castejón, Etelvino Vázquez, Roger Campione y Patricia García Majado explican en las horas previas a esta cita las cualidades que deben acompañar al buen orador. De él dicen que debe realzar sus sentimientos; para lograrlo debe relatar alguna experiencia en primera persona, pues el auditorio siempre quiere saber lo que uno siente. Pero sin fingir sentimientos. "El puente se establece más de corazón a corazón que de cerebro a cerebro", defienden los expertos. No obstante, existen una serie de principios sobre los que conviene profundizar.

Luis Castejón, profesor de práctica de técnica vocal y comunicación no verbal, advierte sobre la importancia no solo de lo que se dice sino también de cómo se dice. La postura de las manos, la expresión facial y la mirada son, a su juicio, aspectos muy cuidados en las personas con resultados óptimos en la defensa de ideas. "Además de argumentar y debatir, hay que mirar al público. La mirada se traduce en intención, es la base de la comunicación", arguye. Conductas defensivas como frotarse con los zapatos el pantalón, mantener las manos en los bolsillos o mantener una postura atenazada lleva a un fracaso en la exposición de los argumentos. Con los chavales del Aula de Debate, una actividad de Extensión Universitaria con gran éxito en las últimas ediciones, se han encontrado una "motivación muy alta" y una evolución positiva de su capacidad argumentativa. Son alumnos de Derecho pero también de Ingeniería, Medicina o de disciplinas de Humanidades. "Son sesiones muy vivas en las que ellos mismos se autocorrigen", continúa Luis Castejón, quien traslada a la esfera pública algunos ejemplos de ese buen o mal hacer en el arte de la oratoria. "En el Rey Felipe es donde más se aprecia una práctica tutelada. Desde pequeño ha recibido un entrenamiento", indica el docente. Del otro lado, el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, tiende a ocultar las palmas de las manos, en un gesto que podría considerarse defensivo. "De hecho, lo suprimió", continúa Castejón.

Representación

El director del grupo de teatro de la Universidad y también profesor del Aula de Debate, Etelvino Vázquez, alude desde la experiencia de actor a otra herramienta fundamental para el "discurso redondo": la respiración, "sin ella no hay voz". Y hace falta entrenarla a lo largo de toda la vida porque "cambia con el peso, con la edad..." y algunas anomalías como la afonía se convierten en permanentes. En esos casos anima a buscar ayuda profesional en los foniatras, sugerencia que extiende al presidente Rajoy para eliminar su "seseo" al hablar o a la exministra de Fomento, Magdalena Álvarez, que debería mejorar su dicción para hablar en un perfecto castellano en sus exposiciones públicas. Según Vázquez, todo el que habla en público en cierta medida representa y, también en cierta medida, representa un personaje. Sus clases giran en torno al uso de la voz y su modulación, que es lo mismo que decir el uso de la voz en situación de orador. En otros ejemplos políticos como el líder de Podemos, Pablo Iglesias, aprecia un nuevo defecto: "Es monótono en el discurso". Por ello, cuando se habla en público insta a hacerlo "de forma clara y convincente", como el actor José Luis Gómez. Ese parece que fue el consejo que siguió Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, ganador de la Liga Nacional de Debate Universitario en Salamanca cuando solo era un joven universitario de 21 años.

Al ejemplo de Rivera también acude Roger Campione, formador en aspectos prácticos de la Liga de Debate de la Universidad de Oviedo, cuando se le pregunta por las claves del buen orador. "Hay que mostrar coherencia y congruencia en el discurso", plantea el profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Oviedo. También debe cuidarse la comunicación no verbal, "la parte del escenario", según Campione. Sin olvidar el objetivo fundamental de este tipo de iniciativas: "Que los alumnos disfruten de la confrontación dialéctica". Y sobre el escenario, ¿qué precauciones conviene adoptar? "No superar los tiempos marcados para cada equipo, evitar estar a la defensiva, no empezar refutando", expone la profesora Patricia García Majado. La parte más difícil, a su juicio, es el cierre del discurso. "Hay que ser rotundo, sin aportar más datos ni opiniones. Ayuda una cita célebre o algo que dé redondez al discurso".

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