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JUAN LUIS RODRÍGUEZ-VIGIL | Expresidente del Principado

"Es una sinvergonzonería que no se quiera pagar el geriátrico"

"Siempre existió el contrato de hospedaje; pudo haber errores, pero el que disponía de recursos siempre tuvo que pagar"

Juan Luis Rodríguez Vigil en su despacho particular. MIKI LÓPEZ

Juan Luis Rodríguez-Vigil (Valdepeñas, Ciudad Real, 1945) fue presidente del Principado de Asturias entre 1991 y 1993, y en la actualidad es vocal en el Consejo Consultivo del Principado de Asturias. Es el "padre" del sistema y la red de residencias geriátricas en Asturias, de lo que presume con orgullo. Estos días sigue con preocupación la polémica sobre la liquidación de las deudas de las personas fallecidas en residencias públicas, y rompe una lanza a favor de la consejera de Servicios y Derechos Sociales, Pilar Varela.

-¿Cómo calificaría lo que está ocurriendo?

-Es una sinvergonzonería. Estamos en el año de Cervantes, y éste es el país de Rinconete y Cortadillo. El estado de bienestar se confunde con el del cachondeo. No puede ser que se coja a un abuelo, se le ingrese en una residencia pública y se pretenda que la Administración lo cuide y lo atienda hasta el fin de sus días sin que a la familia le cueste un duro y encima herede el piso tan ricamente. Eso es una barbaridad.

-Pero pagan su estancia con la pensión.

-No hay ninguna ley que establezca la obligación del Estado de atender gratis en una residencia a nadie. Si esa persona estuviera en condiciones físicas aceptables, viviría en su casa con su pensión. El Estado sí está obligado a garantizar una pensión a los que han cotizado y una no contributiva a los que no han cotizado. La obligación del Estado y del Principado se ciñe a las personas que no tienen recursos. Pero la gente que los tiene debe pagar los servicios que recibe. Y el Código Civil dice claramente que la persona responde de sus deudas con su patrimonio.

-Usted puso en marcha el modelo de residencia pública.

-Que siempre se rigió por un contrato de hospedaje, en el que se establece que las personas que tienen una pensión, entregan una parte de ella, generalmente el 75%, con el matiz de que si tenían patrimonio ese contrato adquiría forma de hipoteca inversa o con el compromiso de pagar al final de su vida con el patrimonio. Que la gente diga ahora que no sabía que tenía que pagar al fallecer el usuario, cuando menos es de risa. Siempre fue así.

-El problema fueron los años que no se liquidaron cuentas y ahora se piden unas cuantías enormes que suponen un drama para muchos.

-Que se produjera un error material es discutible, por la vía de la negociación o en los juzgados, pero el concepto no tiene la menor duda. El problema es la demagogia y el populismo. Yo puse en marcha el sistema de las residencias y el contrato de hospedaje en el 90 y cuando llegó el PP empezó la demagogia, y a no cobrar. Y ¿sabe qué pasa?, que aquello que no se cobra y supone un gasto, hay que retraerlo de financiar otras cosas, y así se llega a menos para la educación, menos para la sanidad...

-Se va a intentar en la Junta que se paralicen estas liquidaciones.

-Es el populismo fascistoide o peronistoide, que es lo mismo. El dinero de la Administración no cae del cielo, sino que sale de los impuestos de los ciudadanos. Yo no digo que no hayan existido errores de gestión, pero ¿cómo se va a mantener la atención a los ancianos si los que tienen recursos no pagan? Me parece bien que se pidan responsabilidades al que lo haya hecho mal. Pero que se intente no pagar es una sinvergonzonería.

-La consejera de Servicios y Derechos Sociales, Pilar Varela...

-Se tiene que preocupar por la recaudación, ¿cómo no? Si no tiene dinero para gestionar, ¿qué gestiona? Y el servicio de residencia es caro, muy caro, si se quiere que sea de calidad, claro. Pilar es una persona de enorme sensibilidad social y se ha encontrado con un queso podrido y trata de arreglarlo conforme a la ley y la justicia. Pero es que si no se preocupara de cobrar esas liquidaciones, incurriría en responsabilidad contable e incluso probablemente en prevaricación. El estado del bienestar sólo se sustenta en el rigor de la gestión. Lo que tenemos aquí sólo existe en muy pocos países, y como no lo cuidemos lo podemos perder.

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