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ÁLVARO TATO | Dramaturgo y poeta, da un recital hoy en el Paraninfo de la Universidad

"Mira a los clásicos y no te equivocarás nunca porque ellos poseen la verdad"

"Hay un deliberado interés en que la cultura se vea como algo hostil, los escolares llegan a las salas de teatro como si visitaran al enemigo"

Álvaro Tato, ayer, en Oviedo. NACHO OREJAS

-Un joven teatrero contemporáneo versionando con éxito a los autores del Siglo de Oro. ¿Cuál es el secreto?

-A los clásicos hay que tratarlos con respeto, pero sin reverencias ni pajarita. Y el trato con respeto no tiene nada que ver con dejarlos tal cual para que la gente no los entienda. Hay que dejar que el presente se cuele en las grandes obras.

-A los adolescentes de 15 años se les habla de Calderón de la Barca y salen corriendo.

-Nuestra experiencia es que la gente entiende mucho más de lo que cree el verso clásico, el lenguaje culto, que no es ni pedante ni casposo. Pusimos en escena "El alcalde de Zalamea" y la reacción de los jóvenes fue excelente.

Álvaro Tato es poeta, dramaturgo y fundador de la compañía de teatro "Ron Lalá", con la que ganó en 2013 el premio "Max" de teatro. Impartió en Oviedo un taller en el que compagina poesía, teatro y música y hoy dará, a las siete de la tarde, un recital en el Paraninfo de la Universidad. Acaba de estrenar "Cervantina", una coproducción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico.

-¿Malos tiempos para la palabra?

-La palabra es como un bebé; no está en peligro, pero es un ser delicado. Yo soy de los que opinan que el idioma no para de moverse y que goza de una salud salvaje. No hace falta más que viajar a América para comprobar con qué fuerza late el castellano allí.

-¿Lo digital contamina?

-En estos tiempos en que todo transcurre tan deprisa, reflexionamos poco. Pero me sorprende que siempre que hablamos de intensidad de información usamos palabras apocalípticas: avalancha, tsunami, torrente... Los mensajes se multiplican, pero no es ninguna catástrofe. Nada de miedos.

-Los clásicos desaparecieron mayormente de la escuela.

-Se nos hurtan en un contexto de consideración de la cultura como algo hostil. Hay un deliberado interés, toda una estrategia, para que esa cultura se vea como algo ajeno. Los chavales llegan a la sala como si fueran a ver al enemigo y se van encantados porque no hay nada más revolucionario y actual que el teatro. La clave es tomar la herencia y transformarla.

-¿Qué es "Cervantina"?

-Recoge lo más fascinante de Miguel de Cervantes, un autor que supo llegar hasta el final de la condición humana a través del humor. Son fragmentos de sus obras, un espectáculo muy juglaresco. Si hace treinta años le decimos a la gente que la Compañía Nacional de Teatro Clásico iba a producir algo así con una compañía como "Ron Lalá", nadie se lo hubiera creído. Hemos estado en Nueva Delhi, Washington, Alemania, Serbia y Bulgaria. En todos los lugares la gente se ríe de lo mismo. Las mismas preguntas que nos hacen los públicos de Madrid nos las hicieron los espectadores en la India.

-Los problemas de los personajes clásicos son los nuestros. En eso no cambiamos.

-Es verdad. A los jóvenes les digo que en "Crepúsculo" hay mucho de "Romeo y Julieta". Los grandes clásicos son presente continuo y a la vez un desafío. Cuando miras a los clásicos a los ojos no te equivocas nunca porque ellos son portadores de las verdades del corazón.

-Dicen que el público vuelve al teatro.

-La gente acude, hay salas que se llenan. Yo creo que los españoles llevamos el teatro dentro. Lo único que hace falta es que la Administración responda más. Lo del alto IVA cultural no es más que una guinda en el pastel.

-¿Qué le pareció lo de los titiriteros de Madrid?

-Que hayan acabado en la cárcel es reflejo de la crispación política y de la estupidez que a veces hay en este país. Me pareció todo un esperpento, un despropósito, casi de comedia negra.

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