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Música contra viento y arena

La Orquesta de Cámara de Siero ofrece, entre dificultades pero con alegría, tres conciertos en los campamentos de refugiados saharauis en el desierto argelino

Niños saharauis. ana cachafeiro

Los músicos de la Orquesta de Cámara de Siero (OCAS) han tocado en Honduras o Bolivia, pero su estancia la semana pasada en los campamentos de refugiados saharauis en Argelia ha sido "especialmente impactante", en palabras del director de la formación sierense, Manuel Paz, que, ya en casa y descansado tras un largo y duro viaje, asegura que en lo personal, para él y el resto de la expedición, "ha sido muy positivo ver lo que está pasando". "Es una de las situaciones más complicadas que hemos visto, con los refugiados en una vida de provisionalidad durante 40 años", recalca el director.

En lo personal destaca también la generosidad de los saharauis, "que te dan lo que no tienen para ellos". Reconoce que todos han quedado "muy marcados" y aventura que algún niño saharaui pasará el verano en casa de alguno de los músicos de la orquesta.

El viaje tuvo tantos problemas como soluciones. Hasta daba la risa. Lo primero fue que el contrabajo llegó roto. Cualquiera hubiera montado en cólera. Manuel Paz y los suyos lograron encontrar una carpintería en el desierto y arreglar el instrumento. "Cuando llegamos debieron pensar que les íbamos a pedir que lo arreglaran, pero lo hicimos nosotros y nos hicieron varias sugerencias que nos vinieron muy bien", explican.

Los instrumentos corrían peligro no sólo por los golpes en la bodega de los aviones, sino también por el clima. Una humedad del 17 por ciento, cuando en España siempre está por encima del 50%, es muy dañina para la madera, que se seca y raja. Los músicos viajaron con humidificadores que se secaban todos los días y había que volver a humedecer para mantener las condiciones adecuadas para los instrumentos. Contra lo que es imposible luchar es contra la tremenda tormenta de arena que asoló los campamentos durante dos días durante la estancia de la delegación asturiana. Limpieza y cuidado con los instrumentos, siempre dentro de sus estuches.

Los chavales de la OCAS lograron ofrecer tres conciertos, dos en Bojador y uno en Dajla, y si para los instrumentos la cosa era complicada, para ellos más. Alojados en jaimas sin saber dónde iban a dormir la noche siguiente, sin poder ducharse en una semana, alguno sin ropa al haberse perdido su maleta, sin horarios, con un destartalado autobús cedido por la Región de Murcia que los dejó tirados dos veces y que los obligó a recorrer 120 kilómetros por el desierto (entre Dajla y Bojador) en un bus urbano jubilado de Bilbao, con temperaturas superiores a 30 grados durante el día y de diez grados por la noche, lo que obligaba a dormir vestido y con unos baños que mejor no dar detalles, así vivieron durante una semana en la que no se escuchó ni una sola queja y sí muchas risas y chistes. Ensayaban donde y como podían. De hecho el primer ensayo programado se convirtió en el primer concierto, con los niños saharauis dirigiendo la orquesta y el público cantando y bailando. Era la primera vez que una orquesta llegaba a los campamentos y los refugiados no distinguen entre ensayo y concierto, para ellos la música es fiesta y no se la pierden.

La OCAS es una orquesta abierta, así que durante los actos oficiales del 40.º aniversario de la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) interpretó varias piezas acompañada de músicos saharauis de los que Manuel Paz destacó su calidad. No era sencillo acoplar la música tradicional saharaui a una orquesta, ya que en el mundo árabe no es habitual este tipo de formaciones: de hecho la OCAS es la primera sinfónica que toca en el Sahara, pero la buena disposición y la profesionalidad de todos los músicos, de aquí y de allí, lograron que todo funcionase.

"Ha sido el mejor de nuestros viajes", decían los músicos en el autobús de vuelta a Oviedo, y eso que el proyecto "Vínculos", que desarrollan desde hace años, los ha llevado por medio mundo. Decir eso antes de una ducha caliente es decir mucho. A la OCAS le ha pasado lo que a todos los que han viajado a los campamentos, el desierto y sus habitantes enganchan y ya no hay más solución que regresar al Sahara.

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