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CARLOS FRANCISCO | Avilesino, coordinador de Médicos Sin Fronteras para Siria

"El acuerdo sobre los refugiados con Turquía evidencia que Europa ha perdido el norte"

"Lo único que se ha hecho desde la UE es mandar los barcos de la OTAN para parar a los migrantes; me siento avergonzado"

Carlos Francisco, ayer, en la calle Carreño Miranda de Avilés. RICARDO SOLÍS

Carlos Francisco (Avilés, 1966), que pertenece a Médicos Sin Fronteras desde 2007, acaba de llegar del límite entre Siria y Turquía y el próximo día 23 tiene que poner rumbo a Sierra Leona. En julio regresa a Oriente Medio.

-Usted fue guardia de Medio Ambiente en Somiedo.

-Trabajé en varias cosas antes. Lo último que hice en España antes de empezar a colaborar con Médicos Sin Fronteras, sí, fue trabajar para el Principado de Asturias en la cordillera Cantábrica.

-¿Qué le decidió por Médicos Sin Fronteras?

-Fue un cambio en la vida. Me di cuenta de que mi etapa en la conservación del Medio Ambiente había terminado y quise empezar a ayudar a los que más lo necesitaban.

-Y lo ha hecho en Etiopía, en Sudán del Sur, en República Centroafricana...

-Lo que he visto en todos estos años trabajando en países en conflicto es que, aunque las razones de las guerras sean diversas, hay algo que no es diverso: el sufrimiento de las víctimas. No importa quién mate a quién porque al final la que sufre es la población civil, que es la que muere inocentemente, la que se desplaza dentro de su país o pide refugio. Lo que más me ha impactado es que sean las mujeres y sus hijos los que más sufran la violencia de las guerras, da igual de la que estemos hablando.

-¿Los hombres son los que luchan?

-O son los que escapan antes, no lo sé.

-¿Qué reclaman los refugiados a Médicos Sin Fronteras?

-Somos una organización médica y de emergencias, por ello estamos más centrados en la asistencia médica: que un enfermero les pueda hacer las curas, tener acceso a los medicamentos más básicos, que un médico vea a sus hijos que están enfermos...

-¿Qué es lo que más le emociona de su trabajo?

-Lo que más frustración me produce es conocer que muchos de estos refugiados sufren esta violencia de forma repetida. Lo he visto en Sudán del Sur, en la República Centroafricana. Las víctimas se desplazan porque atacan su ciudad, buscan refugio en otro sitio que luego de unos días vuelve a ser atacado. Y así tienen que volver a desplazarse. Este encadenamiento de huidas es una cosa que se ve en África siempre y lo estamos viendo ahora en Siria.

-Estos últimos meses ha trabajado por los sirios, pero fuera de Siria.

-Esto es una cosa que no deja de llamarnos la atención. Entramos estos días en el sexto año de conflicto de Siria. La mitad de la población de aquel país antes de la guerra se ha desplazado a causa de la violencia. Es un poco triste reconocer que cuando Europa conoce las consecuencias de esta guerra fue cuando esos refugiados llegan al corazón de la Unión. No podemos decir que esta guerra haya estado olvidada, porque sería mentir, pero no se le ha prestado toda la atención que se le debía. La comunidad internacional no ha hecho ningún esfuerzo, ni siquiera ahora, para parar la guerra. Ahora es cuando se empiezan a dar algunos pasos. Se ha promovido una tregua que ya va durando una semana, pero tengo la impresión de que todo esto se desarrolla a raíz de que Europa se ha visto involucrada directamente en el conflicto.

-Estamos hablando de agosto o septiembre pasados.

-Eso es. Hasta entonces habían pasado cuatro años y pico del inicio de la guerra y no hubo nada. Los refugiados llevaban tiempo en los países limítrofes. El año más duro en Siria ha sido 2015 y hay que tener en cuenta que el conflicto sirio es el más duro de la zona en los últimos años. La población siria, que tiene una capacidad de resistencia enorme, ha visto este año pasado que no hay ningún futuro en su país, por eso decidió llegar a Europa.

-Al Asad quiere mantener su poder, la oposición le combate y en el medio está el Estado Islámico. ¿Es mucho simplificar?

-Es muy difícil explicar esta guerra civil o conflicto regional e internacional en pocas palabras. Cuatro de los cinco países que se sientan de manera permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas están involucrados directamente en la guerra de Siria. Se trata de un conflicto por poder: la oposición quiere alcanzar el poder de Al Asad, éste no lo quiere perder y Daesh quiere imponer su ideología. Pero los países extranjeros quieren imponerse para alcanzar influencia en un país clave en el Oriente Medio como es Siria. Y, entre medias, tenemos cuatro millones de refugiados y algo más de 12 millones de desplazados internos. El conflicto sirio, que siempre se ha caracterizado por ser muy violento contra los civiles, en 2015 se ha superado. Se han incrementado todas las acciones contra las ciudades, aunque siempre se habían bombardeado. Este pasado año todo esto se ha incrementado una barbaridad, sobre todo en hospitales, mercados, escuelas... Médicos Sin Fronteras tiene cinco centros médicos en Siria, pero apoyamos cien más por todo el país. El 60 por ciento de las víctimas de los bombardeos son mujeres y niños.

-¿Qué piensa cuando escucha al presidente del Consejo de Europa decir a los sirios que no vengan?

-Me parece una vergüenza lo que va a hacer Europa con los refugiados. Se ha dicho que son migrantes económicos, que es totalmente falso. Europa se comprometió a recibir 160.000 emigrantes sirios, pero no se ha llegado a la cifra. España aceptó 16.000 y creo que han llegado 18. Me siento avergonzado al ver la falta absoluta de solidaridad que está mostrando Europa en este conflicto en particular, y en todos en general. Lo único que ha hecho la Unión es mandar los barcos de la OTAN para intentar parar a los refugiados.

-¿El acuerdo firmado el martes entre la Unión Europea con Turquía remite a otros tiempos?

-Demuestra un fallo gigantesco del sistema. Europa ha perdido el norte y se está equivocando de estrategia. Hace cinco años hablábamos del Estado del bienestar y ahora la única solución que vemos para mantener el "statu quo" es impedir que los sirios salven sus vidas.

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