LA NUEVA ESPAÑA estrenó ayer tarde las remozadas instalaciones del Club Prensa Asturiana, un nuevo y ampliado "espacio independiente de libertad" para la sociedad asturiana, en palabras de la directora del diario, Ángeles Rivero Velasco. Y el primero en ejercer esa libertad, ante un auditorio con mayor capacidad pero lleno a rebosar, fue Amador Menéndez, científico del Instituto Tecnológico de Materiales (ITMA). Fue libre hasta en las formas, pues, siempre de pie, este extraordinario divulgador sabe conferir a sus intervenciones el virtuosismo, el humor y la dosis de espectáculo del buen prestidigitador, acaso consciente de que la Ciencia es la magia del intelecto humano. Pero en todo lo que mostró -que fue mucho y a veces asombroso- no había truco: sólo átomos y la terca voluntad de los científicos de reordenarlos en pro de otros seres humanos y del planeta que habitan. Sus palabras abrieron la I Semana de la Ciencia, una serie de charlas que se prolongarán hasta el viernes en el Club. En su conferencia, Amador Menéndez citó a Niels Bohr, padre de la física cuántica: "Predecir es algo muy complejo, sobre todo el futuro", ironizó. Pero eso fue lo que logró. Mostrar el futuro.

Veintiocho años después de su primera apertura, el Club Prensa Asturiana reabrió tras una profunda renovación y como primera fase de un proceso de remodelación integral de la sede central del periódico, que continuará en los próximos meses. "Todo ello con el fin de equiparlo con los medios técnicos y tecnológicos que las nuevas formas de comunicación precisan", indicó la directora de LA NUEVA ESPAÑA en la introducción al acto. Ángeles Rivero también incidió en que el Club Prensa Asturiana, gracias a los lectores, se ha convertido en el principal centro cultural de Oviedo y de Asturias, con 25.000 asistentes y más de 400 actos a lo largo del año.

Norberto Corral, decano de la Facultad de Ciencias, fue el encargado de presentar a Amador Menéndez ante un auditorio en el que estaban sentados en las primeras filas los principales representantes de las instituciones asturianas. Desde los primeros minutos de su conferencia, el investigador del ITMA demostró que sigue la estela de uno de los grandes divulgadores científicos, Carl Sagan, a quien citó varias veces. De hecho, la charla, que estuvo trufada de numerosos vídeos, terminó con imágenes y música tomada de la conocida serie de televisión "Cosmos", que hizo a Sagan mundialmente famoso.

Como en aquella serie, Amador Menéndez también se embarcó en un viaje hacia las fronteras del conocimiento. Comenzó hablando de nanotecnología, la ciencia de lo pequeño y explicando cómo al cambiar el orden de los átomos cambian las propiedades de la materia que conforman, del mismo modo que "al cambiar la alineación de un equipo puede cambiar su racha. No es lo mismo jugar con Messi de delantero y con Piqué de defensa que al revés". Por si no se había entendido bien, aclaró que era del Barça.

En virtud de esos cambios de alineación en los átomos se pueden conseguir, añadió, materiales que actúen como filtros de agua que no dejen pasar las bacterias o los virus, o también otros que impidan el paso del cloruro sódico y, por tanto, puedan utilizarse para desalinizar el agua del mar. La nanotecnología, advirtió Menéndez, será una de las corrientes de investigación que cambiará el mundo. Y a no mucho tardar.

Si al reordenar los átomos, cambia la materia; la vida cambia al manipular el genoma humano. "Ya no sólo podemos leer el libro de la vida, también podemos reescribirlo, como el corta y pega de un libro". La biotecnología será, sin duda, otra de las palancas con las que el mundo se moverá. Amador Menéndez puso un ejemplo: los científicos aún no han conseguido sintetizar algo parecido a la tela de araña, una secreción de la que si consiguiéramos un hilo de un centímetro de grosor sería suficiente para frenar un Boeing.

El primer salto fueron los átomos, el segundo los genes y el conferenciante saltaba ahora a las neuronas. Hablaba del "órgano más complejo del universo, el cerebro humano". Explicó la importancia de la sincronización de las neuronas para desarrollar las distintas funciones del cuerpo humano y cómo éstas se pueden activar y desactivar con impulsos de luz, un campo en el que está investigando. "La neurona es como una cerradura y la luz es la llave que la hace actuar". No tiene dudas, esta disciplina, la "optogenética, también cambiará el mundo. Servirá para reparar el cerebro o para conectarlo a prótesis inteligentes. Acto seguido mostró un vídeo tomado con el móvil de su estancia en el MIT, el legendario Instituto Tecnológico de Massachusetts. Aparecen dos personas corriendo. "El gordo soy yo", bromea Menéndez. El otro es su amigo Hugh Herr, ingeniero del MIT, escalador, dos piernas amputadas por debajo de las rodillas y creador de unas espectaculares prótesis biónicas que le permiten, en la carrera del vídeo, dejar atrás a Amador. Luz que abre y cierra neuronas para mover con el cerebro prótesis o exoesqueletos que permiten andar a los paralíticos.

Balón energético

Amador Menéndez iba rebasando una frontera de la Ciencia tras otra. A continuación pasó a hablar de la búsqueda de nuevas formas de energía que suplanten al petróleo. El desarrollo de placas solares con más productividad que las actuales es una de ellas. Otra es el balón. El balón como el que mostró, ayudado por dos niños que salieron a darse unos pases y así cargar este prototipo que tiene en su interior imanes que generan energía. Pero acaso el momento más sorprendente fue cuando mostró uno de los innovadores productos de la empresa Witricity, para la transmisión de energía eléctrica sin cables, el gran sueño de Tesla.

Habló de un futuro sin cables. Y también sin conductores pues, a continuación, entró a explicar los avances Google en vehículos terrestres no tripulados. Cerró su muestra de maravillas con una reflexión sobre la conquista del espacio exterior, que será encomendada a enjambres de robots, cuya sincronización les permitirá, a modo de hormigas, explorar nuevos planetas.

Sincronización. Ésa es la clave, según Menéndez. Sincronización también entre disciplinas científicas. No sabemos cómo será el resto de este siglo XXI, salvo una cosa: "Será el siglo de lo interdisciplinar".