Miguel Ángel Alario y Franco (Madrid, el 15 de enero de 1942), catedrático honorífico de Química Inorgánica de la Universidad Complutense de Madrid, comenzó sus estudios posdoctorales en Inglaterra, donde tomó contacto con la química del estado sólido, que se convertiría en una de sus principales materias de trabajo. Alario y Franco fue profesor visitante de las universidades de Cambridge, Grenoble y Berkeley. Fundó y presidió el Grupo de Química de Estado Sólido (Geques) de la Real Sociedad Española de Química. Esta tarde cerrará a las ocho la Semana de la Ciencia organizada por el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA con la charla titulada "El sueño de Copérnico y otros soñadores: viajes a los confines del Sistema Solar". La charla se enmarca en el ciclo organizado por la Facultad de Química de la Universidad de Oviedo y la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de la que Alario fue presidente.

-Copérnico dio un giro a la ciencia y cinco siglos más tarde sigue de actualidad.

-Copérnico fue y es un personaje muy importante y siempre sirve de excusa a la hora de comunicar cuestiones de ciencia. La mención de sus hallazgos suscita el interés del público. Así pude comprobarlo hace unos días en una conferencia que impartí a 400 alumnos de un instituto de Alcorcón. Los jóvenes quieren saber cosas, sólo hay que abonarles el terreno.

-¿Qué habría soñado hoy el astrónomo polaco?

-A Copérnico le debemos un descubrimiento clave: la Tierra no era el centro, sino que forma parte del Sistema Solar que gira en torno al astro rey. Cambió toda la concepción astronómica. Ése fue el famoso giro copernicano.

-Así que en realidad ayudó a abrir los ojos a la realidad...

-Lo que no pudo siquiera soñar Copérnico es que alguien llegase a ver el Sistema Solar desde fuera, algo así como observar tu casa desde la calle. Hoy eso es posible gracias a las naves espaciales que se lanzaron hace tiempo, dirigidas a estudiar Saturno, Urano, Neptuno y Plutón, que de aquélla aún estaba considerado un planeta. Esas naves ya han salido del Sistema Solar y lo han fotografiado con una cámara.

-Debe de ser más que interesante ver todo esto desde fuera...

-En el Sistema Solar están los planetas, y entre ellos el nuestro. Con esto quiero decir que formamos parte de él. Hablamos de distancias de un millón de kilómetros. Estoy casi seguro de que ni Copérnico ni otros científicos posteriores pensaron que llegarían a hacerse fotos del Sistema Solar.

-¿Cómo se controlan esas naves?

-Existe una comunicación permanente con esas naves. Se las controla desde la NASA. La señal que emiten la recibe la estación de seguimiento espacial de Robledo de Chavela, una de las que la NASA tiene en el mundo para mantener el contacto con las sondas interplanetarias y satélites. Su nombre técnico es "Madrid Deep Space Comunication Complex" o MDSCC. Con sus antenas se consigue realizar el seguimiento y la comunicación con las sondas que la NASA tiene repartidas por el Sistema Solar. El hecho de que haya tres bases en el mundo responde a que de esta forma siempre hay una de ellas que puede orientarse hacia cualquier posición del firmamento. Las otras dos se encuentran en Goldstone (EE UU) y en Camberra (Australia).

-¿Hacia dónde se dirigen las investigaciones en Cosmología?

-Hemos avanzado muchísimo. Ya sabemos dónde están las galaxias y el tamaño aproximado del Sistema Solar. De hecho, la ciencia avanza cada vez más deprisa. En estos momentos existen en el mundo más científicos que nunca, en cosmología y en otras materias. La evolución ha sido increíble.

-¿Detecta una aplicación cada vez más práctica de los avances científicos?

-Realmente sí. La ciencia no sólo sirve para conocer, sino que también vale para hacer cosas de uso diario. Sin ciencia no hay tecnología. Cuanto más sabe uno, más aprende. Digamos que una cosa te va llevando a otra.

-¿Hasta qué punto interactúan las diferentes disciplinas del saber?

-Hoy en día toda la ciencia es interdependiente. Yo soy químico, pero también me interesan la física y la geología. En general, en el conocimiento nada me es ajeno. Quizá gran parte de la culpa es de los profesores que tuve, que fueron capaces de transmitirme esa inquietud.

-¿Las fronteras del saber cada vez están menos marcadas?

-La separación radical entre ciencias y letras ya está fuera de lugar. Yo en el Bachillerato estudié Historia y Literatura, además de Matemáticas, Física y Química.

-¿Entonces no está de acuerdo con la excesiva especialización de los contenidos académicos?

-En la carrera me licencié en Ciencias. Ahora hacen Química y dentro de poco será Ingeniería Química. Esa especialización tan grande me parece poco adecuada. Es buena para que uno sepa mucho de una cosa. A mí me gustaría volver al Bachillerato que yo estudié y a los profesores que tuve. Eran listos, sabios, nos querían enseñar. Y éramos 83 alumnos en clase. Ahora se agobian con 25.