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Pequeños buscadores de oro

Concentración y rapidez son las claves para sacar pepitas del agua, dicen los participantes en un concurso en Oviedo

Con tan sólo diez años, a los gijoneses Hugo Martínez y Julia Vázquez les chiflan los minerales. En casa conservan "montones de cajas" con piedras preciosas que alimentan su gusanillo por la geología. A su extensa colección añadieron ayer cinco pepitas de oro, las que obtuvieron en el concurso de bateo de la Escuela de Ingeniería, Energía y Materiales de Oviedo. Bajo la lluvia, los pequeños agitaron las bateas como auténticos profesionales. Llevaban bien aprendida la lección. " Lo que hay que hacer es estar tranquilos, concentrados y realizar movimientos muy rápidos", explica Julia Vázquez. "Sí, hay que generar olas para que el oro descienda y podamos verlo", agrega su colega Hugo Martínez, del colegio Manuel Martínez Blanco, de Gijón.

Como ellos, ayer en Oviedo se concentraron un total de 28 niños de hasta 15 años con motivo del XXVII Certamen de minerales, gemas y fósiles. Los intensos chaparrones no desmotivaron a los pequeños aficionados, que sueñan con llegar algún día a participar en el Campeonato Nacional de Navelgas (Tineo). Ése es justamente el objetivo de la organización: "Intentamos llevar esta práctica a todos los puntos de Asturias para acercar la búsqueda de oro a todos los públicos y en especial a los más jóvenes para garantizar el relevo generacional", aseguraron Marcos Rocha y Alba Iglesias, de la Asociación Bateadores "Barciaecus".

La competición de ayer constó de una fase clasificatoria y otra final, que concluyó con la victoria del leonés Alan Casado en categoría infantil y de la ovetense Victoria Álvarez, en alevín. Los dos tuvieron que seguir al pie de la letra los instrucciones básicas para poder sacar el máximo número de pepitas en diez minutos. Casado, de 15 años, es todo un experto en ello: "La clave está en practicar mucho y en hacer movimientos enérgicos para que el oro baje". También María Lucía Aparicio, de 11 años y del colegio Meres, es una gran entendida del bateo de oro. "Lo más importante es hacerlo rápido, si vas lentamente matas el tiempo", asegura. En su caso, la pasión por los minerales, y en especial por el cuarzo, surgió de las muchas visitas que hizo durante su infancia a la Escuela de Ingeniería de Minas. "Mi madre trabaja aquí y yo siempre me quedaba mirando la colección de minerales de la universidad. Lo llamaba el cole de las piedras", cuenta entre risas. Y ayer más que nunca lo fue.

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