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JOSÉ LUIS LLAMAZARES GONZÁLEZ | Exjefe de la Guardia Civil de Montaña y abogado | Arquitectura personal y 2

"En los setenta, Pajares era el peor subsector de Tráfico"

"Me obligaron a pedir el Grupo de Montaña de Mieres, en el que todos decían que se vivía muy mal y se trabajaba mucho"

José Luis Llamazares González, en Oviedo. IRMA COLLÍN

José Luis Llamazares González (Crémenes, León, 1954) fue subteniente jefe de la Guardia Civil de Montaña de Mieres durante 36 años, hasta el 22 de diciembre de 2014. Es un leonés que ha elegido trabajar y vivir en Mieres, donde está casado.

Hijo de guardia civil, estudió interno en los Carmelitas para conseguir una educación hasta la muerte repentina de su padre, que causó también su ingreso en el cuerpo. Siendo niño conoció a los asturianos que iban a secar a Boñar y Asturias y el mar en una excursión escolar. En febrero de 1975, recién salido de la Academia, le destinaron a Turón. Dejó a su madre llorando porque iba a ser un guardia civil en un valle de mineros y llegó encantado porque había jóvenes y ambiente.

-Llegada a Turón.

-Me presenté a un brigada de León que conocía a mi padre, dejé la maleta y salí a dar una vuelta vestido de paisano. Entré a tomar un café en el Piamar. El dueño, "Chatín", había jugado en la Leonesa, equipo en el que yo estuve medio fichado, empezamos a hablar de fútbol, llegó Laudi, un minero muy famoso y me dieron las 3 de la mañana. Fui para el cuartel con unos vinos encima y una ilusión enorme. Al día siguiente salí y "hola" y "adiós".

-¿Notó recelos?

-Una noche en un bar de Peñule había tres señores en la barra y cuando entramos se alejaron. Eran comunistas y a uno le mataron a un hermano. Yo sabía poco de todo eso. Acabamos hablando normalmente.

-¿Cómo era el cuartel?

-Desastroso: cinco o seis camas cochambrosas, unas taquillas que no entraba la ropa y un cuarto de baño que era un aseo y un lavamanos. Nos duchábamos en Minas de Figaredo cuando no las usaban los mineros y sin que nos viera un superior, para que no nos metiera un paquete.

-¿Cuánto estuvo en Turón?

-De febrero a septiembre. Era monótono. No podía estudiar, olvidé ir a la Academia a Zaragoza y pensé en hacer una especialidad: Guardia Civil de Montaña.

-¿Dónde la hizo?

-En Jaca a finales de 1975. En mi vida había puesto esquíes ni escalado y en 9 meses aprendí. Me obligaron a pedir el grupo de Mieres, que estaba recién creado y necesitaba gente que tuviera la especialidad de montaña. Yo no quería porque todos decían que se vivía muy mal, se trabajaba mucho y se pasaba mucho frío.

-¿Qué tal le fue en Mieres?

-Tuve buenos compañeros, trabajadores, pero el trabajo era vigilar montes y dejarse ver. En las estaciones sí esquiabas. Los primeros esquíes que tuvimos fueron unos Sancheski que nos dio Chus Valgrande junto con unos pantalones pulgueros que quitaban el frío. Logramos que se nos permitiera quitar el tricornio y la capa y que pudiéramos llevar jersey verde tejido por nuestras mujeres o madres. No estaba a gusto y pensé en hacer el primer curso que saliera.

-¿Cuál fue?

-Trafico, que tenía mucho prestigio. En Madrid aprendí a aprovechar el tiempo y a estudiar bien. Hacía chuletas para estudiar en la garita cuando tocaba hacer guardia. Aprendí a montar en moto y a hacer las virguerías del grupo especial de motoristas. Aprobé a la primera, con el número uno y elegí Mieres. Había hecho muchas amistades y ahora iba a ir de Tráfico, que era un plus. Me dijo el coronel: "Va a ir al peor subsector y peor destacamento de toda la Guardia Civil".

-¿Por qué?

-Por el puerto de Pajares. Se hacían noches, controles de cadenas, muchos puertos, huelgas mineras... Era febrero de 1977. Tuve un ambiente fabuloso y un trabajo muy duro con material de lo peor. Marché el febrero siguiente a hacer el curso de cabo a Guadarrama, un paseo, saqué los primeros números de mi promoción y pedí Asturias para intentar un grupo de montaña nuevo.

-Vuelve como jefe del Grupo de Montaña de Mieres en 1979.

-Mi idea es que lo que no se dice es como si no se hiciera. Si hago mil rescates y nadie se entera, nadie sabrá que estamos ahí. Fue fundamental el trato con los periodistas, casi vetado para nosotros, y con Amadeo Gancedo, de LA NUEVA ESPAÑA. Mi objetivo era estar en Pajares como si todo fuera nuestro servicio y, en verano, conocer la demarcación y a la gente y colaborar.

-¿Cómo empezó a ponerlo en marcha?

-Pedí que nos dejaran usar como cuartel un puesto que había en la montaña que se usaba para concentración cuando había huelgas. Pedí a Ensidesa material para hacer las dependencias. Adecuamos el Land Rover para ir más cómodos. Pedí a la Diputación que, en sus dependencias de Pajares, tuviéramos un espacio para nosotros. Hasta entonces teníamos que cambiarnos en el coche. Que un guardia civil hablara con un político era de excomunión en el cuerpo.

-¿Se las dieron?

-Sí, pero informaron por vía oficial y lo que gané fue una bronca del comandante. En Pajares nos dieron unos esquís, lo comenté en comandancia y me dijeron que pidiera autorización para usarlos. La pedí en octubre y me la concedieron en junio. Dije que ya no la quería porque los esquís ya estaban rotos por el uso.

-Se la jugaba.

-Los jefes de Jaca sabían que lo hacía bien y Pajares, un escaparate donde estábamos muy bien vistos, era la catapulta. Pedro de Silva lo apoyaba todo.

-¿Qué hacían en la estación?

-De todo. Quitar la basura, echar nieve en el carril de subida, dar perchas, bajar a los heridos, ayudar si no estaba el practicante, coger el teléfono. Ahora Pajares ya tiene todo y nosotros somos orden público.

-¿En qué más operaban?

-Íbamos a los rescates encantados. Casi no teníamos material, el que pedíamos a las marcas. Eso lo hice con mis muy buenos jefes, que no me decían que sí, pero no me decían que no.

-Hacían control de furtivos de caza y pesca.

-Tengo la medalla al Mérito Agrícola por la cantidad de denuncias a furtivos durante los ochenta y noventa. Las multas eran de 5.000 pesetas, pero lo que más les dolía eran las 72 horas encerrados en prevención.

-¿Ha cambiado mucho?

-El furtivismo bajó. Antes había tres guardias sin coche, con moto o andando. Ahora el Seprona está especializado y hay 30 guardias equipados, con helicóptero, coches... Antes puede que alguien cazara para comer; ahora no. Ahora te cogen con un rebeco y son varios miles de euros.

-¿Qué era lo peor?

-Se trabajaba todo el día y casi no tenías vida familiar.

-Pero la tiene. Se casó.

-En 1983. Había conocido a mi mujer en 1979, cuando vine de cabo. Trabaja en una farmacia. No tenemos hijos: nos hicimos muy cómodos. Nos gustan las mismas cosas. Tenemos casa en Tapia y en Boñar.

-E hizo Derecho.

-Lo acabé en 2000.

-¿Qué le animó a hacerlo?

-Nunca me gustaron las residencias militares, pero me hablaron muy bien de la de Nuestra Señora de Luján (Málaga) y fui un verano. Allí les preguntabas a los retirados qué hacían por el año y sólo me contestaban que pasear. Pensé: "Yo no me retiro para pasear por Mieres. Tengo que hacer algo para entonces". Se me había dado bien el Derecho y me apunte en la Universidad a Distancia.

-¿Cuándo se retiró?

-En diciembre de 2014. No podía ejercer como abogado y ser guardia civil. Tuve un contencioso-administrativo con el Ministerio del Interior y lo gané. Pude colegiarme. Hice los cursos para el turno de oficio, de violencia de género y asistencia al detenido.

-¿Por qué escogió éstas?

-Estoy muy sensibilizado con la violencia de género, que está en boga por justicia y equidad. En los turnos de oficio ves de todo. Mis excompañeros me dicen: antes cogías a los malos y ahora los defiendes. Todo es la justicia.

-¿No quiere descansar?

-Los fines de semana no hago guardias porque estuve cuarenta años haciéndolas y quiero hacer vida familiar. Ejerzo de forma profesional, pero en plan de hobby -no me sobra el dinero pero no me hace falta- porque aprendo muchas cosas y veo desde un prisma diferente. Tenemos un grupo: Los Dragones, abogados, fiscales y secretario de juzgado, entre 30 y 40 años. Contacté con ellos en los primeros tres años porque pregunté en el Colegio de Abogados si podíamos salir con los veteranos. Me tocó Javier Széchényi Conde e hicimos un grupo que tenemos un chat y wasap y nos ayudamos.

-¿Qué tal siente que le trató la vida hasta ahora?

-Perfectamente en todas las facetas. Doy gracias por todos los costados. No habría sido lo que fui sin mis compañeros y tengo amigos en todas las facetas que toqué y en todos los sitios por los que he pasado.

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