El día a día de María Neira (1962, La Felguera) es un trajín. En una semana estuvo en Alemania, Londres, Nueva York, Ginebra y Madrid. Ese maratón de vuelos lo explica su cargo: es directora del departamento de Salud Pública, Medioambiental y Determinantes Sociales de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ayer pisó tierra firme para ofrecer una charla en Oviedo sobre "Las nuevas oportunidades de invertir en salud". Neira, que estudió Medicina en la Universidad de Oviedo y realizó su especialización en endocrinología en Francia, pronuncia un discurso novedoso sobre la salud. Su meta es que los gobiernos no inviertan sólo en el tratamiento de las enfermedades, sino en la prevención para atajar sus causas.

-La inversión en salud, ¿qué oportunidades ofrece?

-Mi objetivo es evitar siempre la enfermedad. No sólo en lo sanitario, una vez que se tiene la afección, sino antes. Para ello, tenemos que saber de qué enfermamos, cuáles son sus causas y en qué invertimos el gasto sanitario. Ahora mismo, el 97% de los recursos los destinamos al tratamiento de las dolencias y sólo el 3% a la prevención. Entonces, mi idea es apostar más por la prevención primaria para poder atajar las causas de una enfermedad. En ello no sólo tiene que involucrarse el sector sanitario, sino otros muchos de la sociedad para conseguir la financiación necesaria.

-¿Asturias podría trabajar ya en la prevención primaria?

-Por supuesto. Además, el Principado tiene grandes ejemplos de mejora sanitaria. Antes teníamos ciudades con una contaminación tremenda, en las que no se consideraba -estoy hablando de hace muchos años- la salud de las personas, puesto que había un rendimiento económico. Con el tiempo y los logros sociales, se empezó a dar prioridad a ello y si algo contaminaba o destruía los pulmones se intentaba eliminar. Por poner un ejemplo, cuando yo era niña, el río Nalón era negro. Años después descubrí un cauce diferente y transparente. El mensaje que intento transmitir es que hay que colocar la salud y el ser humano en el centro de las decisiones políticas. Teniendo en cuenta eso, podemos conseguir avances extraordinarios.

-¿Qué beneficios reportaría la inversión en prevención?

-Asturias es una comunidad con capacidad para ofrecer una gran calidad de vida a sus ciudadanos. Tenemos una geografía que nos permite hacer actividad física y tenemos acceso al mar, con lo cual nuestra alimentación es de calidad. El problema es que un gran porcentaje de la población vive en las ciudades, por eso es tan importante la planificación. No puede ser que las urbes siempre vayan por detrás, respondiendo tarde a las necesidades sanitarias. Tiene que haber una planificación urbana saludable, donde el responsable de Salud se pueda sentar también en la mesa de planificación de una ciudad.

-En relación a la contaminación, ¿sirve de algo cerrar un día la "Y", como se hizo el año pasado en Oviedo?

-Los picos de contaminación atmosférica son temporales. A lo mejor hoy hay unos niveles altísimos y mañana ya no. Ante eso, se pueden tomar medidas para generar una serie de impactos, pero desde luego que lo ideal sería actuar pensando a corto y medio plazo. Es decir, lo que importa es saber a qué contaminación hemos estado expuestos durante un año. No obstante, cualquier reducción, por muy puntual que sea, algún un beneficio tiene. Porque la gente que padece asma nota esos picos de contaminación. Si a nivel global pudiésemos mejorar la calidad del aire, reducir el uso de pesticidas y tener acceso en todos los países a agua potable, evitaríamos una de cada cuatro muertes que se producen en el mundo. Eso ya sería un logro fantástico.

-¿El diseño de una ciudad influye en el sedentarismo?

-Muchísimo. De nada sirve decirle a las personas que mantengan una actividad física y respiren aire puro si luego viven en una ciudad contaminada y llena de coches. En este sentido, hay localidades que han experimentado un gran avance: han hecho carriles bicis, vías para caminar y también han reducido el acceso de coches a su céntrico histórico. Yo sé que fomentar todo eso en Oviedo es difícil por la climatología, pero he visto cómo en ciudades frías y lluviosas casi no se utiliza el coche. Ojalá aquí poco a poco vayamos caminando en esa dirección.

-Por ahora, el 75% de los desplazamientos interiores se siguen haciendo en coche. ¿Cómo se puede aumentar el uso del transporte público?

-Obviamente teniendo un servicio bueno, accesible, no caro y que cubra todo el territorio. Pero también hay que generar una demanda social de todo ello. Esa mejora en infraestructuras no sirve si las personas están convencida de que lo mejor es coger el coche e incluso pensar que en ello está el avance. Yo creo que es una cuestión de cultura que tiene que ir cambiando. De hecho, los jóvenes ya son menos dependientes del coche y más activos con los medios de transporte públicos.

-Casi la mitad de los adolescentes llegan a beber seis o más cubatas en dos horas. Las chicas incluso ya consumen más alcohol que los varones.

-Me parecen datos muy preocupantes, que reflejan no sólo un problema de salud, sino también cultural. Creo que en general hay una aceptación social muy permisiva con el alcoholismo, que no tenemos con otras drogas. Un joven que se emborracha con los amigos hasta resulta simpático. Hay que cambiar esa visión.

-Entonces la solución no pasa sólo por prohibir los botellones en la calle.

-Una vez más habría que analizar las razones del problema. Las causas raramente suelen ser verticales y únicas. Son múltiples y tienen diferentes fuentes. Yo creo que las borracheras empiezan en los hogares con la banalización del consumo del alcohol y sigue en los colegios y en la calle.

-¿Qué virus pueden afectar en un futuro a la región?

-No creo que Asturias tenga ningún nicho epidemiológico que nos permita decir que va a ser más proclive a un virus o a otro. Yo pienso que si los virus tienen que ver con las condiciones socioeconómicas -como sucedió con el zika en Brasil- parece que la recomendación es garantizar el saneamiento, la higiene y el acceso a los bienes de consumo básicos para evitar que en nuestro país se produzcan enfermedades infecciosas.