Sol, lluvia, granizo y, en las alturas, nieve. De todo en la jornada de ayer que acabó con 53 litros por metro cuadrado registrados en Mieres y 44 en Oviedo. Por encima de los 30 litros, localidades como Gijón y Llanes.

La conexión aérea entre Asturias y Barcelona se convirtió ayer por la tarde en un caos, con retrasos de más de cuatro horas, después de que una avería por el impacto de un rayo en un avión descuadrase por completo la operativa de Vueling, que reprogramó sus vuelos entre críticas de los pasajeros. Muchos viajaban a la capital catalana para coger enlaces en conexión a otros destinos.

El primer vuelo afectado fue el que tenía prevista la salida a las 15.20 horas a Barcelona. Despegó a las 19.03, según la información de Vueling. También figuraba con retraso de cuatro horas el avión de las 19.55 horas. Estaba previsto que saliese de Santiago del Monte a medianoche. En el corredor Barcelona-Asturias se demoró más de cuatro horas el avión que tenía programado el despegue para las 17.20 horas.

La nieve reapareció con fuerza en la cordillera. En Somiedo, localidades como Valle del Lago o Santa María del Puerto amanecieron con un manto blanco que se acercó a los 40 centímetros. En Caunedo, por encima de los 20. Las carreteras se mantuvieron abiertas, no obstante a pesar de que la temperatura se desmoronó en apenas unas horas a causa del temporal.

En Tineo ese temporal hizo peligrar dos fiestas representativas del concejo, la de La Soledad de Santullano, Quintaniella y Ansarás, y la fiesta de Fátima, en Rañadoiro, que se celebrará esta noche. Los vecinos de Santullano aún recuerdan cuando por estas fechas "hace ocho o nueve años" hubo que suspender la fiesta "por una nevada de órdago".

La capital del municipio vivió un día de mercado bajo la nieve. Hubo menos puestos instalados pero la venta es la venta. "Estamos en temporada de siembra y la gente aquí pone la huerta, aunque esté malo", aseguró Loli Rodríguez en su puesto de plantones.

La nieve se dejó ver en el Occidente incluso por debajo de 400 metros. En Cangas de Narcea la capa era fina pero los niños, aún de vacaciones de Semana Santa, le sacaron partido lúdico.

Las intensas lluvias pusieron algunos cauces a punto de desbordarse. Los vecinos de Arrionas miraron al Sella. Es inevitable desde aquella riada de 2010 cuando algunos usuarios del Hospital comarcal acabaron siendo evacuados en lancha. "Es lo habitual poner un ojo en el río cada vez que caen cuatro gotas", afirma María Quesada, sobrina de uno de aquellos evacuados de urgencia tras el temporal de hace seis años.

Víctor Hidalgo, otro vecino parragués, reconoce que "en cuanto llueve" entra en la página web de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico "para cerciorarme de que no hay peligro". Añade Hidalgo que "desde aquella riada tan tremenda dragan y limpian el río, así que el riesgo es menor".