"No pensamos en ningún momento que este cambio de modelo, con el fin de las cuotas, iba a complicarnos tanto la situación; al principio, vimos una oportunidad para producir más, pero otros lo hicieron a mayor nivel". Lo dice Emilio González Antón, de San Pedro (Tineo), que se hizo cargo hace veinte años de una explotación familiar, entonces con 90.000 litros de producción y 18 vacas. Hoy ordeña a diario 150 reses que producen casi dos millones de litros de leche anuales. "Llegar a esto tiene un precio muy alto, requiere mucho sacrificio, mucha inversión y privarse hasta de vacaciones", señala.
La conclusión es que, tal y como están las cosas, el esfuerzo no le merece la pena. "Los números podrían ir mejor. Si los precios estuviesen en un buen nivel, la rentabilidad sería la adecuada", comenta. Su ganadería depende totalmente del exterior. "Sembramos un poco de maíz y el resto lo compramos todo fuera, así podemos escoger qué alimento queremos, en qué condiciones y cuándo", justifica. Asegura que ha rebajado el gasto en veterinario y ha aumentado la producción. "Les damos alfalfa, el solomillo de las vacas. Así el coste del litro sale más barato", sentencia.
