En uno de los extremos del gran vertedero que el Consorcio para la Gestión de los Residuos Sólidos de Asturias (Cogersa) tiene en Serín hay una cavidad en el suelo que recuerda al efecto que produce la caída a tierra de un meteorito. Cubierto parcialmente con una lona, se trata del único hueco que queda disponible para depositar basura en el vaso natural del valle, que está a punto de quedar colmatado tras tres décadas de servicio.
Desde aquel ya lejano mes de enero de 1986 en el que se llevó a cabo la inauguración oficial, se han depositado en el almacén del valle de La Zoreda más de 16 millones de toneladas de residuos. Apenas hay espacio para más, a la espera de una tercera ampliación que permita una aportación adicional de 2,8 millones de toneladas y la prolongación de la vida útil del depósito hasta 2020. Y es que para ese año ya tiene que estar operativo en la región un nuevo modelo de gestión de residuos que supere al del vertedero y que se base en los principios que exige la Unión Europea: reducción de desechos, reutilización, reciclaje y, finalmente, valoración energética.
El vertedero de Serín recibió el pasado año 530.965,92 toneladas de basura, lo que supuso un 1% mas que en 2014, debido al incremento del volumen de tierras y de residuos áridos asimilables. Si la comparativa se realiza con 2010, los residuos han disminuido un 15%. Según fuentes de Cogersa, esta caída obedece, fundamentalmente, a la retirada de lodos de depuradora para elaborar compost. Aunque el consorcio reconoce que aún tiene mucho que avanzar en materia de reaprovechamiento, las cifras en este ámbito están mejorando. En 2015, Cogersa recicló un 33% del total de los desperdicios recepcionados y recogió un 15% más de residuos de papel, cartón y envases ligeros y de vidrio, hasta llegar a las 48.811,5 toneladas. Por su lado, los ciudadanos y las pequeñas empresas clasificaron y entregaron 35.624 toneladas de residuos especiales (potencialmente tóxicos y peligrosos) en los puntos limpios repartidos por la región.
La mayor parte de los desperdicios que llegaron en 2015 al vertedero del valle de La Zoreda son residuos urbanos mezclados, la denominada fracción resto o bolsa negra, procedentes de los 78 concejos y a razón de 388 kilos de media por cada asturiano: una familia de cuatro miembros genera más de 1.500 kilos. La reducción, reciclaje y tratamiento de esas 388.188 toneladas de basura, de las que en torno al 38% corresponde a materias orgánica de alimentación, es uno de los principales retos que tiene por delante Cogersa. En un primer momento, el Gobierno regional del PSOE apostó por someterlos a un proceso de valoración energética en una incineradora de nueva construcción. Sin embargo, el acuerdo con IU para la investidura de Javier Fernández como presidente del Principado paralizó esa iniciativa y abrió un periodo de análisis de alternativas. De momento, y por ser la preferida de la coalición de izquierdas, cobra ventaja una planta de higienización energética que permita producir biomasa completamente pura.
Los lodos de las depuradoras causan parte del mal olor que indigna a los vecinos
Cogersa está implantando la recogida separada de los biorresiduos en algunos ayuntamientos. El objetivo es reciclarlos en lugar de enterrarlos en el depósito de Serín. Para ello, el consorcio dispone de una planta de biometanización con capacidad para 30.000 toneladas al año. Está preparada para doblar su capacidad de aquí a 2020, aunque en 2015 solo trató 321 toneladas, lo que prueba que aún queda mucho camino por recorrer. La producción de esta instalación se completó con lodos procedentes de depuradora, de los que en 2015 gestionó 15.292 toneladas. Los lodos de depuradora generan buena parte de los malos olores que tantas protestas levantan en las parroquias del valle de La Zoreda. Cogersa puso en marcha hace un lustro un programa experimental de compostaje de este residuo. El pasado año alcanzó las 11.779 toneladas para una producción de 4.807 toneladas de compost, comercializada en Castilla y León.
El consorcio tiene previsto licitar el mes que viene la construcción de una planta de compostaje industrial a partir de los lodos de depuradoras. Tendrá una capacidad de producción de 40.000 toneladas al año y costará dos millones de euros. Un presupuesto similar será necesario para adecuar las 387 hectáreas que se verán afectadas por el proyecto de ampliación del vertedero, licitado el pasado martes por la comisión delegada de Cogersa. La novedad con respecto a los dos recrecidos anteriores -ejecutados en 2005 y 2010- es que se efectuará en altura, con una elevación máxima de la cota actual de 50 metros. Esta decisión ha generado abundantes criticas vecinales, sobre todo en la localidad corverana de Campañones, la que más sufre los problemas de ruidos y olores del vertedero. Los habitantes se quejan de que el nivel de la basura quedará a apenas medio centenar de metros de sus casas.
El recrecido del vertedero llega a una altura máxima de 230 metros sobre el nivel del mar. Se irá realizando como si fuera una tarta, con capas decrecientes y con pendientes suaves, de entre el 3 y el 5 por ciento, para evitar argayos de basura. El espacio resultante será de unos 2,8 millones de metros cúbicos, lo que, al ritmo actual de recepción de residuos, da para cinco años más. El plan de actuación recoge que el proyecto se ejecute en dos fases. En la primera está previsto que se ganen 2.054.000 metros cúbicos y en la segunda otros 786.000 metros. En la ampliación del vertedero se depositarán desechos urbanos mezclados de origen doméstico o comercial y otros que, aun siendo susceptibles de recogida separada, también se gestionan mezclados.
