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TERESA MEANA | Feminista, socia fundadora de la Asociación Feminista de Asturias, y profesora de Lengua y Literatura

"Sigo pensando que los ejes del mal son el patriarcado y el capital"

"La situación emergente de las mujeres es lo más importante que pasó en los últimos 40 años"

Teresa Meana, en Oviedo. luisma murias

"Activista, feminista y, por supuesto, de izquierdas". Así se define Teresa Meana, gijonesa, 64 años, profesora de Secundaria en un instituto de Valencia y una de las fundadoras de la Asociación Feminista de Asturias (AFA), un movimiento de referencia en la Transición asturiana en la lucha por los derechos de las mujeres. Su biografía retrata su personalidad. La mayor de cinco hermanos, alumna católica en el colegio La Asunción de Gijón, estudiante rebelde de Filología Románica y militante de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) en la Universidad de Oviedo, socia fundadora de "La Santa Sebe", el local ovetense de la movida asturiana de los 80, viajera y brigadista en América Latina; en la actualidad, combina su condición de profesora con la de conferenciante. Imparte un master de Igualdad en la Universidad del País Vasco y ha publicado dos libros sobre el lenguaje, una de sus inquietudes: "Por un uso no sexista del castellano" y "Porque las palabras no se las lleva el viento". "Quien tiene el poder tiene las palabras, quien tiene las palabras tiene el poder", afirma. En Valencia es una de las líderes de la Casa de la Dona y es Huésped de Honor de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El próximo sábado estará en la capital del Principado para participar en los actos de la AFA.

-¿Qué despertó su activismo?

-Siempre me vi involucrada en todo. Cuando fui adolescente era una chica católica que estudiaba en el colegio de monjas La Asunción. ¿Cree que iba a misa porque era obligatorio? Pues no, leía las preces y sacaba 10 en Religión. Me creo todas las cosas en las que estoy. En octubre de 1970 llegué a la Universidad, fui al colegio mayor de Las Catalinas, del que acabarían expulsándome, y me hice amiga de las más rojas. Entré en la LCR y fui una militante activa. En la dictadura tenía mucho miedo de tener que ir a tirar panfletos, hacer comandos en la clandestinidad o hablar en las asambleas, pero era incapaz de no hacerlo. Sigo pensando que los ejes del mal son el patriarcado y el capital. Dentro del sistema capitalista no hay solución, aunque mi lucha es el feminismo.

-¿Cuál es, en este momento, la tarea más urgente del feminismo?

-En España y diría que en todo el mundo, la violencia contra las mujeres. El feminismo es la cuestión más internacional que hay, no debemos mirar sólo lo que hemos conseguido aquí sino como están en el resto del mundo. Pero aquí llevamos 14 mujeres asesinadas en lo que va de año, entre ellas una niña, y muchas otras llevan años de tortura diaria, y crecen los casos de mujeres jóvenes. Yo trabajo en un instituto y veo que hay un aspecto que está sin tocar, que es el del amor romántico. La educación afectiva y sentimental, la posesión y los celos son asuntos pendientes y la única solución es la prevención, hay que trabajar en romper esos estereotipos y hacerlo desde la Primaria, pero hacen falta recursos y hay mucho por hacer, sobre todo en formación del profesorado.

-¿Hay poca respuesta social a tanta violencia?

-En Valencia llevamos unos quince años yendo el primer miércoles de cada mes a manifestarnos delante del Ayuntamiento. Al principio, había poquísima gente, ahora ya hay más. Es hora de que los hombres hagan algo, no puede haber complicidad masculina en jalear los chistes sobre violaciones y otros temas relacionados con este tipo de violencia. Algunos luchan por la igualdad, pero son pocos. Me preocupa el silencio, la invisibilidad. Estamos en el Parlamento, pero la mayoría de las mujeres no hablan, están sentadas. El mes pasado, en el debate de la fallida investidura de Pedro Sánchez, se escucharon muchísimas citas, ninguna de una mujer, y no me diga que no hay frases importantes de mujeres en la historia de la humanidad. Nadie recordó la figura de Clara Campoamor, que logró lo más democrático que se hizo nunca en ese Congreso, conseguir que la mitad de la población española pudiera votar. Hubo una excepción, la diputada de Bildu, que hizo una alusión a las mujeres que nos precedieron dándoles las gracias. Por eso es tan importante el lenguaje.

-Hace años no chirriaba referirse a Dolores Ibárruri como "secretario" general del PCE, ahora sería impensable. ¿Es esta otra de las batallas del feminismo?

-Quien tiene el poder tiene las palabras, quien tiene las palabras tiene el poder. El lenguaje no sólo refleja la realidad, también la crea, sirve para iluminarla, para oscurecerla, para maquillarla. A través del lenguaje aprendemos todo un conjunto de estereotipos, de actitudes, de valores, de ideología, de sexismo. El lenguaje no es algo natural o biológico, es adquisición cultural y, por otro lado, la lengua está viva, lo que quiere decir que cuando cambia la realidad, cambia el modo de nombrarla. Parece que las normas de la gramática de la RAE son las únicas intocables, todas las demás se pueden cuestionar pero esas no. La lengua cambia con toda tranquilidad. Un último ejemplo, ahora en este país hay un partido que se llama Ciudadanos, una palabra masculina. ¿Le parece normal cuando hay una palabra preciosa que es ciudadanía?

-¿Hay mucho machismo en la política?

-Cuando Pablo Iglesias prometió su cargo de diputado, se comprometió a acatar la Constitución mientras "los ciudadanos de mi país no la cambien". Si no quería decir ciudadanos y ciudadanas, ¿por qué no se refirió a la ciudadanía? Veo machismo en todos los partidos.

-Se define de izquierdas. ¿Se siente identificada con algún partido?

-No existe ninguno que represente lo que yo quiero. No soy nacionalista, es más soy muy internacionalista no sólo por mi pasado sino, sobre todo, porque soy muy feminista, pero a veces pienso que si viviera en Barcelona habría votado a la CUP. Voté mucho a IU y en las pasadas elecciones lo hice a Podemos.

-¿Cuál es el que ha hecho más por las mujeres en la democracia española?

-Sin duda el PSOE, porque está lleno de feministas.

-¿Por qué, a veces, la mujer es la principal enemiga de su condición?

-Es el sistema, la competitividad entre las mujeres es lo que hace que el patriarcado se mantenga y se reproduzca.

-¿Ve en el panorama político español actual alguna líder feminista?

-Solamente hay una figura relevante del momento que creo que se lo cree, Ada Colau, alcaldesa de Barcelona. Le sale de natural, oigo a una feminista cuando habla y eso no pasa mucho.

-¿Carolina Bescansa y su bebé en el Congreso?

-No creo que Bescansa sea feminista, está en su derecho de llevar al bebé al Parlamento pero yo veo más lógico dejar al niño en la guardería e ir a darle de vez en cuando el pecho, no tiene que tenerlo pegado al escaño. Puso el foco en la conciliación pero no creo que ese fuera su objetivo. Prefiero los actos de provocación de FEMEN.

-¿Qué recuerda de aquellos años de lucha en AFA?

-Partíamos de una situación en la que el adulterio de la mujer estaba penalizado. Éramos ciudadanas de segunda, necesitábamos el permiso de nuestros padres o de nuestros maridos para sacar el carnet de conducir o abrir una cuenta en el banco. En aquel primer 8 de marzo de 1976, cuando nos encadenamos al Palacio Regional, lo más suave que nos dijeron es que fuéramos a fregar. La situación emergente de las mujeres es impresionante, lo más importante que ha pasado en estos últimos 40 años.

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