El oriente y el occidente de Asturias avanzan hacia el desierto demográfico, según un estudio de Regiolab, el laboratorio de investigación en ciencias sociales centrado en Economía Urbana y Regional de la Universidad de Oviedo. En el año 2029, varios concejos de las alas, especialmente del área occidental -con peores perspectivas-, perderán más de una tercera parte de su población. Es el caso de municipios como Belmonte, Cangas del Narcea, Taramundi y Vegadeo. Los expertos alertan de que es "urgente" adoptar decisiones para frenar la sangría demográfica porque "si Asturias fuera un país, sería insostenible", asegura el profesor Esteban Vázquez, uno de los autores del informe junto a Fernando Rubiera y María Alonso.

Las proyecciones apuntan a que el Principado habrá perdido, si se mantienen las condiciones y tendencia actuales, aproximadamente un 9% de su población. El doble es lo que se prevé que pueda caer el número de habitantes de Langreo y Mieres. En la media se situará Avilés, y con mejores datos estarán, por ejemplo, Gijón Llanes y Castrillón, que perderán por debajo de la media.

El área central será la más dinámica, pero la mayor parte de los habitantes superarán los 50 años y un porcentaje elevado estará en situación de dependencia.

"El problema es que cuando se habla de caída de la población estamos hablando de gente joven, de edades comprendidas entre los 25 y 40 años, que son los tramos más productivos", explicó el profesor Esteban Fernández. Según las previsiones de Regiolab, el número de varones en esas edades puede caer hasta un 70% respecto al actual, y un 65% en las mujeres.

Esto tendrá múltiples y serias consecuencias para el conjunto de la región, porque provocará que Asturias registre todavía menos nacimientos que ahora -no se llega a un hijo por cada mujer- y un mayor envejecimiento, lo que se traducirá en un mayor gasto público en Sanidad y servicios ligados a la Dependencia. La tasa de actividad, que ya es la más baja del país, seguirá descendiendo y cambiarán los patrones de consumo.

Pero el despoblamiento de las zonas rurales conlleva otras consecuencias por el abandono de los montes y de las explotaciones agrarias y ganaderas. "Parte de los grandes incendios que se produjeron en invierno se debieron, según los expertos, precisamente por el abandono de los montes", indicó Esteban Fernández.

Jacobo Blanco, decano del Colegio de Sociólogos y Politólogos de Asturias, le pone cifras a ese alejamiento del mundo rural. En 1998 el Principado tenía más de 35.000 explotaciones ganaderas. A día de hoy hay unas 16.000. En el empleo, aún son más alarmantes: de 64.000 en 1994 se ha pasado a 13.000 en la actualidad.

"Hay concejos asturianos que llevan años caminando hacia el desierto demográfico. Alguno ya lo es, como es el caso de Ponga, donde hay menos de 3 habitantes por kilómetro cuadrado. Y lo mismo ocurre con otras parroquias de la zona sur de Cangas del Narcea", señaló.

Este desequilibrio territorial plantea retos de enorme complejidad de cara al futuro, ya que supone buscar soluciones con "estrategias productivas reales si se quiere fijar población en la zona rural", indicó Blanco. El decano asegura que una prioridad debe ser diversificar y potenciar la producción y comercialización agraria, para lo que se necesita que los ganaderos y agricultores colabores entre ellos. "Ahí está el ejemplo de Francia, donde hay cooperativas muy potentes que se dedican a la leche, pero también a las flores o los frutos". En este sentido, apunta Blanco, Asturias tiene un enorme potencial, "con productos muy variados, como los derivados lácteos, mieles, mermeladas, aguardientes...".