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El futuro de los servicios públicos asturianos

El envejecimiento pone en peligro el futuro de la sanidad asturiana

El gasto en hospitales aumentará un 14% en 2029 y un 7% en consultas médicas

El envejecimiento pone en peligro el futuro de la sanidad asturiana

Un futuro que casi está aquí, el año 2029, amenaza a Asturias con una demografía insostenible de población declinante y envejecida que apercibe de desertización por abandono a amplias franjas de las alas ajenas al centro urbano de la región. El viaje en el tiempo que han hecho los economistas de la Universidad de Oviedo para tratar de anticipar cuál será la estructura y la distribución espacial de los asturianos de dentro de sólo trece años extiende la factura intimidante de una grave repercusión sobre las arcas públicas. Tal y como lo ha calculado un estudio elaborado por el Laboratorio de Análisis Geográfico Regional (Regiolab), una población más necesitada de cuidados determinará un incremento del uso de hospitalizaciones que se cifra en una media de un trece por ciento y en un máximo del catorce en el área central, allí donde viviría aún más concentrado el grueso de los residentes si se cumplen las cuentas del trabajo, hechas a partir de la prolongación hacia el futuro de las tendencias demográficas recientes.

Tratan de anticipar lo que se viene encima sin las correcciones que expresamente pide el proyecto. Mucha menos población, sobre todo en las alas; muchos menos y mucho más viejos. Y si nadie hace nada, si Asturias no atiende a la demanda de una auténtica política demográfica que amortigüe la caída, la dispersión y el envejecimiento costarían sólo en hospitales hasta 140 euros adicionales a cada mil que se gastan hoy. Los autores del análisis ven venir un ascenso añadido del siete por ciento del gasto público en consultas médicas. También, sí, un retroceso de la inversión en urgencias -cuyos servicios "se concentran en los tramos de edad más jóvenes", apunta Esteban Fernández, profesor de Economía Aplicada y firmante del trabajo junto a Fernando Rubiera y María Alonso- y, como consecuencia del estrechamiento de las franjas de población menos veteranas, un ahorro en educación incapaz en todo caso de compensar el generalizado aumento del gasto público. Porque el problema que se avecina "no es sólo la pérdida de población, es que la que queda estaría muy dispersa y que eso incrementa por definición el coste de los servicios", abunda Fernández. O porque el abandono, aun más allá, no trae sólo "costes contables, también los tiene sociales", y el profesor pone un ojo en los incendios de diciembre y el otro en su presunta vinculación con el descuido persistente de los montes arrasados. Mirando en conjunto, remata, la factura subirá si no se hace nada. Y el precio de no actuar, o de seguir como hasta ahora, "siempre será superior al coste derivado de las medidas" para revertir la situación.

De momento, un vistazo a la proyección del "índice de envejecimiento" en versión del Regiolab se traslada a 2029 y encuentra a 32 concejos, incluido casi todo el Occidente, todo el Suroccidente y gran parte de las cuencas mineras, con más de 750 habitantes mayores de 64 años por cada cien menores de 16. Para hacerse una idea de la magnitud del desastre basta contar que Asturias tiene 204 -dos mayores por joven-, la media más alta de España. Pero resulta que el envejecimiento colectivo no tiene efectos perversos en sí mismo, enlaza Fernández. Ni tener una amplia base de jóvenes garantiza nada por sí sola ni la vejez de las poblaciones las condena automáticamente. De hecho, una pirámide de población con muchos jóvenes y pocos residentes maduros "tiene la forma típica de un país subdesarrollado". El problema del presente y del futuro inmediato de Asturias no es tanto de envejecimiento, concluye, como de concentración de la población. O, a la inversa, de dispersión.

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