Se trata de un adelanto de lo que ocurrirá si no se cambian las tendencias económicas y demográficas actuales, y la conclusión señala hacia una profundización en el espacio que separa la Asturias del centro de la de los extremos, la urbana de la de tradición agraria. El estudio avanza una intensificación de esa tendencia que, por ejemplo, hoy ya lleva al 54,9 por ciento de la región a apiñarse en el 3,7 por ciento de la superficie que ocupan Oviedo, Gijón y Avilés. Ese porcentaje era del 51,5 por ciento en 2001, es casi del cincuenta incluso si sólo se cuentan estrictamente los tres cascos urbanos y aumenta cuando se añaden los municipios de sus entornos inmediatos, pero además se ve muy superior en las proyecciones del Regiolab. Su vistazo al futuro constata que si se prolongan las tendencias actuales subirá el caudal del trasvase entre los extremos y el centro aunque sea menos por el crecimiento de las tres grandes demarcaciones centrales que por el desplome de sus proveedores naturales de población, principalmente las alas y las cuencas. De aquí a 2029, afirma Esteban Fernández, el pronóstico dice que el área central desagregada "se comportará incluso levemente mejor que otras regiones del Noroeste. Hay municipios que prevemos que ganarán población, como Oviedo, Siero, Llanera? y otros, como Gijón, que la puede perder, pero por debajo de la media. Hay una especie de movimiento centrípeto" que hará crecer la distancia "más en términos relativos que en números absolutos".
De momento, la relación entre el censo de la Asturias urbana y la rural es de siete a tres, exactamente al revés que hace 65 años: en 1950, de cada diez habitantes de la región había siete en los pueblos y tres en las capitales municipales. En 2015, el reparto se ha dado la vuelta, sólo uno de cada cuatro asturianos reside en una localidad con menos de mil residentes y el proceso de crecimiento de la proporción amenaza por abandono a la mayor parte del territorio.
Advierte a toda un área, la Asturias rural, que tiene al decir de múltiples expertos una extensa variedad de recursos sin explotar. Apercibe a todo un territorio que pide a gritos políticas a largo plazo, medidas que a la fuerza habrán de acopiar grandes inversiones sobre todo para dotar de servicios a grandes zonas despobladas que los han perdido, pero los expertos sostienen que la alternativa de la inacción sale todavía más cara. Contando "costes sociales" además de facturas contables, "no facilitar esos servicios", o abandonar a su suerte a la Asturias agraria, "va a ser todavía más costoso para todos que actuar", concluye Fernández.
