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JESÚS HERRERA | Pintor, expone en ATM Altamira "El paisaje en el nuevo Occidente"

"Cuantas más pantallas nos ponen delante, más nos fascina ver en vivo un cuadro de pintura"

"El dibujo es la manera de comprender las cosas; de hecho, cuando queremos entender algo, hacemos un esquema"

Jesús Herrera, en la sala ATM Altamira, ante una de sus obras. MARCOS LEÓN

La galería gijonesa ATM Altamira participará, a partir de mañana, en la prestigiosa feria ArtLima, en la capital peruana. Acude con su última apuesta, el pintor alicantino Jesús Herrera (Petrel, 1976), de quien se expone estos días en la sala de Deva "El paisaje en el nuevo Occidente", una muestra comisariada por la historiadora Cristina Ojea. Licenciado en Bellas Artes y becado por la Academia de España en Roma, su obra constituye, entre las jóvenes generaciones de artistas españoles, uno de los más notables y sugestivos intentos por renovar la pintura de paisaje.

-¿Qué es "El paisaje del nuevo Occidente"?

-Un proyecto para analizar el paisaje que desarrollé, a través de un beca de la Diputación de Valencia, en dos megalópolis de Iberoamérica, Ciudad de México y Sao Paulo.

-¿Por qué ese paisaje ?

-Mi pintura es muy clásica, muy occidental. Aquella parte del mundo, en ebullición, es el nuevo Occidente. Vivimos en una crisis de valores. Me enfrenté a ese paisaje con lo que yo llevaba en mi mochila, que es esa relación con la pintura. Lo que he tratado es de reelaborar algo mío y reflejar, a la vez, algo que es nuevo.

-El paisajismo tiene una larga tradición pictórica. ¿Qué hay de nuevo en sus cuadros?

-He afrontado este reto como el análisis de construcción de una serie de elementos que aparecen en un paisaje. Y cómo con eso hago un "collage", un aglomerado, algo verosímil, real. No pinto algo que veo, sino la construcción de lo que veo.

-Esas grandes megalópolis forman parte del asunto de su cuadro. ¿Son paradigmas del tipo de ciudad a la que estamos abocados?

-Sí, aunque son desmesuradas. En ellas vemos problemas y soluciones a partir de la ocupación de lugares. Tienen una parte de construcción muy moderna, que posee su belleza y una marca visual de los tiempos. Y otra parte muy natural que se repite en muchas otras ciudades del mundo, con soluciones habitacionales precarias. Cuando hablen de la manera de vivir en nuestro tiempo, más que referencias a las construcciones de los grandes arquitectos, hablarán de esas otras edificaciones que ocupa y en las que vive la población.

-En su pintura hay citas explícitas de la pintura clásica. Una evidente es la de Caspar David Friedrich. ¿Por qué esas referencias?

-Es un pintor alemán y yo soy español. En Friedrich está el gran paisajismo romántico, el disfrute ante un paisaje que es sublime. Mi pintura tal vez conecta con esa sensación, presente en su pintura, de intentar disfrutar y de dedicarle un tiempo a la construcción de un cuadro, de que la obra tenga un largo recorrido; vamos a ir a un sitio y concederle el tiempo necesario. En mi pintura hay otras referencias, como la de Velázquez, pero es cierto que, si se puede hablar así, he procurado afrontar esos paisajes con ese espíritu con el que intuimos que lo hacía Friedrich. Después, en México, encontré la pintura de José María Velasco. Descubrí a un artista mexicano, formado en Europa, del que me interesó mucho su manera de entender el paisaje. Y en Sao Paulo di con la fotografía, muy interesante.

-Usted es un pintor con una técnica muy elaborada. Toma la tradición y la pasa por un tamiz muy personal. ¿Cómo ve la creación artística contemporánea, con tanta insistencia en lo conceptual, en las instalaciones?

-No se afrontan los cuadros como tal, sino como proyecto. Puedo hablar de mí. Y en mi caso la pintura es mi manera de vivir, de ver las cosas.

-¿Qué puede seguir aportando la pintura a la sensibilidad contemporánea?

-Habrá siempre pintura. Ves un cuadro y ahí hay superficies de pintura, huellas, un tiempo muy distinto al que puedes ver en un monitor con imágenes. Nos hemos acostumbrado a ver pantallas y más pantallas. La pintura tiene como un temblor, una reverberación de esas capas de tiempo. Cuantas más pantallas, más nos fascina y sorprende ver en vivo un cuadro de pintura. Creo que los pintores tenemos ganada la batalla del contacto directo con el espectador. Podrás recoger mucha información en Internet, pero la pintura es una experiencia insustituible.

-Usted es, además, un pintor que dibuja muy bien y al que le interesa el dibujo...

-El dibujo es la manera de comprender las cosas. Cuando queremos entender algo, hacemos un esquema. Hay mucho dibujo estético que no tiene contenido o función; tiene sentido cuando permite la construcción posterior.

-En su obra se anudan muchas cosas: figuración y abstracción, por ejemplo. ¿La síntesis como horizonte?

-Me interesa mucho, realmente, la pintura abstracta. Un buen cuadro abstracto es una gozada, como un niño entre el barro. Como soy bastante miope, cuando pinto de cerca veo cuadros abstractos, pero me alejo y se convierten en obras realistas o figurativas. A veces dicen que soy hiperrealista, pero yo veo otras cosas. Intento no parcelar. Bueno, creo que en mi pintura hay muchos hilos de los que puedes tirar.

-En sus cuadros hay también como la inminencia de algo extraño, que llama a la alerta. ¿Es el tema de su pintura?

-Cuando hago el cuadro parece que hay un lenguaje plástico dulce. Lo que ocurre que surgen referentes periféricos, un conflicto. Es mi manera de crear una tensión.

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