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Méndez Sanz: "Asturias tiene una de sus grandes riquezas en la rivalidad"

El profesor de Filosofía desgrana la conexión de LA NUEVA ESPAÑA con el acervo de la región: "Es una expresión consistente de lo asturiano"

José Antonio Méndez Sanz, durante la charla. LUISMA MURIAS

José Antonio Méndez Sanz, un "gran revolvedor de basura", ha dedicado una parte de su vida a observar cómo se deshacen los lectores de los periódicos. "Perfectamente doblados", con un "respeto", dándolos por muertos con el mismo "carácter casi sacral" que les han otorgado en vida. Llevando el bisturí hasta ese nivel de profundidad, el filósofo diseccionó ayer en el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) la capacidad de conexión "ritual" que LA NUEVA ESPAÑA ha desarrollado con la región a la que sirve. La desembocadura es una certeza similar a la conclusión de que este periódico "es una expresión consistente de lo asturiano". El camino fue un análisis minucioso, con escalpelo de antropólogo, del diario y su relación con el entorno, del objeto "que no es un objeto, sino un lugar o un acontecimiento de confirmación cotidiana de lo asturiano", "un organismo vivo" con plena capacidad de amoldarse al acervo cultural del territorio. "No es algo que se lee, sino algo a lo que se accede, que se ingiere. Un viático, un compañero de camino, un alimento de la vida de mucha gente".

Dedicó el profesor su tiempo a hablar de Asturias a través de LA NUEVA ESPAÑA, y viceversa, celebrando la capacidad del periódico para ahormarse a la Asturias "reticular" que "no es ni debe ser", define Méndez, "una conurbación de un millón de habitantes" uniformada, sino una sociedad que encuentra "una de sus grandes riquezas en la rivalidad. En una rivalidad tensa, no necesariamente dirigida al desempate, sino a darse vida" en la diferencia. Lo que hay entre Oviedo y Gijón o entre Cangas del Narcea y Tineo es más bien, ejemplifica, "un reconocerse desdeñándose".

Utilizando el periódico como indicio, el profesor Méndez Sanz, nacido en Ponferrada, festejó la capacidad de LA NUEVA ESPAÑA de hacerse a Asturias, a la "Asturias comensal", a la región entendida como "una gran mesa ceremonial" donde se celebra la desemejanza, o como "una sociedad violenta" que lo es en la medida en que lo son "todas las que comen mucho juntas". Emerge un ejemplo cuando Méndez, hablando de las "Memorias", de la sección en la que personas sobresalientes repasan sus vidas, afirma que "Asturias es un territorio profundamente anticlerical con una religiosidad popular fortísima. Sin embargo, se nos narra la vida de los sacerdotes con pelos y señales y la lee todo el mundo. Porque más allá de la certeza de que la diferencia puede matarte hay una pertenencia. Es de los nuestros, aunque los mate". El propio Méndez, da fe, experimentó ese reconocimiento hace poco. "Un mendigo me dijo 'te vi en el periódico'" tras ser entrevistado aquí la semana pasada.

Para participar en el gran "banquete" de lo asturiano había que entender ese acervo y LA NUEVA ESPAÑA lo ha entendido, al decir del filósofo berciano, en muchos sentidos. El examen meticuloso de Méndez arranca por las condiciones físicas de la lectura del diario, de la "espera tensa" y la "posición de acecho" del que aguarda por el periódico en el bar al "respeto" al diario de chigre que acaba el día con las hojas "gastadas", pero "nunca desordenadas". El examen avanza por la interpretación certera de la Asturias "reticular" que hacen las ediciones y fluye hacia la dimensión "inabarcable" de sus "estructuras". "No creo conocer a nadie que la lea entera", afirma, pero en la teoría del filósofo esta acumulación es polisémica, ideológica además de temática. Méndez detecta "un fenómeno de totalización en las opiniones. Se abre a todos los aspectos imaginables y a todos los temas posibles. En esto consiste la independencia".

Ilustra la tesis celebrando que la nómina de las colaboraciones abarque "de lo más conservador a lo más progresista y rupturista". O "de lo más sesudo y accesible" -cita al físico Amador Menéndez- a lo jocoso -Javier Cuervo- y lo emocional -Tino Pertierra-; o de la ciencia al arte y la música, o de la filosofía de la historia de Javier Neira al pájaro carpintero que picotea en "El reloj de la Naturaleza", de Luis Mario Arce, de la última página. "No es un diario de izquierdas", concluye, "pero tiene una composición abierta y por eso es más plural e independiente que los que, siendo de izquierdas, marcan una línea clara".

El filósofo había dejado claro de entrada que aquello no era un análisis de la línea editorial, que luego dijo no compartir, sino de "la posición misma del periódico en cuanto que organismo vivo e independiente". Del diario como "asidero" para el que viniendo de la Meseta lo encuentra en el área de servicio de Rioseco de Tapia. De la capacidad de entender Asturias como "una celebración de lo nuestro. No por narcisismo o pueblerinismo, sino por un decir 'aquí estamos, estamos vivos'".

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