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En Bahía de Cochinos se pudo cambiar la Historia

Aurelio Pérez Lugones, de origen asturiano, participó en el desembarco en Cuba de 1961 frustrado por la falta de apoyo de Kennedy

Manuel Artime (izquierda) y Aurelio Pérez Lugones (derecha), junto a un compañero, Alejandro, poco antes del desembarco de Cochinos.

"El triunfo de la operación de Bahía de Cochinos hubiera cambiado el curso de la historia pero Kennedy no autorizó el apoyo aéreo que nos habría dado victoria; todo se torció". El domingo 17 de abril se cumplieron 55 años de la operación fallida, pero Aurelio Pérez Lugones, "Yeyo", nacido en 1937 en Sagua La Grande, (antigua provincia de Las Villas), nieto de sierenses por línea materna y de canarios por la paterna, fue miembro de la legendaria Brigada de Asalto 2506, uno de los 1.400 anticastristas que desembarcaron en la Bahía de la costa sur de Cuba en 1961. Hoy, uno de los últimos cubanos de origen asturiano que vivió aquella odisea, relata aquellos días.

Nunca ha votado por un demócrata y tampoco lo hará esta vez por Donald Trump, el probable candidato republicano. "Yo soy más de Bush y también de Marco Rubio, pero los dos se han retirado". El comentario no es banal. La actuación de Kennedy en Bahía de Cochinos es el origen del escaso cariño que la comunidad cubana profesa al partido del asno, en teoría protector de los derechos de las minorías, al que sí votan el resto de los latinos estadounidenses. Así que lo que pasó en aquellos días de 1961 pesa, y mucho, en el ánimo electoral del exilio que ni olvida ni perdona lo que consideran una traición del presidente que había prometido su ayuda.

Los jóvenes brigadistas aún no sabían lo que pasaría aquel 17 de abril cuando partieron de Nicaragua decididos a establecer un gobierno paralelo al sur de Cuba. Al mando de la operación iba el médico asturiano Manuel Artime Buesa (Manolo), jefe civil de la operación gestada por la CIA con Eisenhower en el poder, para derrocar a Castro, y hecha efectiva con Kennedy. La invasión frustrada, fracaso para el exilio y gran triunfo para Fidel, fue reprimida en menos de 65 horas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba. Murieron más de cien soldados invasores.

Yeyo admiraba a Manolo Artime, nacido el 29 de enero de 1932 en Camaguey, hijo del asturiano Manuel Artime Fernández, fundador del Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR) y líder del grupo de jóvenes de la Acción Católica Universitaria (ACU). Todos integraron la mítica Brigada 2506 que mantiene una asociación en Miami con un museo en la Pequeña Habana, frecuentado por el senador Marco Rubio, líder natural del exilio nostálgico que aún cuenta los días para volver a Cuba, y la cantante Gloria Estefan, hija de José Fajardo, otro veterano brigadista que logró salir con vida de Playa Girón.

La aventura de Yeyo comenzó el 4 de julio de 1960. Los radio-operadores de la Brigada, todos universitarios, de los que formaba parte, fueron trasladados al aeródromo de Opalocka en Miami. Desde allí a Guatemala, para recibir adiestramiento. "Teníamos con nosotros a la élite de las fuerzas aéreas de Cuba. En la parte civil de la Fuerza Aérea de Liberación (FAL), los pilotos de los aviones de transporte provenían de las líneas aéreas comerciales El gobierno estadounidense suministró armas y transporte, pero faltó el impulso final para vencer", cuenta Pérez Lugones.

Aurelio comenzó ingeniería en la Universidad de La Habana e interrumpió sus estudios por el cierre de las aulas provocado por la Revolución que tenía como objetivo derrocar a Fulgencio Batista, fin compartido por la burguesía cubana a la que pertenecía. Así que, igual que hacían muchos jóvenes de clase acomodada, incluido Fidel Castro en su momento, en 1958 viajó a Estados Unidos y se matriculó en la Universidad de Nueva York para continuar la carrera. Allí le pilló el triunfo de Castro en 1959. "Regresé a Cuba de inmediato y cuando vi en lo que se convertía aquello, en 1960 me involucré en las protestas contra el giro a la izquierda del gobierno". Ese mismo año fue llamado a participar en lo que sería la brigada 2506.

Tras recibir adiestramiento en Guatemala, el 17 de abril de 1961 desembarcó en Playa Larga, procedente de Nicaragua. El 2 de mayo fue hecho prisionero. En diciembre de 1962 regresó a Estados Unidos en virtud del canje de presos. "Es muy difícil olvidar algo así; tenía 22 años y unas profundas convicciones católicas".

Aquellas raíces fueron creciendo en el colegio Sagrado Corazón de Sagua la Grande, uno de los centros de Jesuitas de Cuba. Compartió con el comandante las enseñanzas del padre Amando Llorente. "El sacerdote no era ajeno a nuestras actividades en contra de aquel Gobierno que se volvió comunista por sorpresa". Un libro del padre Llorente fue el regalo del papa Francisco a Fidel en su reciente visita a Cuba. "El Papa sabrá porqué, los Jesuitas no hacen nada sin una razón".

En aquel calor agobiante de Playa Larga, al fondo de la Bahía Cochinos (Playa Girón está al inicio) casi muere de sed, durante tres días sin probar líquido. "No me arrepiento de nada. Aquel gobierno tenía visos de totalitarismo. Lo supe el día que escuché a Fidel eso de que todo con la revolución, sin la revolución nada".

Aurelio tampoco olvida las palabras de un vecino chino, huido del régimen de Mao. "Nos dijo que todo lo que estaba pasando ya lo había visto en su país; costaba creerlo, Cuba era un estado avanzado, quién iba a imaginar que llegaría al hambre y a la miseria", relata. "La señal de alerta definitiva fue la implantación de la reforma agraria", añade.

"Desembarqué en Playa Larga como segundo al mando de Inteligencia. Íbamos en tres lanchas, yo salí en la última. Las otras dos fueron ametralladas por un avión castrista". El plan era que la aviación de Castro tenía que ser destruida en tierra. La ayuda de los yanquis nunca llegó".

Artime y Pérez Lugones fueron capturados cerca de San Blas. "Yo estaba tan débil, tenía tanta hambre y sed que trataba de hablar con Manolo y mi voz me molestaba en los oídos". El relato que Aurelio, a sus 78 años, habrá contado mil veces a sus cuatro hijos siempre acaba igual: "Me marché de Cuba en 1960 para participar en algo que iba a estar respaldado por los americanos. Luego me fui para poder vivir en libertad".

En Estados Unidos entró como oficial en el Ejército. Tuvo más suerte que otros brigadistas que murieron en Vietnam. Ya como civil, en Miami trabajó como asistente del administrador de la ciudad de Miami. Sueña con volver a Cuba y no aprueba la apertura promovida por Obama. "Allí no hay democracia, en todo caso, Castrocracia", señala con ironía.

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