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En corto y por derecho

Muebles para el "caso Marea"

Las maniobras de los acusados y su relación con los enseres de la sala del juicio

María Jesús Otero Rebollada, exdirectora general de Planificación, Centros e Infraestructuras en la Consejería de Educación juzgada en el "caso Marea", estaba preocupada antes de entrar a la primera sesión del juicio por cómo iba a declarar. "Me pondrán una silla porque yo no puedo declarar de pie". La tuvo, como todos. Aunque el mobiliario está detrás de una parte importante del llamado "caso Marea", la silla le causó un problema desagradable hace tres años, cuando compareció ante la comisión investigadora de la Junta General del Principado. Entonces entró en la sala Jovellanos, ante los parlamentarios sentados en herradura, y al ir a sentarse la silla se fue y se dio una culada que hizo saltar los corazones. Al levantarse comentó a los reporteros gráficos: "Ya tenéis la foto". El lunes estuvo bien sentada después de pasar por el baño, al tiempo que su abogada, donde se oyó una voz crispada.

Víctor Manuel Muñiz Menéndez, antiguo apoderado de la empresa de papelería y mobiliario de oficina Igrafo, paseaba lo que podía y comentaba: "Hay que andar todo lo que se pueda, que después vamos a estar mucho tiempo sentados". "Estaba mejor ayer", comentaba momentos antes de que se abriera la puerta de la sala.

Otero quería declarar sentada, Muñiz quería esperar deambulando y Paz Rodríguez Pendás, trabajadora del Ayuntamiento de Oviedo, amenazaba con "tumbarse en el suelo delante de los jueces", quejosa e irritada por tener que asistir a todas las jornadas del juicio, en el que es acusada por AVALL de haber recibido de un comercial de Igrafo seis tarjetas de El Corte Inglés valoradas en 1.800 euros. Ella niega que esas tarjetas se la regalara nadie y aduce que no tenía ni capacidad de contratar ni de influir. Sus peticiones del lunes tenían que ver con la distonía cervical, también llamada tortícolis espasmódica, que hace que los músculos del cuello y hombros se contraigan y provoquen movimientos involuntarios de la cabeza. Puede ser una afección dolorosa e incómoda, de distinta gravedad. Como se trataba de discernir cuánto tenía de impeditiva, por sus explicaciones se supo que Paz Pendás no está de baja, que tiene un sillón en su despacho y un asistente cuando debe escribir en ordenador.

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