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El mayor caso de corrupción de la historia de Asturias

Las siete negaciones de la exconsejera

Migoya, principal víctima política del "caso Marea", reprocha a los empresarios que no la avisaran de los manejos de Renedo

Ana Rosa Migoya, a la puerta de la Audiencia Provincial de Oviedo, ayer, antes de declarar en la vista del "caso Marea". MIKI LÓPEZ

"Desconocía absolutamente ese proceder. Si me hubiera enterado antes bien internamente en la administración o externamente, por los empresas, que no me lo dijeron, hubiera actuado con la misma contundencia que en 2010, cuando la cesé y la denuncié y nos hubiéramos ahorrado todos muchos disgustos". La exconsejera de Cultura y Administraciones Públicas elevó el volumen de su voz, que se escuchó alta, clara y, sobre todo, contundente, en la sala de vistas de la Audiencia Provincial de Oviedo. Ana Rosa Migoya, hasta entonces muy tranquila, entró, apenas por un momento, un instante, en modo enfado para dejar ver el poso de amargura que el "caso Marea" ha dejado en la que fuera portavoz del Gobierno de Vicente Álvarez Areces.

La declaración de Migoya se prolongó por espacio de 31 minutos, muchos menos que las dos horas de explicaciones y justificaciones a las que hubo de hacer frente su director general de Modernización, Alberto Pérez Cueto, en respuesta a los abogados de las defensas a los que les toca bailar con la más fea en el macroproceso que ha dejado marcada a la administración del Principado desde hace más de seis años. En la media hora que duró su testifical, el gesto de la exconsejera se tornó mas serio cuando fue preguntada por la contratación de personal a través de empresas que trabajaban habitualmente para el Principado, como había ocurrido con la cuñada del exdirector general de Cultura, Carlos Madera, una práctica de la que se desmarcó por activa y por pasiva: "Jamás, nunca, niego rotundamente que ordenase a Renedo o a nadie que contratase con alguna empresa", declaró Migoya, quien quiso dejar claro que esas contrataciones de personal "no eran asistencias técnicas" y de las que acabó concluyendo que había "ánimo de esconder y de defraudar".

La pregunta de la defensa de Marta Renedo estaba cantada: "¿Y qué se llevaba Marta Renedo con esas contrataciones?". La respuesta de Migoya fue tan breve como poco clarificadora: "Eso no lo sé. Pregúntenle a ella".

La exportavoz del Gobierno, con suéter a rayas blancas y azules en horizontal, no tardó mucho en empezar a negar toda relación con Marta Renedo, desde el minuto uno de su declaración, a preguntas de la Fiscal. "No la conocía, fue el director general Carlos Madera, quien la conocía, quien me la propuso y la nombró jefe de sección". Luego, cuando Migoya asumió Administraciones Públicas, en la legislatura 2007-2011, sería otro director general, Alberto Pérez Cueto, quien la eligió entre varias opciones.

-¿Tenía una especial relación con ella?- volvieron a preguntarle a Migoya los abogados de la defensa.

-Ninguna, no la conocía- repondió la exconsejera.

-¿Tenía conversaciones con ella?

-No la conocía de nada- insitió Migoya.

Así hasta siete veces renegó la exconsejera y exportavoz del Gobierno regional de la que fuera una de sus 37 jefas de servicio en las consejerías de Cultura y Administraciones Públicas de 2003 a 2011. Siete negaciones y una gran decepción: la que se llevó cuando su director general de Modernización, Alberto Pérez Cueto, y el sexcretario general técnico, la pusieron al corriente de las irregularidades de Marta Renedo. "Me causó sorpresa. No lo esperaba de ella, ni de nadie. Me produjo rabia y decepción, por eso actué con contundencia y rapidez".

-¿Habló entonces con ella?

-No.

La exconsejera, puertas adentro de la sala de vistas, no entró apenas en consideraciones personales por la repercusión que el "caso Marea" ha tenido en su vida. Poco más que un "he sido investigada" por la aparición de su "grafía" en algunos de los contratos irregulares, para acto seguido aclarar que "nunca ordené nada que no fuera legal" y precisar que esas grafías "fueron transportadas de otros documentos". Pese al enfado, la declaración judicial de ayer resultó mucho más matizada que la realizada ante la comisión de investigación de la Junta General, en febrero de 2013, cuando rehusó responder a preguntas de los diputados pero leyó un comunicado, por espacio de algo menos de 12 minutos, en el que sostenía ser "víctima de una asombrosa sofisticación delictiva" y de una "mecánica falsaria", en la utilización de su firma.

-¿Era una fotocomposión?

-Eso lo establece el informe pericial de la Policía Científica- se limitó a declarar en la vista de ayer, Migoya, que antes y después de entrar en la Sala conversó en los pasillos de la Audiencia con Carlos Madera y con Joaquín Arce, funcionario que fue director general con Areces y que había advertido de la falta de control existente en el Principado con los contratos menores.

Ya fuera de la Sala y hasta del intrincado Palacio de Justicia ovetense, obra de Francisco Pol, la exportavoz y exconsejera entró en consideraciones más personales sobre el impacto que el "caso Marea" ha supuesto en su trayectoria vital. La principal víctima política de esta operación, que acabó saliendo de la lista del PSOE en las elecciones autonómicas de 2012, reconoció "los perjuicios personales, profesionales y sociales", que le ha acarreado el "caso Marea" pero se manifestó convencida de su proceder. "No me arrepiento de haber denunciado", dijo Migoya de las decisiones que adoptó tras enterarse de las irregularidades de Marta Renedo, a la que se refirió en términos nada elogiosos -por decirlo de forma elegante- ya en la calle y a resguardo de las cámaras y grabadoras. Y por último un deseo, tras más de seis años de calvario, primero político, cuando tuvo que dar explicaciones como portavoz del Gobierno arecista, pero después también personal, cuando permaneció imputada meses y meses que se le hicieron interminables: "Confío en que se haga justicia".

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