Basta con recorrer cualquier carretera española para comprobar un hecho sencillo. La cantidad ingente de casas abandonadas o desatendidas que hay por todas partes. He viajado lo suficiente como para aventurar que pocos lugares debe haber en el mundo, si es que los hay, que tengan tal densidad de edificios en abandono. No estoy seguro de que sea cierto lo que digo, pero además creo que detrás de buena parte de ello podría haber una causa: las herencias.

Es posible que no haya nada tan patrio como el no ponerse de acuerdo, ni siquiera entre familiares, o particularmente entre ellos, hasta el extremo de dejar caer un patrimonio con tal de no ceder una milésima. ¿Alguien aporta otra razón? Soy todo oídos.

Por tanto ahí se podría encontrar la raíz esencial de lo que por ejemplo ha pasado estos últimos tiempos entre gabinetes políticos. ¿Cómo exigir acuerdos entre dirigentes que representan a lo más tozudo del mundo mundial? En España, de cada diez cabezas una piensa y nueve embisten, no es mío, es de Machado, Antonio. También comprendo que, carente de autocrítica, una mayoría estará en desacuerdo con esto que digo. Digo yo. Aquí preferimos echarle la culpa al chachachá.