Javier Fernández oye voces. Voces a su izquierda que invitan a pactos. Voces que desde Podemos, sin mucha convicción y con un puñal escondido, le impulsan a desbrozar el camino que ha visto el PSOE valenciano para ir de la mano a las listas del Senado. Voces que desde IU le empujan hacia "grandes acuerdos políticos" de amplia izquierda a imagen del gobierno autonómico de Valencia, otra vez, o del que patrocina en Barcelona la alcaldesa Ada Colau... Voces que ayer quedaron haciendo eco en el hemiciclo de la Junta sin resonancia alguna en la voluntad Fernández. El Presidente oye llover.

Javier Fernández se escabulló de la "vía valenciana" y de las listas conjuntas al Senado con un rotundo "no pienso hacerlo" y respondió lo mismo de forma distinta, menos desabrida, despachando con una larga cambiada la propuesta del portavoz de IU. En su turno de preguntas al Presidente, Gaspar Llamazares había querido "reflexionar sobre la situación política de Asturias" para decir, antes de que se cumpla un año del mandato en minoría de Fernández, que "es hora de hablar de gobiernos". No pretende "ir tan lejos como han ido el valenciano o el de Barcelona", dice, pero por pedir, sí uno "de ese tipo". O, al menos, uno "con los mismos componentes".

Puede que mañana hablemos del gobierno, como Tip y Coll, porque lo que es aquí y ahora la voz de Fernández dice que hay por lo menos un problema. La campaña electoral. "Me gustaría que no fuera un obstáculo para los acuerdos en este parlamento", dijo ayer Fernández, pero va a ser que no. Al Presidente, vino a decir, le gustan mucho los pactos, pero la neblina preelectoral oculta el interés general y además su ejemplo no es Valencia, ni Barcelona. Tiene otro que está más cerca, en el tiempo y en el espacio, y prefiere, en cuanto a la actitud de los participantes, invocar "el valor simbólico" del acuerdo de concertación que él mismo acaba de suscribir con la patronal y los sindicatos. Y que tuvo un final feliz, avanza, "porque había voluntad de pacto, porque los interlocutores no venían de postureo" y "Asturias necesita pactos valientes, está sobrada de tinglados de teatrillo". Fernández respondía a una pregunta de Llamazares, pero tenía el rabillo del ojo en la bancada podemista. Después, cuando ya estaba contestando a los morados, se lo dijo directamente y más claro. Que no, por su "fariseísmo con nosotros". Que no, "porque a ustedes lo que les importa es el espectáculo". Ni un paso atrás en la confrontación, Fernández siguió por la senda de los que "van al parlamento unas veces con gritos, otras con susurros, otras a besos... Y la gente ya está dejando de tomarles en serio", remató. Les reprochó que se negaran a acordar en Asturias y en Gijón y que ahora pretendan alianzas en el Senado para evitar una eventual mayoría absoluta del PP en la Cámara Alta. Les anunció que pueden llegar a estar cerca en el terreno de la política social, pero nunca en la dimensión territorial porque llevan consigo, dijo blandiendo el programa de la marca podemista catalana, "el derecho a decidir" y con él "el derecho a quebrar, a romper, a erosionar el Estado".

El puñal que escondía la propuesta de Podemos iba dirigido a Vicente Álvarez Areces. Emilio León, portavoz podemista, sabía que Fernández iba a decir que no a una propuesta ya rechazada por su partido y la interpretó a su gusto. El Presidente se niega a la confluencia en el Senado, sostiene León, "porque está atrapado, es prisionero" del expresidente y presumible candidato socialista a la Cámara Alta, muy citado en el juicio del "caso Marea" y en los juicios que sobre el "caso Marea" hace Podemos en la Junta. "No le pedimos que le compre un traje a rayas blancas y negras", siguió sin concesiones el portavoz de los morados, "sino que le desautorice como candidato. De lo contrario, el dilema lo tendrán los votantes entre el PSOE de Areces y el cambio, y no lo tendrán tan difícil".

Hablando de pactos, de las izquierdas y de la campaña electoral, Fernández concedió a Podemos e IU cierta "sintonía con la orientación social" de su alianza electoral y alguna confluencia con el diagnóstico, pero "no con las soluciones" que proponen, "porque no pueden ser gratuitas ni sencillas ni simples ni imposibles. Y estar en la izquierda es pedir a los ciudadanos no sólo su voto, también su respeto. Y no puede haber respeto cuando se proponen soluciones mágicas y milagrosas".

Por si faltara algo, a la tensa sesión preelectoral de preguntas al Presidente no faltó ayer la portavoz del PP, Mercedes Fernández, introduciendo unas supuestas "apuestas políticas" en las que va ganando el pronóstico que pone a Gaspar Llamazares "pasándose al PSOE". El portavoz de IU, con el que la líder popular colecciona una larga lista de desencuentros, respondió, por alusiones, que aquello tiene las mismas posibilidades de ser verdad que otra noticia imposible. "Usted ha pedido el carnet de IU y se lo hemos rechazado".