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PEDRO CRESPO DE LARA | Periodista, nuevo miembro de la Academia de Jurisprudencia

"La prensa debe estar atenta a lo que pide la gente en la calle para servir a los lectores"

"Hay que luchar por una sociedad madura capaz de tener criterio propio sobre las cosas que acontecen, sin tutores"

Pedro Crespo de Lara.

Pedro Crespo de Lara, abogado y periodista nacido en Cantabria y licenciado en Derecho en la universidad de Oviedo, es un pionero. Lo fue como defensor de la libertad de prensa en la agonía franquista y lo es ahora al llevar el derecho de la información a la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, de la que es nuevo miembro.

-Me ha hecho mucha ilusión porque es entrar en el Olimpo del Derecho con una rama nueva a la que he servido en la universidad y en la calle. Es una meta obligada de un jurista activo. Se trata de garantizar que la ley y la justicia se hagan en presencia de la opinión pública. Dar credenciales democráticas al ordenamiento jurídico. Como hombre del derecho siempre me pregunto si las leyes responden a lo que la calle pide. Y yo vengo de la calle porque soy un jurista curtido en el periodismo, y el periodismo es la plaza pública. Es el momento de pedir que se incluya la asignatura en las facultades de Derecho, no solo en las de ciencias de la información.

-¿Por qué eligió Oviedo para licenciarse en Derecho?

-En aquel tiempo era una tradición que la gente de Santander estudiara Derecho en Oviedo, aunque pertenecíamos al distrito universitario de Valladolid. Me fui muy contento y allí fui muy feliz. Hice grandes amigos en esa maravillosa ciudad. Nunca pude entrar en un colegio mayor, siempre llegaba tarde, así que vivía en pensiones. Recuerdo la pensión Pravia, en la calle Argüelles, que era una casa de Troya, vivíamos todo el año unos veinte universitarios y en tiempos de exámenes y junio y septiembre y septiembre se doblaba el número de estudiantes. Tengo un recuerdo delicioso. Había grandes profesores como Torcuato Fernández Miranda, Benjamín Fernández, Ramón Prieto Bances... Todos muy reconocidos por la sociedad ovetense.

-¿Había tiempo para divertirse?

-Ya lo creo, íbamos por los chigres al atardecer, a Los Monumentos a bailar los sábados y domingos. Recuerdo los paseos por la calle Uría en las horas punta del mediodía y media tarde, las aceras estaban llenas de gente y, de pronto, mirabas atrás y como por arte de magia había desaparecido todo el mundo. Había cafeterías en las coincidíamos los estudiantes con los catedráticos tomando el café y nos saludábamos porque nos conocíamos todos. Ahora ya no funciona así, me temo. Cuando llegaba un catedrático nuevo era un acontecimiento, porque tenía un gran prestigio social.

-Y del Derecho en Oviedo al Periodismo en Madrid.

-Siempre tuve la vocación literaria y en el periodismo me sentía como pez en el agua. Inicié los estudios ya talludito pero yo era ya periodista en la práctica como presidente de la agrupación nacional de prensa diaria. Me examinaba cada año asignatura por asignatura.

-Meses antes de morir Franco publica "El Artículo Dos", un histórico estudio crítico de la Ley de Prensa de 1966 impulsada por Manuel Fraga que suprimía la censura previa pero con trampa...

-Es que el artículo 2 de esa Ley ponía límites y era tan vaporoso que era muy fácil despeñarse. Aquel libro, un análisis riguroso de todas las sentencias que pusieron fin a las infracciones del artículo 2, ponía tan de manifiesto que aquello no podía ser que el ministro de información, León Herrera, dijo en la feria del libro en Madrid que era uno de los títulos mas importantes y declaró defensor de la derogación del artículo.

-¿El futuro de la prensa?

-La transformación de las nuevas tecnologías, la crisis económica y la reducción de la publicidad obligan a encontrar una fórmula para el futuro que ahora no la sabe nadie aunque se están dando buenos pasos para garantizar que el periodismo pueda seguir prestando un servicio a la sociedad: informar de lo que pasa con rigor e imparcialidad.

-¿Imagina un mundo sin prensa de papel?

-No, mi generación no puede imaginar algo así, pero no cabe duda que las nuevas generaciones se informan más on line, según las estadísticas. Pero son modelos que pueden convivir, lo que lees en la pantalla no lo asimilas ni lo conservas de la misma forma que si lo haces en papel. Lo que es importante es que, como en cualquier profesión, haya profesionales bien formados y expertos, no podemos cambiarlos por gente que empieza, es imposible sustituir a profesionales cuajados por otros inmaduros.

-Pablo Iglesias denunció la falta de libertad de algunos periodistas en sus medios.

-Una tontería. Cada periodista sabe en qué empresa trabaja y cuál es su línea y su estilo, y cómo moverse en ese mundo. La pluralidad significa que cada periódico debe informar respetando la verdad pero a su modo.

-Si volviera a tener 20 años, ¿estudiaría lo mismo?

-Sí, y trataría de hacer un periódico, me gustaría ser editor partiendo del modelo de las buenas cabeceras ya existentes y tratando de mejorarlas. Lo importante es estar muy atento a lo que pide la gente en la calle y completar la receta que permita servir a los lectores.

-¿Internet es campo propicio para los abusos, especialmente las redes sociales?

-Es algo con lo que hay que contar y hacerles frente con las medidas que marca la ley, y además esos posibles abusos no dañan a la larga la libertad, que es el mayor bien que tenemos pero que a veces trae consigo consecuencias indeseables.

-¿La lucha contra el terrorismo puede poner en peligro el derecho a la información?

-Es muy peligroso pedir que no se informe de determinadas cosas. No, hay que luchar para que la sociedad sea más educada, formada y madura, capaz de tener un criterio propio sobre las cosas que acontecen, no se puede tratar de ser tutores de esa multitud.

-Cuénteme su relación con Kenia.

-Paso temporadas allí desde hace 30 años, incluso aprendí suajili. Es un idioma muy difícil, hablo con los nativos y se mueren de risa. Es una experiencia muy enriquecedora porque allí no eres nadie, y desde el anonimato puedes observar las cosas sin prejuicios, con un criterio limpio.

-¿Nos despedimos en suajili?

-Claro. ¡Kwa heri!

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