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CELESTINO GARCÍA DE LA NOCEDA | Jefe de proyectos de investigación geotérmica del IGME

"Sostener la minería asturiana tiene todas las dificultades del mundo y es carísimo"

"Debería pensarse en una estrategia energética; el fracking está parado, pero los proyectos no están abandonados"

Celestino García de la Noceda, durante su última conferencia en la Escuela de Ingeniería de Minas, Energía y Materiales de Oviedo. PEDRO H.

Celestino García de la Noceda es jefe de proyectos de investigación geotérmica del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). El jueves ofreció una conferencia en la Escuela de Ingeniería de Minas, Energía y Materiales de Oviedo en la que explicó las actuaciones de la Administración central para el fomento de la energía geotérmica como solución renovable.

-¿Qué es la geotermia?

-Se trata de aprovechar que la Tierra suelta calor. Hay zonas donde hay mucho como al lado de los volcanes, o donde existe tectónica de placas, como la falla de San Francisco. Se trata de que se calienta la masa de agua, se extrae y se saca el calor.

-¿Y dónde no existen esas características?

-La tierra, a 10 y 15 metros de profundidad, tiene una temperatura constante todo el día y todo el año. En una época se utiliza el subsuelo como almacén, y en otra se le extraen grados de calor.

-¿Cómo se hace eso?

-De manera muy simple, se perfora el suelo y se introduce una bomba de calor, y por un tubo se mete agua en un circuito cerrado. Se hace circular el agua, que se calienta, se pasa a un intercambiador que existe en la bomba de calor; el agua vuelve y el calor se envía al edificio. Como si fuera el funcionamiento de una nevera, que tiene una bomba de calor, coge aire de fuera frío, lo calienta y sale el calor.

-¿Esta energía es económicamente rentable?

-Hombre, si a los americanos les sale bien... (se ríe). Los de Ikea son suecos, y utilizan la geotermia en todas partes. Es más, en todos sus centros comerciales exige estudios de geotermia. En España lo ha hecho en tres instalaciones en Jerez de la Frontera, Valencia y Castilla.

-¿Cuánto cuesta instalar ese sistema de energía renovable y cuánto se tarda en recuperar la inversión?

-Hablamos de calefacción, agua caliente y refrigeración (aire acondicionado). En una vivienda unifamiliar de unos 150 o 200 metros cuadrados puede andar por los 30.000 euros. La media de recuperación de la inversión son siete u ocho años.

-¿Por qué la geotermia no tiene el auge de otras renovables?

-Tuvimos muchas dificultades hace unos años, porque el código ético de edificación exigía que todo edificio nuevo utilizara energía renovable, solar, térmica u otra. Como nosotros usamos elementos para calefacción y refrigeración, en algunas comunidades autónomas nos decía que la geotermia no era energía renovable. En Asturias y en Madrid, por ejemplo, la admitían, en Cantabria y Cataluña no. Pero al final, una directiva de Bruselas la admite como energía renovable. A partir de 2006 empezaron las subvenciones. No resuelve el problema económico, pero es la cucharilla que hace abrir la boca y facilitó que aumentara el número de instalaciones.

-¿Cómo sitúa a Asturias en el desarrollo y aplicación de energías renovables?

-Lo lleva bien. Normativamente se actúa con mucho criterio y sin conflictos. Mire, en el Norte la energía solar térmica estéticamente tiene dificultades, pero además aquí... sol, sol, pues se ve cuatro días. La biomasa podría funcionar bien, y también se podrían hacer híbridos. La fotovoltaica es más complicado. La geotermia tiene mucho sentido, aunque aquí no estamos acostumbrado al aire acondicionado. Pero la demanda va a ser creciente porque es una solución muy cómoda y que tiene los dos sistemas. Es fácil de hacer, de instalar y no roba espacio.

-¿Y por qué no se empieza a instalar por los edificios públicos?

-Todas las administraciones tienen el mismo problema: no hay dinero. Había un programa de ahorro y eficiencia energética, y se daba subvenciones a empresas de servicio energético para impulsarlo, pero eso aumentaba el déficit y la deuda, y Bruselas lo cortó. Al cierre de 2018 todos los edificios públicos debían de tener un consumo casi nulo. Pero se eliminó el programa y se acabó.

-¿Es buena idea acabar con el carbón? En otros países se quiere apostar ahora por él.

-Nuestro carbón, el asturiano, sirvió para lo que sirvió y ahora pensar en él no es fácil ni viable. Sostener la minería de Asturias tiene todas las dificultades del mundo y es carísimo. Hay que pensar otras soluciones e impulsarlas para crear empresas, sectores y empleos nuevos.

-¿No hay ideas?

-Debería de haber una estrategia, pero hace 10 años que España abandonó esto.

-¿Y Asturias?

-Tenemos unas térmicas con interés en ciclo combinado, y el gas natural supone una dependencia fortísima de países muy conflictivos. Y tenemos biomasa y geotermia. Debería pensarse en hacer algo.

-¿Qué opina del fracking? En el Principado se concedieron licencias para investigar pero está todo parado.

-En todas partes. Por un lado, por un problema económico ligado al precio de los hidrocarburos. Y por otro, por la contestación social, que lo hace imposible. Pero eso no significa que los proyectos estén abandonados. Sólo están esperando una coyuntura mejor. Habrá que esperar 10 o 15 años. Es como con la energía nuclear. Si no hubiera sido por el accidente de Fukushima (en 2011), el estado anímico social hacia esa energía era el más favorable que había visto en mi vida.

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