Día 11 de septiembre de 2015. Estábamos esperando que llegase ese día con mucha ilusión para ver en la ecografía de las 20 semanas de embarazo si el bebé que venía en camino estaba sano y saber si era niño o niña para decidir finalmente el nombre. Teníamos el día completamente planificado. Para nosotros era como un día festivo, lo dábamos todo por hecho. En el fondo, no contemplábamos la posibilidad de que hubiese problema alguno.

Ese día acudimos al HUCA a la hora citada y nos toca el turno para pasar. La doctora nos explica la finalidad de la ecografía y comienza a realizarla. Nosotros veíamos que no paraba de revisar la misma zona del cuerpo del bebé. Nos preguntó si nos gustaría saber el sexo del bebé, le confirmamos que sí, nos dice que es niño, y vuelve a mirarlo todo y a revisar lo anterior. Nos dice: "Cuando finalice os lo explico todo". En ese instante en el que notábamos tanto silencio, los gestos de seriedad, preocupación... cambiaron todos nuestros planes.

Un órgano del bebé no estaba formado como tenía que estar en la semana 20.ª de embarazo. A partir de esa semana comenzó un seguimiento exhaustivo del embarazo, cada quince días acudíamos a la consulta para revisar ese órgano mediante ecografías. Y sólo tenemos palabras de agradecimiento al personal del HUCA de diagnóstico prenatal y obstetricia, la doctora María Vázquez, el doctor Francisco Moreno, la doctora Escudero, enfermería, auxiliares de enfermería, la matrona Eva Menéndez, del centro de salud de Ventanielles, y a todos los profesionales que nos acompañaron durante el embarazo por la gran profesionalidad mostrada y aún más si cabe su humanidad. Nunca podremos agradecer suficientemente su trato.

Mis dos embarazos fueron controlados exclusivamente por la sanidad pública, y en ningún momento pensamos en escuchar una segunda valoración; confiamos al 100% en sus palabras, ya que el buen trato y la confianza mostrada, aun escuchando diagnósticos que nunca te hubieran gustado escuchar, nos transmitieron seguridad.

La vida está llena de sorpresas, unas deseas que pasen y otras aunque en principio no las querrías luego no sabrías vivir sin ellas. Nuestro hijo, sin haber nacido, ya nos había enseñado muchas cosas: humildad, aceptación, fortaleza. El 29 de enero nacía un bebé sano, con ganas de comerse el mundo.