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ANDRÉS RÁBAGO, "EL ROTO" | Dibujante satírico y pintor, expone en el Barjola

"Estamos en un proceso de involución camino de una dictadura invisible"

"Ha habido un momento en que en España votaba la esperanza, pero de nuevo ahora votará el miedo"

Andrés Rábago, ayer, en el Museo Barjola, ante una de sus obras. A. GONZÁLEZ

Andrés Rábago (Madrid, 1947) son dos. Uno se llama "El Roto" y así firma sus viñetas satíricas en prensa, con las que se ha convertido acaso en el más afilado analista de la crisis y sus consecuencia. Pero hay otro: el Rábago pintor, cuyos lienzos funcionan como tratados de metafísica. Los dos confluyen en la exposición titulada "Inventario", que ayer se inauguró en el Museo Barjola de Gijón. Rábago siempre busca bajo las apariencias. En sus viñetas, detrás de las apariencias sociales, económicas y políticas. En los lienzos, levanta el velo de la superficie para adentrarse en "el territorio del espíritu, del alma". Los dos Rábagos hablan de la vida humana. En los dos campos trata de activar "los mecanismos internos del hombre que están con poco adormecidos" Se expresa con profundidad y precisión. Sin balbuceos, sin arrogancia. Es menudo.

-Sus viñetas parece que dicen siempre: "¡despertaos!"

-De hecho hay un dibujo que no he publicado todavía en el que un demonio le habla a un hombre dormido y le dice: "Despertad, despertad y dormíos del otro lado". A veces parece que despertamos, pero lo que hacemos es cambiar de sueño. Estamos en un sueño permanente en el que vamos de un lado a otro pero no acabamos despertar del todo.

-¿Una viñeta de El Roto te amarga el día?

-No es mi voluntad ni ser una Casandra ni amargar. Sino poner un poquito de luz en esos territorios que permanecen en la sombra. Curiosamente una sombra producida por un exceso de luz. El exceso de luz de los aparatos electrónicos, el exceso de luz de una información permanente pero obtusa.

-¿El Roto fue el primer indignado de este país?

-La palabra indignación no es una palabra que use. A veces tanto la indignación como el enfado limitan y dificultan la capacidad de análisis. Hay que mantener la cabeza más fría para ver las cosas. La indignación muchas veces se queda en eso, en indignación, si no hay posteriormente una respuesta. Es una especie de fiebre que indica que hay una enfermedad. La fiebre a veces cura, es una de sus funciones, pero otras veces produce malos estados alucinatorios.

-¿El movimiento de los indignados del 15-M los produjo?

-Sí. Yo creo que produjo la alucinación de creer que ya todo estaba hecho. De que ya con esa misma fiebre nos habíamos curado. Y no es así. Hemos descubierto que también en la fiebre hay patógenos. También dentro de esos movimientos hay patógenos. Hay que detectarlos y hacerlos a un lado. Pero es difícil. Los patógenos son patógenos en todos los sectores y saben cómo adaptarse al lugar.

-¿El Roto hubiera sido el mismo sin la crisis?

-El Roto viene desde finales de los 70. Ha atravesado muy distintas épocas. Revisando algunas de las cosas que ya estaban en ese Roto inicial muchas todavía tienen vigencia. No ha cambiado tanto la sociedad desde entonces. Mantenemos una especie de flujo y reflujo de problemas que no acabamos de solucionar. En los primeros tiempos, lo que pretendía El Roto era dar voz a los que estaban en la calle sin voz. Muchos de los dibujos originales eran gente de la calle que hablaba. Luego se ha diversificado y se ha ampliado a casi la totalidad de la población. A cada uno de los sectores. Ahora es la mirada de alguien que intenta comprender lo que está pasando, sin más. En origen era un dibujo muy roto muy destartalado, de ahí surgió.

-Quizá luego todos nos rompimos un poco...

-Los cuerpos obviamente llevan mal el paso del tiempo, pero las mentes y las almas son mucho más permanentes.

-He leído que usted dice que no es pesimista.

-No soy nada pesimista. La pintura es la mitad de mi vida, la mitad de mi comprensión de la realidad, y eso te indica que no habría motivos para el pesimismo, pero sí motivos de preocupación. No es lo mismo. La preocupación viene del hecho de creer que las cosas pueden ser resueltas y, por lo tanto, te ocupas de ellas. Yo creo que no sólo puede ser resuelto sino que debemos resolverlo y podemos hacerlo. Pero no podemos resolverlo sólo desde el ángulo de lo estrictamente social, político o económico. Mi tesis es que no hay posibilidad de revolución, o de cambio para no ponernos grandilocuentes, si no hay una transformación personal. Hemos asistido durante mucho tiempo a procesos revolucionarios que han terminado volviendo al punto de origen. Hemos vuelto en demasiadas ocasiones de una libertad a una dictadura. Ahora mismo estamos en un proceso de involución que casi no vemos, pero que lleva camino de convertirse en una dictadura invisible. No nos falta demasiado para eso. No es tan evidente ahora como antes, pero todos somos escuchados. Saben todo de cada uno de nosotros. Estamos metidos en un sistema de vigilancia carcelario. Estamos metidos sin que nos demos cuenta. La única salida es un proceso de evolución personal. Si nosotros modificamos nuestra manera de ver, estamos transformando esa realidad.

-Entonces la diferencia con otras dictaduras del pasado es que ésta es invisible, que no nos pasean por delante grandes retratos de Stalin, por ejemplo.

-Ahora las imágenes de Stalin son imágenes de objetos deseables. De coches, de chicas en bikini, imágenes que ocupan espacios que ocupan la realidad y la suplantan. Crean deseos en vez de frustrar esperanzas. Al final el resultado no es tan cruento pero sigue siendo igualmente incapacitante.

-Ese holocausto no se ve.

-No se ve si no miras. Pero se ve si lo analizas. Por eso el deber de la sátira es poner en evidencia esas paradojas y trampas visuales. Hay muchas trampas visuales en lo que se nos presenta. Hay que descubrir esas trampas. En vez de entretenernos en jugar al juego de los cinco errores, ese pasatiempo, podríamos intentar descubrir esos cinco errores en cada imagen que se nos presenta.

-¿Qué ve usted en la situación política actual de España?

-Este impasse político ha sido profundamente negativo porque el elector partía de una esperanza y una ilusión y se ha sentido frustrado y desesperanzado. La segunda vuelta a las elecciones será mucho menos alegre y esperanzadora que la anterior. Los que se presentan son los mismos, pero los electores, no. Entonces está por ver qué ocurre. De todos modos es una constante que los miedos son los que votan. Ha habido un momento en el que votaba la esperanza y yo creo que ahora de nuevo vota el miedo. Y el miedo no es un buen asesor electoral.

-¿En tan pocos meses matamos la esperanza?

-No el elector, no es la sociedad quien la mató. Ha sido una responsabilidad clarísima de los líderes políticos. Han cometido errores de un calibre inconcebible. Eso es un punto a tener en cuentas, si es que no hay por detrás de todas las apariencias unas barreras que desconocemos que impiden los libres movimientos políticos. Si no hay tabúes establecidos para que ciertas cosas no puedan darse, cosa que también puede ocurrir.

-Habla de?

-Hablo de lo que realmente manda en el mundo. De esa hegemonía del poder económico-financiero invisible pero permanente y presente en todos los aspectos que realmente tienen cosas que se juegan en serio.

-¿Esa forma de pensar es conspiranoica o realista?

-No creo que exista una conspiración, hay un poder establecido y evidente que juega sus bazas y lo hace con mucha eficacia.

-Reconocer eso es reconocer que no somos nada.

-Yo digo lo contrario. Hay que rebelarse contra eso. No sólo no somos nada, sino que somos todo. Lo que no es nada es lo que se nos presenta como todopoderosos. Si actuamos a partir del miedo que nos da ese fantasma, si rompemos el tabú y observamos que detrás de esa sábana no hay nada, en ese momento el fantasma pierde su poder y eso es lo que nos hace libres.

-¿Nos hace falta una mayor conciencia ciudadana?

-Personal. Cuando hablamos de los ciudadanos, de lo social, nos estamos extrayendo de nosotros mismos, estamos formando parte de un territorio de lo numérico que ellos dominan. En cambio, cada uno de nosotros dominamos el territorio de lo personal, que es lo real. Lo otro es una ideología.

-¿De dónde salen sus viñetas?

-Leyendo la prensa. Yo soy un lector de prensa. De prensa de periódico de papel. En esta parte tengo la tesis un poco paranoica de que hay una voluntad de que el papel desaparezca porque el papel fija pensamiento, mientras que Internet diluye el pensamiento, es un fluido continuo en el que no puedes fijarte en nada porque está sustituido por lo que llega inmediatamente. En el papel te puedes fijar y eso es lo que permite también que tu mente se estructure. Separa unas cosas de las otras. Tú no puedes estar leyendo dos cosas simultáneamente: el resultado de un partido con un subtexto del resultado de una guerra. Eso lo que crea es un caos mental en el que está metida gran parte de la sociedad.

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