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Mucha oferta, mucha duda

Escoger los estudios superiores representa para una mayoría de adolescentes la primera gran decisión que deben tomar ellos solos, lo que les genera miedo y bloqueo

Mucha oferta, mucha duda

Muchos de los estudiantes que participaron estos días en las pruebas de Selectividad en Asturias aún no tienen claro hacia dónde van encaminados sus pasos académicos. Los que anteayer afrontaron las pruebas de la fase específica lo hicieron precisamente porque necesitan nota para acceder a estudios en Facultades con plazas restringidas.

Una reciente encuesta a más de 800 alumnos asturianos de Bachillerato demostraba que solo el 27% sabía qué estudios iba a abordar. Los demás, casi las tres cuartas partes del colectivo, dudan. Y un 7% de los encuestados se declara "perdido". Nunca hubo tanta información universitaria, pero las dudas permanecen.

Las causas de las dudas:

Una oferta inabarcable. Una Universidad de tipo medio como la de Asturias oferta para el próximo curso nada menos que 60 grados. En lo que respecta a los ciclos formativos de Grado Superior se pueden estudiar en Asturias 54 distintos. Hay en la Universidad de Oviedo 16 grados diferentes de ingenierías. En treinta años la Universidad española ha multiplicado por diez su oferta académica. Y a mayor oferta, aunque suene paradójico, mayores dudas.

Una información descontrolada. En los últimos años se multiplican las iniciativas empresariales e institucionales en busca de matrícula universitaria. El marketing, al que la Universidad vivió ajena durante siglos, se ha convertido en un factor vital. Las nuevas tecnologías colaboran a acercar una oferta a veces idealizada.

Una generación poco acostumbrada a decidir. Para algunas cosas, muy adultos. Para otras muchas, muy niños. El alumno llega a los 17 años sin haber tenido que tomar una decisión importante en su vida porque la familia se lo dio todo hecho. Elegir estudios es para muchos la primera decisión personal que intuyen vital. Y eso produce miedo, dudas y bloqueo.

Consejos para combatirlas:

Estudiar lo que realmente gusta. Al margen de expectativas laborales, que son cambiantes por cierto, y al margen de los consejos del entorno, que hay que tenerlos en cuenta pero dentro de un orden. Estudiar lo que a cada cual le gusta es una garantía de futuro, inmediato y a largo plazo. Los gustos del alumno deberían ser el primer elemento de elección.

No ponerse límites. En todo caso los límites los marcará la realidad. Cada cual intuye sus posibilidades, pero más allá de las capacidades están otras cualidades: tenacidad, constancia, método... No matricularse en un grado pensando que no va a poder responder a sus exigencias es un error mayúsculo.

Acabar con los tópicos. Los tópicos distorsionan, y la Universidad está llena de ellos. Estudios "imposibles", carreras facilonas que se sacan con la gorra, catedráticos despiadados, grados que son fábricas de desempleados... Hacer caso a los tópicos reduce posibilidades de acierto.

Descartar el síndrome del "no retorno". Si las exigencias académicas son excesivas o los estudios no respondieron a las expectativas del alumno, un paso atrás no significa una pérdida de tiempo ni un fracaso. El sistema es flexible en materia de convalidaciones, todo vale para el currículo, y de lo que se trata es de acertar cerrando unas puertas y abriendo otras.

Saber motivarse. A pesar de la información y de la oferta amplísima muchos alumnos abordarán sus estudios superiores sin convencimiento: estudio esto porque no sabía qué estudiar... Que esa falta de convencimiento no suponga un arranque a medias. Motivarse es también una exigencia académica.

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