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Apuntes De Mecánica Política

Vuelve la calculadora electoral

Los partidos preparan sus estrategias para unas elecciones en las que la pregunta no parece tanto quién ganará como quién gobernará

Vuelve la calculadora electoral

A las puertas de la campaña electoral, los partidos vuelven a sacar las calculadoras. Sondeos, prospectivas, proyecciones: todo son intentos de anticiparse al resultado definitivo e inapelable que establecerán las urnas la noche del 26-J. Con el conocimiento de lo que ocurrió el pasado diciembre, los españoles acuden a las próximas elecciones generales no con la pregunta de quién gobernará, sino con la de si habrá siquiera gobierno.

Estas nuevas elecciones no tienen tampoco la contundencia de una segunda vuelta y pueden terminar arrojando un resultado que establezca un nuevo rompecabezas. Como nadie espera un radical cambio de tendencia del electorado, los partidos se pelean sobre todo por lograr atraer o retener un puñado de escaños.

Un elemento nuevo entra en escena: la alianza por la que Podemos e Izquierda Unida concurren de manera conjunta y bajo el nombre de Unidos Podemos en todo el territorio nacional. La duda es si esa coalición logrará sumar todos los votos que ambos partidos obtuvieron por separado, si por el contrario cada uno de los integrantes perderá un porcentaje o si, sorpresivamente, lograrán un impulso gracias a la caída del resto de contrincantes.

En Asturias, la ley d'Hont no deja mucho lugar a la sorpresa. Resulta muy complicado el baile de diputados con el reparto de las elecciones del pasado diciembre y todos los partidos reconocen que ahí pocas novedades se esperan. Si tuvieran que hacer apuestas la harían al reparto actual: tres diputados para el PP, dos para PSOE y Unidos Podemos, y uno para Ciudadanos. Sí hay dos incógnitas clave para interpretar el resultado en el Principado: si Unidos Podemos logrará superar al PSOE en número de votos, y si esta coalición consigue arrebatarles a los socialistas su senador.

El clima parece prever un descenso de la participación que, según fuentes de los diferentes partidos políticos podría suponer una caída del 7 o el 8 por ciento respecto a la de los pasados comicios. ¿Será homogéneo el impacto de esos abstencionistas en las diferentes siglas? No lo parece.

Las quinielas atribuyen al PP una mejor capacidad para resistir el impacto de la abstención. Incluso con una probable recuperación de votos que en diciembre fluyeron a Ciudadanos. Los populares trabajan con ese objetivo y redoblarán las críticas a la formación naranja. El PP estima que hay aproximadamente medio millón de votantes populares en toda España que se quedó en casa. Y que existió una fuga de votos al partido de Albert Rivera en la confianza de que Ciudadanos se mostraría como un incuestionable aliado del PP. Por eso, ellos dirigirán sus críticas al acuerdo alcanzado entre Rivera y el socialista Pedro Sánchez tratando así de que regrese ahora el votante de centro derecha que vio en la formación naranja una alternativa que no perjudicaba al PP. Para ese ataque contarán con la ayuda de Foro, confiados en que el posible impacto negativo de la alianza en Asturias con los de Álvarez-Cascos, si lo hubo, ya se produjo en diciembre.

En Ciudadanos son conscientes de esta dificultad y no piensan caer en las provocaciones. Los de Albert Rivera fijan su mirada en el beneplácito demoscópico que le proporcionó a Ciudadanos mostrarse como una formación abierta al diálogo, aunque luego ese ascenso en las encuestas terminase por descender. Por eso, dirigirán su mensaje al elector moderado que detesta el navajeo habitual en la política. Si el PP cree que pescará bastante en el llamado "voto útil", Ciudadanos considera que el voto más útil es el que se dirige a quien está dispuesto a acuerdos: también con los populares, porque la alianza con el PSOE ya está olvidada en la formación naranja, que la define como fruto de unas circunstancias específicas y no de una empatía ideológica.

Donde está más revuelto el panorama es en el lado de la izquierda. Los partidos parecen más interesados en disputarse unos a otros los votos que en promover un vuelco electoral. Podemos llega a las elecciones con síntomas de desgaste que ha tratado de camuflar aliándose con Izquierda Unida, que por contra se encontraba en una tendencia alcista. Con todo, la suma de votos de ambas fuerzas en Asturias es superior al que obtuvo el PSOE, por lo que los integrantes de Unidos Podemos tienen en ese "sorpasso" uno de sus principales objetivos electorales, convirtiéndolo en argumento para forjar una alianza estable con las miras en las próximas autonómicas.

Pero en política dos más dos no son cuatro: las alianzas pueden causar rechazo en una parte del electorado de cada socio. Por eso los socialistas dirigirán buena parte de sus fuerzas a atraer a los votantes de IU que cuestionan el abrazo de Podemos y en ganarse a simpatizantes de Podemos que puedan ver en la nueva coalición un giro demasiado brusco a la izquierda. Mientras el PSOE intentará convencer a los votantes más proclives al perfil de Iñigo Errejón que al de Pablo Iglesias, Podemos Asturias convertirá en un objetivo estratégico arrebatarle al PSOE su senador: para más señas el expresidente Vicente Álvarez Areces. No es complicado, porque la lógica del reparto de escaños establece que el partido ganador en Asturias se llevará tres senadores y el cuarto recaerá en la formación que acabe en el segundo puesto. Areces está dispuesto a dar guerra, sacando a la palestra todos los apoyos que alguna vez obtuvo en su larga trayectoria política.

Esta campaña traerá estrategias distintas: los socialistas intentarán movilizar a su militancia con actos más pequeños, sectoriales y en el marco de las agrupaciones locales. Podemos, por su parte, optará por la "campaña de guerrillas", con numerosos actos, casi en un cara a cara con los electores.

Cuando el 26-J se conozca el resultado, todo parece indicar que habrá lecturas de desgaste y refuerzo más que de ganadores y vencidos. En estas generales cada partido compite consigo mismo antes que con el contrincante. Y según ese resultado, la noche electoral se hará especialmente larga y severa para algunos.

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