El urogallo cantábrico es una de las doce subespecies de urogallo común que hay en el mundo. El macho se identifica por su aspecto corpulento y plumaje oscuro, con cuello coloreado en azul verdoso y cola larga, que despliega en forma de abanico cuando se pavonea en época de celo. Un rasgo distintivo es su ceja roja y su peso oscila entre los 3 y 4 kilos La hembra por su parte es de menor tamaño y tiene un plumaje pardo para poder camuflarse en el campo. Pesa la mitad del macho, entre los 1,2 y los 2 kilos.

Entre abril y mayo tiene lugar la puesta, formada por entre seis y diez huevos. La hembra, la única que se ocupa de la incubación, busca lugares recónditos en el suelo del bosque para establecer un nido formado por plumas, ramas y hojas. Tras unas cuatro semanas de incubación, eclosionan los huevos. Las hembras conducen a las crías hacia zonas soleadas, donde abundan los insectos y hay cobertura de matorral para protegerse de los depredadores.

Los pollos del urogallo, a diferencia de sus progenitores, son insectívoros, al menos durante el primer mes de vida. Se alimentan de pequeños invertebrados como orugas, hormigas y saltamontes, que cazan por sí mismos y que les aportan las proteínas suficientes para crecer más rápido y sobrevivir en esta delicada etapa. Además son nidífugos, es decir, abandonan el nido nada más nacer.

Es un ave muy longeva, ya que puede vivir hasta veinte años y recibe el nombre también de faisán o gallo del bosque.