-Un consejo para el Camino.

-El Camino de Santiago no es una carrera. Mejor disfrutarlo sin prisas. No tiene sentido forzar ni pensar que el único objetivo es llegar a la "meta". Se necesitan peregrinos con curiosidad.

Rubén García Blázquez nació en Pamplona en 1976. Periodista freelance ligado desde hace diez años a la Ruta Jacobea en cada uno de sus ramales (ha firmado 13 guías hasta la fecha), es el autor del trabajo de campo, kilómetro a kilómetro, de la obra Caminos del Norte que LA NUEVA ESPAÑA comienza a distribuir junto al periódico del día a partir del domingo. Son 24 entregas semanales de un proyecto que es mucho más que una práctica guía de viaje: libro para adentrarse en el corazón de Asturias.

-¿Cuál es la principal aportación de su trabajo?

-He tratado de hacer algo que le sirva al peregrino en general, sobre todo a aquellos que abordan el Camino o alguno de sus tramos por vez primera con información muy detallada, pero también para descubrir paisajes, paisanajes, monumentos y etnografía alrededor del Camino. A veces lo más cercano es lo que menos se conoce.

-Las primeras entregas se centran en el Camino Primitivo.

-Es una ruta que engancha. Ojalá la Administración no caiga en la trampa del turismo por el turismo. Son paisajes puros y tiene incluso una parte inhóspita muy atractiva. Fue el primer Camino de mi vida.

-¿Cómo recuerda aquella experiencia?

-Fue en marzo hace ya más de una década. Colaboraba con una guía, lo propuse y me lo aceptaron. Me pasé diez días de camino sin encontarme con un solo peregrino. Por el libro de visitas de los albergues sabía que había uno que me precedía con un par de días, pero nunca llegué a alcanzarle. Ahora esa soledad es algo impensable.

-Y ahora volvió. ¿Cómo encontró ese primer camino histórico hacia Santiago?

-Se nota el paso del tiempo, pero sigue siendo una ruta bastante virgen. Es fundamental una mayor regulación de albergues y la restauración de algunos de los mojones, pero en general yo creo que Asturias está haciendo las cosas bien. Es importante mantener el equilibrio poniéndoselo un poco más fácil al caminante pero sin artificiosidad. El Camino de Santiago no es una autopista.

-¿Cómo trabaja sobre el terreno?

-Me convierto en un peregrino más. De hecho voy a recorrer estos días tramos del Camino de la Costa con mi mochila y mi libreta de notas. Me gusta hacerlo así, con GPS para medir distancias de forma muy precisa. De hecho medimos hasta el porcentaje de tramos de pavimento y de tierra. Y por supuesto paro en albergues.

-Sin prisas, decía...

-Por supuesto. La mejor forma de vivir el Camino es recrearse en lo que nos ofrece, disfrutar de detalles que pasan inadvertidos. Si lo tomamos como una carrera deportiva acabamos por no saber ni dónde estamos. Hay que parar en los bares, hablar con los paisanos y no organizarnos demasiado; ya está la vida bastante organizada.

-¿Aconseja las etapas por separado?

-El Camino no tiene etapas aunque a la hora de explicarlo sea necesario hacer divisiones, de la misma forma que el Camino es uno, al margen de las distintas comunidades. Los tramos nos los marcan nuestras fuerzas. Unos días andaremos más, otros andaremos menos. Y si un día nos quedamos descansando, pues magnífico. Lo importante es sacarle partido de la experiencia.

-¿El mejor momento, la llegada?

-Al principio todos los pensamos así, pero he aprendido a disfrutar más del día a día que de la llegada a la plaza del Obradoiro.