El origen de la gran cantidad de argayos y corrimientos de tierra que ha sufrido la Autovía Minera (AS-I) desde que fuera inaugurada hace trece años tiene mucho que ver con el terreno carbonífero que atraviesa, propenso a los deslizamientos en épocas de lluvias o cuando hay un cambio brusco de temperatura. Prevenir estos fenómenos pasa, según los geólogos consultados, por un tratamiento generalizado de los taludes, empezando por aquellos que corren un mayor riesgo de desprendimientos. Sería el caso, por ejemplo, del túnel de Picaplana, en Anes (Siero), donde el Principado ha tenido que actuar de urgencia para evitar que una avenida de tierra y roca provoque cortes de carriles como los que ya se registraron en este paso subterráneo en 2006, 2007 y 2010.

"La obra de la autovía está bien hecha, pero los taludes están un poco justos. Son demasiado verticales para las condiciones del terreno y la meteorología de Asturias, así que lo que queda para acabar con el elevado número de argayos es reducir su inclinación", advierte Daniel Arias, investigador principal del grupo de Geología aplicada a la Ingeniería de la Universidad de Oviedo. Por tanto, controlar los deslizamientos de la autovía que cruza la región desde Mieres a Gijón es "técnicamente posible", pero caro. "Hay que intervenir, colocando bermas o haciendo escolleras, y también sería necesario ampliar los terrenos particulares a expropiar", afirma el geólogo.

Otros profesionales consultados, que también achacan al terreno el origen de los problemas, aluden a la falta de mantenimiento de la vía para explicar el agravamiento de la inestabilidad. "No se actúa en el día a día y las cosas van a más, hasta generar incidencias como cortes de carril por desprendimientos de tierra", afirma un geólogo.

La Autovía Minera ha tenido argayos desde poco después de su inauguración. Los más recientes se ubican en el concejo de Siero, concretamente en el emboquille del túnel de Picaplana y en el viaducto de La Riega, cerca de Bendición. La persistencia de los deslizamientos detectados en ambos puntos obligó a la Consejería de Infraestructuras a elaborar un proyecto para controlarlos en 2014. De entonces acá, la situación se ha agravado y el Principado ha decretado la expropiación y ocupación urgente de los terrenos necesarios para ejecutar la contención de los taludes con riesgo de derrumbes.

Los técnicos de Conservación y Explotación de la Consejería han justificado las obras en el túnel de Picaplana y en La Riega por el riesgo de que se produzcan desprendimientos que afecten a la calzada. En su informe, calificaron la situación de "peligrosa y compleja". La inversión ronda el medio millón de euros.