La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La guía secreta de Asturias

Taranes, el pueblo encantado

La localidad del concejo de Ponga se asienta en un escenario natural de gran belleza, donde resulta un lujo disfrutar del entorno y la cordialidad de sus vecinos

1 Cristina Garrido, sentada en el lavadero de El Güeyo. 2 El pueblo, con la Foz de la Escalada al fondo. 3 Una de las casas del pueblo, llena de flores. 4 Un molino restaurado junto al río. ALGUNAS DE LAS CASAS DEL PUEBLO DE TARANES, EN EL CONCEJO DE PONGA. ANA PAZ PAREDES

Cristina Garrido cambió hace ya varios años su existencia en Madrid por la tranquilidad y la belleza de un pueblo tan singular como es Taranes, en el concejo de Ponga. Para el que desde hace años es su lugar en el mundo no tiene más que buenas palabras, y afirma con una sonrisa que "cada día que pasa me siento más a gusto aquí". El nombre de Taranes recuerda al dios celta del trueno, Taranis, representado como un hombre con barba a pie o montado a caballo, portando en una mano un rayo o una rueda, o en ocasiones ambas cosas. Era uno de los dioses principales de la mitología celta.

En Taranes impresiona sin duda tanto lo que desde allí se ve como la montaña que lo protege. Tal es caso, por ejemplo, cuando se descubre la Foz de la Escalada y también todo el valle del río Ponga, donde, al fondo, por donde antes se pasó para llegar a Taranes, está el pueblín de Tanda. Una buena vista de todo ello es desde la iglesia parroquial de Santa María, cuyo año de fundación es 1779. También llaman la atención varias de las casas de este pueblo, con una clara arquitectura indiana, con corredores acristalados y, algunas, con la presencia de palmeras en su entorno.

La importancia de este pueblo y la cantidad de gente que llegó a vivir en él quedan patentes en la existencia de nada menos que tres lavaderos, como recuerda otra de las vecinas, Balbina. Todos rehabilitados. El más curioso, tal vez por el entorno en que se encuentra, alejado unos metros del pueblo y en medio de la naturaleza, es el lavadero conocido por el nombre de El Güeyo.

También se encuentra en este pueblo la ruta que parte hacia el emblemático pico Tiatordos, aunque en este caso el recorrido es para expertos montañeros, pues ya antes de empezar la pista se avisa en un cartel de su dificultad. A la entrada de Taranes se puede ver también un precioso molino restaurado y cuidado con mimo por su dueño, mientras que justo donde comienza la anteriormente citada subida a Tiatordos, otro molino, que antaño conoció tiempos mejores, se encuentra en el abandono. De Taranes parte también otra ruta muy guapa para los amantes del senderismo y la montaña, como es el caso de la que va hasta el pueblo abandonado de Valle Moru.

Eso sí, para los que gustan sencillamente de disfrutar de un pueblo con encanto, de caleyarlo tranquilamente y además poder charlar con alguno de sus amables vecinos, avisarles de que encontrarán en Taranes un lugar al que volver siempre que se busque belleza, tranquilidad y montaña. Asturias tiene aquí un pedazo de su paraíso y llegado el verano es un buen momento para descubrirlo.

Compartir el artículo

stats