"Bochornoso", "espantoso", "horrible". Los pasajeros que se bajaron ayer del vuelo VOE-3587 de Volotea procedente de Menorca no pudieron explicar con otras palabras cómo habían pasado la noche. Y es que una avería en el avión que debía trasladarlos hasta el aeropuerto de Asturias hizo que la nave tomase tierra en Santiago del Monte a las 16.00 horas, quince más tarde de lo previsto. Entre medias, los turistas denunciaron haber sufrido "continuos engaños" y "falta de información" en las pantallas del aeródromo balear, donde una veintena de viajeros tuvo que hacer noche ante la imposibilidad de encontrar alojamiento para todo el pasaje por parte de la compañía.

"Fue esperpéntico. Estaba previsto que saliésemos a las 23.15 horas, pero poco a poco en las pantallas del aeropuerto iban retrasando el horario de partida hasta que en torno a la medianoche nos dijeron que el vuelo se cancelaba", aseguró el gijonés Víctor Morán, uno de los afectados, a su llegada a Asturias. "A partir de este momento la compañía nos aseguró que no iba a ser posible darnos alojamiento a todos, porque no había suficientes plazas hoteleras en la isla", agregó Olga González, otra de las damnificadas, que por la demora perdió "una jornada de trabajo".

Como si del hundimiento de un barco se tratase, el pasaje en pleno decidió dar prioridad a las familias con niños para el hospedaje, mientras que una veintena de los viajeros tuvo que hacer noche en el aeródromo. "Nos habilitaron la zona de salidas para dormir, ya que el aeropuerto de Menorca cierra por la noche. No es nuestro problema que no hubiese habitaciones en la zona", expresó con indignación Morán.

Aun así, la situación de las familias que lograron habitación en un hotel no fue mucho mejor. "Llegamos a las 03.45 horas de la madrugada y la compañía nos pidió que estuviésemos atentos al teléfono a partir de las 08.00 porque nos harían llegar información del vuelo por mensaje. No pudimos descansar y nos metieron a cuatro personas en una estancia para dos", relató el también gijonés Israel García, que viajaba con su mujer y sus dos hijos, de 3 y 8 años. "Es la sexta vez que vamos a Menorca y nunca nos habíamos visto en otra igual. Esperemos que no nos vuelva a tocar", sentenció con humor.