Una obsesión impregna el documento que ha de regir el urbanismo asturiano del futuro: el achique de la enorme distancia que desequilibra la relación entre la Asturias campesina y la urbana. Lo dice de varias maneras el primer avance de las Directrices Regionales de Ordenación del Territorio, que ayer vio la luz en el Consejo de Gobierno del Principado y abrió dos meses de exposición a información pública. Es la actualización de la hoja de ruta del planeamiento asturiano y renueva las instrucciones urbanísticas a escala regional al cumplirse 25 años de la aprobación de las reglas vigentes, que en 1991 hicieron a Asturias pionera en la ordenación territorial de alcance autonómico. Al llegar a 2016, la nueva versión da el primer paso de su tramitación con una propuesta de estrategia integral de futuro que persigue de muchas maneras el equilibrio entre las alas y el centro, que sistematiza la oferta en torno a catorce grandes retos y propone recuperar alguna forma de organización colectiva sólo relativamente novedosa.

A la experiencia no demasiado satisfactoria de algunas mancomunidades replica ahora el Principado con una apuesta por fortalecer algo que su recién nacida herramienta de ordenación llama "áreas funcionales supramunicipales". Sin alterar el mapa de concejos existente, según aclaración hecha explícita ayer por la consejera de Infraestructuras, Belén Fernández, la oferta son "agrupaciones de municipios" para mejorar la prestación de servicios, gestionar equipamientos colectivos o vender las mercancías producidas de la demarcación con una imagen de "marca territorial". El documento preliminar hace una propuesta de funciones que se parece en parte a la de las viejas mancomunidades y no delimita ninguna sobre el mapa. Prefiere no imponer y dejar esa decisión a la voluntad de los ayuntamientos involucrados, pero les marca algunas pautas: prefiere agrupar poblaciones en el entorno de los 10.000 habitantes, aglutinar territorios afines fisiográfica, histórica o culturalmente y que haya entre los consorciados diversidad territorial -"integrando en lo posible concejos litorales e interiores"- y homogeneidad en cuanto a superficie, población y dinamismo económico.

Parte esta opción de la convicción, expresada en el documento, de que "los rasgos geográficos de Asturias implican un enfoque adaptado a sus características" y prevé abordar así las peculiaridades administrativas de un territorio en el que sostiene que "no hay históricamente comarcas, ni siquiera resulta factible discernirlas geográficamente con claridad". El caso es que ante la fallida experiencia de algunas tentativas de mancomunidad arrolladas por la crisis económica y valorando el ensayo positivo de los consorcios que comparten servicios en el área central -Cadasa, Cogersa, el Consorcio de Transportes-, uno de los catorce ejes del planeamiento del futuro pone el foco sobre la necesidad de fortalecer estas organizaciones de alcance superior al municipio. Hasta ahora, aventura el documento, Asturias sufre una dificultad fundamental condensada en el "logro de 'masa crítica' suficiente para prestar más y mejores servicios a un coste menor y asumible".

Las otras trece pistas de la propuesta reinciden sobre la vieja asignatura pendiente de "revitalizar" las villas, esa "singularidad del modelo territorial asturiano" que la Consejera definió ayer como "rótulas entre lo urbano y lo rural". Sobre ellas y sobre toda la Asturias campesina urge el documento a equilibrar el acceso a los servicios en condiciones urbanas, incluyendo aquí otra de las grandes fallas del modelo, las tecnologías de la información y la comunicación en el medio agrario y sin excluir una revisión del mapa sanitario de 1984.

Las 120.000 viviendas

Imagina un universo ideal en el que "el medio rural es productor de los alimentos, el paisaje y la biodiversidad que demandan las aglomeraciones urbanas" y acaba dando un repaso integral a las necesidades de la región. Opta, en la línea de lo dispuesto en las directrices del área metropolitana central, por priorizar la regeneración urbana sobre la nueva urbanización, aunque cuantifica en 119.223 viviendas calificadas pendientes de construcción en los planes de los 78 municipios.

Expone en materia de vivienda pública "una apuesta preferente por el alquiler asequible" y baja al detalle planteando, por ejemplo, una "Red verde de Asturias", entendida como una trama de "corredores ecológicos" que faciliten el "flujo biológico" entre los espacios protegidos de la región. También habla de "preservar las llanuras inundables de la edificación", de una necesaria reducción del consumo de agua "mejorando la eficiencia de la red de abastecimiento y minimizando las pérdidas" y en el capítulo de infraestructuras pide, además del AVE, algunas arrumbadas por el paso del tiempo, como el túnel del Fito, la autovía La Espina-Ponferrada o un corredor ferroviario transcantábrico que sin ser un AVE aproveche el tendido costero de la antigua Feve.

El resto podría empezar por una red de "vías ciclistas para uso cotidiano", concebidas como itinerarios de unos diez kilómetros "conectados con equipamientos de alta afluencia de población" y continúa por un largo etcétera que abarca la diversificación económica, la promoción de los productos locales o la reforma de la gestión forestal y en el que caben también las potencialidades del turismo. Las directrices enfocarían el nuevo modelo turístico hacia la "pesca" de clientela entre los segmentos de alto poder adquisitivo o hacia la corrección del desequilibrio de instalaciones turísticas que arrincona al occidente a favor del centro y el oriente.