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CHRIS MERRITT | Tenor, imparte clases en International Opera Studio

"En la ópera es necesario atreverse a empezar de cero y redescubrirse"

"Las nuevas generaciones vienen cargadas de talento, pero hay menos oportunidades; el negocio ha cambiado"

Chris Merritt, durante una de sus clases. ÁNGEL GONZÁLEZ

Chris Merritt (Oklahoma, EE UU, 1952) es uno de los grandes tenores actuales. La ópera le ha llevado a recorrer los teatros más importantes de todo el mundo: La Scala de Milán, la Ópera de París o el Metropolitan de Nueva York, entre otros. Estos días se encuentra en Gijón con motivo de International Opera Studio, en el que imparte clases de canto a jóvenes intérpretes que buscan triunfar en la ópera.

-¿Qué le ha llevado a pasar estos días en Gijón?

-Me encanta dar clases. Vengo de Italia, donde he dado mi primera "master class" a un grupo de cuatro alumnos frente a un público. Me divertí mucho: me sentí como un "showman" interactuando con unos y otros. Esta clase fue cosa de tres horas... en International Opera Studio las clases se prolongan durante una semana. Trabajar con los mismos alumnos durante un período de tiempo continuado facilita mucho las cosas: te permite conocerlos y, lo que es mejor, que se conozcan entre ellos. Como profesor no siempre es fácil afrontar estas clases. Estos chicos tienen sus propios profesores en casa, así que debes pensarte qué puedes decir y qué no, y de qué forma puedes ser útil.

-¿Qué enseña en International Opera House?

-Cantar conlleva una rutina. Es como ir a la "palestra" (gimnasio), para fortalecer tus músculos; debes entrenar todos los días. Aquí tenemos el tiempo justo: en las horas de que disponemos trato de abrirles los oídos y la mente, que sean conscientes de los puntos importantes en los que deben mejorar y cómo hacerlo, cuánto tiempo deben dedicarle al día... No tenemos tiempo para profundizar sobre ello. Es algo que deben llevarse para trabajar en casa. Ésa es nuestra aportación. Trato de personalizar las clases al máximo: cada alumno es diferente al resto.

-¿Para un cantante de ópera es importante seguir una rutina?

-La rutina es fundamental, para cualquier artista. Una profesora que tuve en Italia me hacía empezar todos los días desde cero: desde lo básico hasta donde había llegado el día anterior. Esta rutina ayuda a los músculos y a la mente. Cantar empieza por sentir nuestro propio cuerpo. Es algo que hay que cultivar, que debe ser trabajado todos los días. Para nosotros, el cuerpo es el instrumento. No sólo lo usamos para cantar, sino en nuestro día a día, para hablar y comunicarnos.

-¿Qué señalaría como decisivo en su camino al éxito?

-Pasaron seis años desde que terminé los estudios hasta que pisé los grandes escenarios. Así fue como elegí hacerlo. Durante ese tiempo, me "entrené" en Austria y Alemania, donde actuaba cada noche y ensayaba cada día. Es la forma de aprender el oficio: salir ante el público cada noche te ayuda a explorarte a ti mismo, a conocer el artista que hay en ti. No es la opción fácil, porque cuando tienes talento enseguida te llueven las ofertas. Pero, en muchas ocasiones, sin esta base, una carrera está abocada al fracaso.

-¿Qué ha encontrado entre los jóvenes intérpretes seleccionados para Opera Studio?

-Estoy sorprendido con el nivel que hay. Además es ecuánime, estoy rodeado de grandes talentos. Tengo un par de chicas con más potencial del que creen, y estamos trabajando para descubrirlo. Lo que les deparará el futuro es algo que, en gran medida, no podemos controlar. Una importante parte de la carrera de un artista depende de cosas que están fuera de su control. Es el público el que crea a las superestrellas, su demanda. Y ahí yo no puedo hacer nada.

-¿Las cosas eran diferentes cuando usted empezó?

-Antes éramos pocos los que destacábamos entre un gran grupo de artistas que estaba muy por debajo. Hoy en día muchos cantantes sobresalen, es casi imposible pensar que van a fracasar. Hay tantos con tanto talento...

-Pero no parece que surjan ya figuras de su talla...

-Hay menos oportunidades, quizá porque antes éramos menos, no sé... A los jóvenes les cuesta hacerse un hueco en este negocio. Pero es su propia batalla, nadie puede librarla por ellos.

-¿Qué papeles ha disfrutado más interpretando?

-Siempre me ha gustado cantar Arnold, de "Guillermo Tell" (G. Rossini). Hicimos una versión en italiano y otra en francés, y me decanto por la francesa... También destacaría el papel de Rodolfo en "La Bohème". Supongo que "Idomeneo", de Mozart, o "La Clemenza de Tito", también de Mozart. Es difícil quedarse con unos pocos, he hecho tantos papeles que me cuesta acordarme de todos.

-¿Daría algún consejo a las nuevas generaciones?

-Paciencia y trabajo. Para estudiarse a uno mismo como artista hay que tener paciencia. Cuando uno se atasca, debe parar y retomar el trabajo desde cero para localizar el problema. Es la fórmula que te hará llegar lejos... Lo contrario sería, como decimos en inglés, ponerle una tirita a la herida. Mi profesora solía decir que si no puedes cantar "Una furtiva lacrima", de "L'elisir d'amore", vas por el camino equivocado. Ya hemos hablado de la importancia que tiene para un cantante tener una rutina y repetir cada día los mismos ejercicios. En la música es necesario atreverse a empezar desde cero y redescubrirse a uno mismo.

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