Cristina Fanjul (Gijón,1976) es desde hace casi un año la directora del Centro Europeo de Empresas e Innovación (CEEI), dependiente de la Consejería de Empleo. Licenciada en Derecho, está en posesión de un máster de estudios europeos en la especialidad en Derecho Europeo y también es presidenta de la Asociación de Centros de Empresa del Principado de Asturias. Ayer impartió una charla sobre bioemprendimiento en el Congreso Anual de la Federación Española de Biotecnólogos, que se celebra en Gijón hasta mañana.
-¿En qué momento se encuentra la biotecnología?
-Si habláramos de cifras a nivel macroeconómico, después de unos años en los que la tendencia fue un poco a menos, el informe a nivel nacional dice que desde el año pasado a este ha crecido un 13 por ciento el número de nuevas empresas relacionadas con biotecnología. Vuelve a ser símbolo de que hay mucho campo por explorar.
-¿Cuál es su fortaleza?
-La biotecnología es un área absolutamente horizontal, está en todas partes, y tiene implicaciones que van desde el área de la industria, mejora de procesos, de productos, materiales... para hacer más competitivos e innovadores los productos. Se aplica también a campos como el marino, como la acuicultura, la agricultura, la nanotecnología, la salud, que es posiblemente el campo en el que más cuestiones hay por explorar, y hay áreas relacionadas con la biotecnología como la bioinformática, que tienen espacios comunes.
-¿Qué tiene que decir en este campo el CEEI?
-Hace ya tiempo que venimos fijándonos en la biotecnología. A día de hoy hemos trabajado con 62 proyectos de este área, y con ellos se ha concretado la puesta en marcha de 16 nuevas empresas en los últimos ocho años.
-¿Es Asturias un buen caldo de cultivo para ello?
-Efectivamente, en la región hay muchos faros de biotecnología. Somos una región pequeña, qué duda cabe, pero tenemos una Universidad muy fuerte con faros muy interesantes en este campo, institutos y centros del CSIC a un altísimo nivel científico y tecnológico como el IPLA, y ahí se ha generado una cantera de jóvenes investigadores que quizás a día de hoy, porque ya no tienen tan segura su carrera profesional en el área de la investigación se plantean en un momento dado el probar por este lado, el de la empresa. La biotecnología tiene un gran potencial en una sociedad como la nuestra, con un gran problema de empleo, y hay gente muy cualificada. Cómo no vamos a intentar crear nodos que aprovechen todo ese conocimiento. Hay mucho apoyo además por parte de las administraciones.
-¿Cómo les va a esas 16 nuevas empresas?
-Han conseguido arrastrar unos seis millones de euros en inversiones. Tienen el problema de que son empresas que empiezan muy pequeñitas, tenemos que incentivarlas no sólo a ponerse en marcha sino también a crecer. Uno de los mejores ejemplos puede ser la compañía Dropsens, que empezó hace ocho años y a día de hoy tiene 17 empleados, y de ellos el 70 por ciento tienen el perfil de licenciados superiores y de doctorados. De hecho están exportando el 80 por ciento de su producción fuera. Esa es la idea, el canal, que todo lo que surja, aunque sea muy pequeño, tenga la posibilidad de explorar y crecer en facturación y empleo, porque eso nos beneficia mucho como región.
-¿Supone un impulso la creación de un máster en Ingeniería Biomédica?
-Desde luego. Es necesario trabajar en toda la cadena, y nosotros estamos muy contentos con la Universidad de Oviedo. Colaboramos en cuatro másteres en este campo, con asignaturas específicas, porque es muy interesante que la gente que tenga un conocimiento tecnológico y que esté desarrollándose desde el punto de vista científico no salga de la Universidad sin tener ni idea de lo que es una empresa, o de dónde podría tirar si en un momento dado se decidiera por tomar esa iniciativa.
-¿De qué otras formas los ayudan?
-Por ejemplo con la convocatoria de premios, como el premio Radar al que se presentaron 33 investigadores de centros tecnológicos de la Universidad. Este año premiamos un proyecto del IPLA relacionado con la microbiota, con los microorganismos de las heces que tienen propiedades inmunológicas. Ahora se está estudiando de manera muy global la manera en que la flora bacteriana hace que mejoren ciertos indicadores en determinados enfermos. Ellos investigan cómo trasladar los microorganismos buenos y es un proyecto muy interesante que se está desarrollando aquí en Asturias. Es sólo un ejemplo de que hay muchas cosas muy interesantes que hacer en biotecnología. Porque toda esta gente que tiene esta tecnología en las manos tiene también la capacidad de sacar los proyectos adelante y de que lleguen al mercado, y desde un punto de vista personal esa realización es muy importante.
-¿Cómo ayudar a estas empresas a crecer?
-Es cierto que lo principal es ponerse en marcha. La gente se enfoca a ser investigador y tienen que sufrir un cambio emocional al plantearse que van a ser empresarios. Ser empresario significa vender, no nos olvidemos. En este sentido estamos tratando de ayudarlos con un programa pionero que se llama "Se busca CEO".
-¿En qué consiste?
-En el trabajo con promotores con una capacidad científica y tecnológica altísima, pero que no saben nada de gestionar una empresa ni tienen por qué saberlo. Y por otro lado trabajamos con una bolsa de gente con estudios mucho más generalistas, sobre asuntos económicos y de administración de empresas, que les encantaría llevar adelante una empresa pero no tienen la idea. Nosotros los ponemos en contacto, y estamos en un programa piloto en el que muchos de los proyectos que están participando son de componente biotecnológica, y están encontrando a gente con la que encajar, que es capaz de sacar adelante el proyecto. Tenemos que seguir ensayando cosas para crear el mejor caldo de cultivo para que esto salga adelante.
