El Simposio Internacional sobre el Camino Primitivo, que se celebra estos días en la Universidad de Oviedo, comenzó ayer con un apasionante relato negro a cargo de la medievalista francesa Adeline Rucquoi, investigadora del Centre National de la Recherche Scientifique, de París.

El tema era los orígenes del Camino de Santiago. Y como fondo, una historia de estrategias de poder, una auténtica partida de ajedrez en la que casi nada es lo que parece.

La Historia oficial dice que la revelación de la tumba del apóstol Santiago en Finisterrae tenía como objetivo reforzar los argumentos territoriales y sentimentales frente a la invasión musulmana. Adeline Rucquoi aconseja buscar otras alternativas "porque el reino de Asturias tenía muchos más enemigos". Por ejemplo, los francos "que nunca desistieron de proseguir sus conquistas al sur". Y el propio obispo de Roma, que quería acabar con una Iglesia medieval "española" un tanto autárquica, periférica y por libre. Los francos de Carlomagno y el obispo de Roma unen fuerzas e intereses.

Y frente a la idea de una evangelización radial, desde Roma al mundo, el reino de Asturias y la tradición visigoda defienden una evangelización propia, "de un apóstol venido desde Jerusalén y sin pasar por Roma". Un argumento que requería pruebas, aunque fueran tan etéreas como una tumba revelada. "Había que enterrar a Santiago para sostener la evangelización del apóstol", explicó la medievalista Rucquoi.

La tumba de Santiago ya era una idea difundida en la segunda mitad del X. "En ese siglo ya constan peregrinos hacia Santiago por vía marítima". Más tarde, las vías romanas por el camino de La Mesa o La Carisa son las autovías de caminantes, peregrinos o no. Los documentos de donaciones a monasterios para recibir a peregrinos son numerosos. Y cuando a mitad del XI se consolidan terrenos recuperados a los musulmanes "se inician grandes campañas para atraer inmigración y se crean núcleos urbanos, con fueros, cada 30 kilómetros".

La invención de la tumba de Santiago contraterrestó a la del peregrinaje del mismísimo Carlomagno, por un supuesto trazado que en buena medida coincide hoy con el Camino Francés. Carlomagno fue la coartada "para crear de la forma más turística que uno pueda imaginar un Camino que permitirá que mucha población franca acabe estableciéndose en la península".

Del camino hacia Santiago emprendido por el rey Alfonso II nada se sabe, reconoció la investigadora. El rey asturiano pasa por ser el primer peregrino desde Oviedo a Santiago pero en realidad "no sabemos dónde estaba: o en Coimbra luchando, o en el País Vasco con su familia materna, o tomando el sol en una playa gallega", señaló con ironía Rucquoi, cuya experiencia entre documentos le hace recordar que "la Historia no es una verdad científica como la ley de la gravedad".

El simposio fue inaugurado ayer por el alcalde de Oviedo, Wenceslao López y por el vicerrector de Extensión Universitaria, Francisco José Borge. Junto a ellos los coordinadores de las jornadas, Javier Fernández Conde y Raquel Alonso, el concejal de Cultura, Roberto Sánchez y el delegado episcopal de peregrinos, Javier Suárez.