Juan Carlos Villaverde, profesor de la Universidad de Oviedo, fue el impulsor, ideólogo y editor de la revista "Bedoniana", en la que, a lo largo de doce años, se recogieron y estudiaron documentos y materiales relacionados con San Antolín de Bedón y el pueblo de Naves de Llanes. Villaverde participa en el Conceyu Abiertu organizado por el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, que se celebrará hoy, a las siete de la tarde, en el salón de actos de la Casa de Cultura de Llanes, con la iglesia de Bedón y su futuro como tema central. Junto a Villaverde intervendrán la concejala de Cultura de Llanes, Marisa Elviro, y el subdirector del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) y cronista oficial de Piloña, Andrés Martínez.

-¿Cómo surge la idea de la revista "Bedoniana"?

-Confluyen varias circunstancias, aunque el detonante es la preocupación por el estado de la iglesia de San Antolín de Bedón, Beón, que me llevó a indagar su historia. Vi que, a pesar de lo pequeño del territorio había una importante historia documental detrás e imágenes, fotos, postales, grabados... Influyó también la polémica intervención realizada en 1998 por la Dirección General de Bellas Artes, avalada por la Consejería de Cultura.

-¿Por qué acaba "Bedoniana" en 2011?

-Cuando empecé no era consciente de su dimensión. Pensé que habría material para unos pocos volúmenes, pero acabaron siendo doce y quedaron cosas sin publicar. Entonces no sabía que la tarea era imposible. Fue un trabajo brutal, que acabó absorbiéndome. Hacerlo hoy sería imposible. Lo fue entonces por una conjunción de hechos muy favorables, de gente comprometida. Fue una obra colectiva de enorme complejidad, en la que colaboró gente muy consagrada y otra que no se hubiera planteado nunca escribir un artículo. Quizá con el tiempo, cuando tenga fuerzas, publique un volumen suplementario. Para mí fue una aventura intelectual extraordinaria.

-Bien recibida por la gente...

-Porque se reconocía en la revista. Además se pusieron en valor archivos fotográficos familiares... fue muy reconfortante.

-¿Qué quedó por publicar en "Bedoniana"?

-Muchas cosas. Por ejemplo, un artículo sobre Juan Pesquera, que compró la finca en 1870 y es el auténtico creador del San Antolín moderno, pues no solo conservó la iglesia pese a que sabía que no era suya, sino que alquiló casas para el veraneo, lo que propició que abriera allí la Colonia Escolar de la institución Libre de Enseñanza, entre 1911 y 1936... También me hubiera gustado hablar de Beón como enclave de caminos, puentes y carreteras a lo largo de la historia.

-Uno de los grandes hallazgos fue el documento que indica que la iglesia es del Estado.

-Sí. Lo tenía desde tiempo atrás, pero solo al final se pudo contextualizar. Es un documento fundamental, una publicación en el "Boletín de Crédito" que demuestra que el Estado puso a la venta la iglesia en el siglo XIX, luego era suya. Y lo sigue siendo porque nunca se vendió, al quedar exceptuada de las ventas posteriores de la finca.

-¿Ve salida a la actual situación, con el Estado que no reconoce ser titular de la iglesia?

-Habría que vincularlo a un uso. Desde que dejó de estar en Beón la casería, el monumento fue de mal en peor. La visión en España es que tener un monumento en tu finca es una desgracia, cuando en otras zonas de Europa lo verían como una suerte.

-¿Estaría mejor en manos privadas?

-Ese coto, sin la iglesia, no sería nada, no valdría nada. Y es mejor que no sea tuya, porque así la tiene que mantener la Administración, pero te puedes aprovechar de su tirón y su atractivo. Es un problema de mentalidad: aquí se cree que lo público no es de nadie y lo privado es solo mío.

-¿Qué sensación le produce hoy San Antolín de Bedón?

-Melancolía. Está mejor estudiada que nunca, pero nunca estuvo en peor estado que ahora. Aunque soy optimista, porque la cuestión jurídica está bien centrada y la Asociación de Amigos de San Antolín tiene interés y conocimiento y puede conducir el asunto. A ver si entre todos...