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La penuria demográfica de la región

Sólo nueve parroquias de las 857 de la región tienen más jóvenes que mayores de 65

La población más rejuvenecida está en zonas del centro con mucha vivienda

Sólo nueve parroquias de las 857 de la región tienen más jóvenes que mayores de 65

Asturias es un desierto demográfico con nueve islas. Sólo nueve de las 857 parroquias asturianas, apenas una de cada cien, ofrecen refugio estadístico en el páramo de la región que capitaliza el envejecimiento en España. Solamente ellas se desenvuelven en el insólito escenario en el que por cada cien jóvenes menores de quince años hay un centenar o menos de habitantes mayores de 64. Son poblaciones excepcionalmente rejuvenecidas que resaltan muy poco en mitad de la penuria de una autonomía que empieza a identificar en sus altísimos niveles de avejentamiento colectivo un problema político y de sostenibilidad económica.

El análisis del envejecimiento al microscopio, a escala parroquial, se ve así a través de los datos recogidos por el grupo de investigación del Observatorio del Territorio, crecido en el departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo, y certifica que las "islas" se agrupan en el área central, pero en la periferia de grandes núcleos de población, y que su extravagancia tiene mayoritariamente una explicación asociada a los desarrollos urbanísticos residenciales que han conocido en los últimos años. Tienen, o tuvieron en algún momento, vivienda con abundancia y precio y atractivo para familias con descendencia. Lideraría este grupo de anomalías demográficas una muy singular, Santa Eulalia de Morcín, con la peculiaridad de ser capital de un concejo declinante de tradición minera que sin embargo ha progresado en el pasado reciente al ritmo que marcaba el ascenso de una gran urbanización: ahora tiene cincuenta personas mayores por cada cien jóvenes. También está Viella, en Siero, la parroquia que aloja La Fresneda, con casi 58 mayores por cada cien jóvenes, o Pruvia, en Llanera, con su propia zona residencial y sus 73 -ambas comparten el cobro de los réditos de su situación estratégica en el eje metropolitano asturiano- y también Los Campos, en Corvera pero canónica "periferia urbana" inmediata y área de expansión de Avilés. De Oviedo y Gijón figuran en la lista las demarcaciones del Naranco y Veriña, casi imperceptibles en población y seguramente beneficiadas por su ubicación inmediata a las grandes ciudades, y otras estadísticamente menos significativas por lo reducido del volumen total de su población.

Las "islas" son nueve, ninguna grande ni localizada en el centro de las ciudades, pero al menos tres de ellas ofrecen en este punto un dato tan cierto como poco revelador por lo reducido de su recuento global de habitantes, según el análisis que hacen en este punto los investigadores del Observatorio del Territorio. Por eso aparece aquí por ejemplo Barros, distrito langreano al que las delimitaciones oficiales adjudican sólo 25 habitantes, con la particularidad de que tres son mayores de 64 años y cinco menores de 15. Por esa razón está también La Llera, con sus nueve personas censadas en Colunga -la parroquia comparte espacio con el concejo de Villaviciosa- de las que solamente una supera los 64 y otro rebaja los quince, lo que le da un índice de envejecimiento en algún sentido ficticio del cien por ciento. Algo similar le sucede a la parroquia de Santa Marina, en Noreña, que reparte a sus nueve residentes a partes iguales entre los tres grupos de edad.

Son, en todo caso, la excepción a una norma triste en la que Asturias en su conjunto es una gran mancha de población extremadamente envejecida. El dato global, ampliando el foco desde esas parroquias juveniles, dice que la región tiene más del doble de viejos por cada joven, a razón de 213 habitantes por encima de los 64 años por cada cien que no han cumplido los quince. Todavía es levemente peor el dato del Noroeste -según un dato de Eurostat que entiende por tal sólo Galicia, Asturias y Cantabria y que sitúa la proporción en 223 mayores por cada centenar de jóvenes-, pero no resiste la comparación con el promedio global de España y sus 119 ni con el de Europa, que se queda en 118.

En el mapa parroquial del envejecimiento hay además cierta primacía femenina, abundantemente más mujeres mayores entre otras razones por su más alta esperanza de vida. La vejez colectiva sube el índice al 258 por ciento entre las mujeres y lo baja al 171 si sólo se cuenta a los hombres.

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