La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La otra plaga de las colmenas

Los apicultores reclaman soluciones al Principado ante los ataques de osos a sus instalaciones en busca de proteínas

Una osa con dos crías en la cordillera Cantábrica. JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ

El Fondo para la Protección de los Animales Salvajes, FAPAS, y la Asociación Asturiana de Apicultores se quejan de la pasividad del gobierno autonómico para paliar la situación que atraviesa el oso pardo.

El animal adolece de proteínas en un "momento crítico de su ciclo vital", como enfatiza Roberto Hartasánchez, presidente de FAPAS, quien explica que, una vez terminada la hibernación, "el oso pardo necesita consumir grandes cantidades de proteínas para paliar los tres meses anteriores sin comer, viviendo de las grasas acumuladas".

Estos los que sufren los ataques de osos hambrientos están los apicultores asturianos quienes, por medio de Carlos Marín, veterinario de la asociación regional del gremio, denuncian que "de un tiempo a esta parte los ataques están aumentando. Nos congratulamos de que haya más osos, pero nos sentimos indefensos". Marín asegura que "para el Gobierno es más económico ayudarnos a defender las colmenas, que pagarnos a posteriori los daños que puedan causar los osos", un pago que se hace "tarde, mal y nunca", según Marín. La solución, desde el punto de vista de los apicultores, es la colocación de unos pastores eléctricos que protejan las colmenas, dando descargas eléctricas a los osos que quieran acercarse a ellas, pero cuyo precio es muy alto, por lo que reclaman ayudas al Principado.

Para FAPAS, la situación es "muy grave", como manifiesta Hartasánchez, quien no entiende que "Asturias sea la única comunidad autónoma europea que lleva a cabo esta política, negándose a conservar la rica biodiversidad de la que dispone". El presidente de esta organización afirma haber pedido en tres ocasiones al gobierno autonómico que aplique la nueva normativa europea, sin recibir respuesta alguna, algo que achaca al "negocio que supone la recogida de estos cadáveres, labor que lleva a cabo una empresa pública".

Hartasánchez relata que en el entorno de la cordillera Cantábrica este alimento procedía, fundamentalmente, de los cadáveres de animales que los ganaderos abandonaban en el monte. Sin embargo, tras la prohibición de esta práctica por parte del gobierno, los úrsidos se encuentran faltos de recursos alimenticios, por lo que tienen que buscarlos de otro modo. Los animales han encontrado la solución en la gran cantidad de colmenas existentes en la Cordillera, buscando las larvas que hay en su interior.

Compartir el artículo

stats