Los geólogos asturianos echan en falta algunas páginas en el documento preliminar de ordenación territorial del área central asturiana. El capítulo de las directrices que diagnostica el "medio físico" de la zona, dieciséis hojas de un total de 215, se le aparece escaso a un colectivo que ha alegado contra el texto propuesto por el Principado dejando en evidencia la "triste" ausencia de la geología y la minería en las directrices, así como la elusión de la obligación impuesta por ley de elaborar "mapas de riesgos naturales" en todos los documentos que han de regir el planeamiento urbanístico.

Soslaya el documento, precisan las alegaciones presentadas por el Colegio Oficial de Geólogos de Asturias, la exigencia que impone la Ley del Suelo de que toda ordenación prevea expresamente las contingencias relacionadas con "los deslizamientos, la inundabilidad, el peligro sismológico o la dinámica costera", entre otras. Censura el olvido lastimoso de varias advertencias vinculadas con su actividad, como la contaminación de suelos o la protección de los acuíferos subterráneos, y califica de "triste" la ausencia de "mención alguna" a la minería del carbón, de la que la cuenca central asturiana "es la mayor área del país", advierte el Colegio en sus enmiendas. Añade además que las directrices elaboradas por el Principado no tienen en consideración los riesgos que pueden plantear las explotaciones abandonadas, que suman con las activas 75.000 hectáreas de superficie bajo el área central y que pueden ocasionar, entre otros, peligros de subsidencia o hundimientos con efectos potenciales durante "cuarenta o cincuenta años". Se ven asimismo como asignaturas pendientes el control y el posible uso de las aguas de las minas sin uso o la previsión de las consecuencias ambientales de los yacimientos cerrados, así como la posible reutilización de las más 1.200 escombreras y vertederos mineros que concentra la zona.

Teniendo en cuenta la potencia industrial que tiene y ha tenido el área ordenada, los geólogos se sorprenden de otra ausencia significativa relacionada con la contaminación de suelos. Mencionan "las parcelas y escombreras de Arcelor, las centrales térmicas de Aboño y Soto de Ribera o los antiguos terrenos sobre los que se asienta el Instituto del Carbón" en La Corredoria y justifican la importancia de contar con esta previsión en la necesidad de que las autoridades dispongan de un mapa de terrenos problemáticos para "desechar determinadas zonas a la hora de implantar actividades" y esquivar de ese modo despilfarros innecesarios.

También se olvida la ordenación de la costa, resaltan, pero uno de los defectos esenciales es el concepto de "medio físico" que maneja el documento, estrictamente geográfico, lamentan, y limitado a lo visible. "Se aborda el estado de las aguas superficiales sin mencionar las subterráneas", abundan los geólogos, que llaman la atención sobre su constancia de que apenas se explota el cinco por ciento de los recursos renovables de agua subterránea de las cuencas del Norte y hay por tanto bajo tierra excedente suficiente "para cubrir las demandas presentes y futuras del área central".