Ni pegándose el gran madrugón, el naveto Alejandro Pial consigue encontrar aparcamiento en la playa de Rodiles (Villaviciosa). Estacionar cerca de uno de los arenales más concurridos de la región es casi misión imposible. "En días de sol, aquello es una locura: o encuentras un sitio de chiripa o tienes que acabar yendo a otra playa", reconoce Pial. Su testimonio refleja el caos circulatorio que sufre la costa asturiana en verano. "Los atascos que se forman son tremendos. La gente se cabrea y hay choques", asegura. Y eso a pesar de que este año Tráfico avisa en los paneles informativos de la autovía del Cantábrico cuándo no hay ningún hueco libre para estacionar. "Nada, los coches siguen saliendo igual. Se necesita más aparcamiento o que la policía prohiba a una determinada hora el paso de turismos", dice Pial, usuario habitual de Rodiles.

Además de las dificultades para aparcar, las retenciones son otro de los inconvenientes de esta playa. El alcalde de Villaviciosa, Alejandro Vega, explica que se debe a la confluencia de varios factores. Por un lado, "la cercanía de la unión de la autovía hacia Gijón y Oviedo" y por otro, el límite de velocidad en el túnel bajo la ría que obliga a levantar el pie del acelerador. También influye el stop de la Nacional 632 en el cruce con el desvío hacia Rodiles, que provoca que el tráfico sea más lento.

Otro de los puntos calientes de la costa asturiana es Llanes, al concentrar una treintena de playas en su territorio. En prácticamente todos ellos, el atasco está asegurado, ya sea fin de semana o no. Llegar a Gulpiyuri es una odisea. Los alrededores de este paraje están tomados por cientos de vehículos, que imposibilitan hacer cualquier tipo de maniobra en la carretera, e incluso acceder a la playa de Cuevas del Mar. Lo mismo pasa a la hora de dejar el coche en San Antolín, donde las plazas del parking resultan insuficientes y se llenan en un abrir y cerrar de ojos, y en Torimbia. Los alrededores de este arenal se llenan durante kilómetros de cientos de vehículos, que acaban estacionando en la cuneta.

En Ribadesella, la playa de Vega recibe los fines de semana 4.500 usuarios, lo que sumado a que el acceso se hace a través de la estrecha carretera que atraviesa el pueblo del mismo nombre da como resultado el caos circulatorio denunciado por vecinos. Uno de ellos, Carlos Jiménez Escolano reclama la construcción de la variante y una solución para los aparcamientos, pues los visitantes estacionan "donde les da la gana", según afirma. Se crean, además, conflictos entre ellos, y pese a que se utilizan fincas como aparcamiento -de pago-, tanto residentes como usuarios ven necesaria una reordenación del espacio para mejorar la convivencia en el entorno del arenal.

En Colunga están repercutiendo los problemas de Rodiles para aparcar. La playa de La Griega recibe cada vez más usuarios y, de momento, tiene el aparcamiento gratuito. Los atascos en la AS-257, la carretera que la conecta con Colunga por un lado y con Lastres por el otro, también son frecuentes. La playa de esta última villa, El Astilleru, sufre retenciones y una grave carencia de aparcamientos, según denuncian los vecinos.

La pesadilla al volante se repite en Luanco (Gozón) y en Candás (Carreño). Esta última villa lleva semanas colapsada de vehículos. El aparcamiento de la playa Palmera es minúsculo y la opción de dejar el coche en la explanada del puerto queda descartada. La Policía Local prohibe el paso de turismos cuando el contador del muelle pone "completo". Sin embargo, los candasinos se quejan de que el medidor no es fiable, pues siempre hay plazas libres sin ocupar. El aparcamiento de la fuente Los Ángeles también está estos días hasta los topes, al igual que sus calles.