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Un gobierno y otra Europa

Los diplomáticos perciben la "inquietud" por la interinidad de España y piden una UE que predique la austeridad con el ejemplo y más conectada con el ciudadano

Por la izquierda, Laura García, Javier Sangro, José Laviña, Federico Torres Muro, Eva Martínez, Yago Pico de Coaña, Miguel Fuertes y Luis Arias, en la plaza de la Gesta de Oviedo. LAURA CARADUJE

Europa no perdona. No olvida ni perdona. Lo que sí ha hecho es suspender las sanciones a España por el incumplimiento de los objetivos de déficit. El matiz lingüístico viene a retocar la definición de una victoria relativa en la que España gana "tiempo" y la UE concede que multar a una nación que lleva bastante más de medio año prolongando la interinidad de su gobierno "no era políticamente oportuno" en un momento particularmente revirado y cuesta arriba del camino hacia la construcción europea. Ocho diplomáticos asturianos, participantes en el octavo encuentro promovido por LA NUEVA ESPAÑA, interpretarán la incertidumbre interna de un país sin gobierno y la convulsión externa de una Unión en la encrucijada como dos ingredientes esenciales en el complejo cóctel de un mundo casi por todas sus partes alterado. Por pedir, un gobierno aquí dentro y ahí fuera una UE que predique austeridad no sólo de palabra, también con el ejemplo, y que se implique más o tal vez comprenda mejor el día a día de sus países miembros.

Miguel Fuertes, ovetense, embajador de España en Serbia, hace la precisión terminológica de la diferencia entre el castigo y la suspensión para decir que Europa tal vez ha considerado que "sancionar ahora era contraproducente". Ahora que España viene de enfilar "un momento de relativa recuperación", ahora que el país va camino de su octavo mes de gobierno interino sin fuerza para tomar decisiones que comprometan el largo plazo. También ahora que Europa se replantea el continente y el contenido de la Unión a medida que ve alejarse de ella al Reino Unido.

Se percibe "cierta inquietud", aporta Luis Arias, embajador enraizado en Barcia (Valdés), recién estrenado su cargo de cónsul general en París, "ante un momento especial, delicado dentro de la UE, en el que a muchos países les gustaría saber ya quién gobierna en España y de qué manera se van a encauzar problemas muy importantes". Mientras eso no suceda, habrá un espejo fuera que refleja la incertidumbre de dentro a la vista de la evidencia de que la nación tiene detenidas "todas las decisiones que impliquen una asunción de gastos". Habla Javier Sangro, embajador de familia, veraneo y sentimiento riosellanos, con la profundidad de campo que le dan sus atribuciones como director general de Relaciones Económicas Internacionales en el Ministerio de Asuntos Exteriores. El diplomático aclarará que "lo que está ocurriendo pasa porque el país funciona, porque hay unos parámetros constitucionales y unas normas que establecen que esto es lo que tiene que suceder en caso de que los partidos políticos no se pongan de acuerdo".

Con eso presente, con el mecanismo en funcionamiento y sus repercusiones plenamente visibles, porque incluso en su sector de la representación externa están pendientes algunas sustituciones de embajadores fallecidos, la imagen que España proyecta hacia fuera se resiente de cierta intranquilidad. No es la política exterior la más damnificada, pero eso está pasando. Pasa incluso después del alivio que ha supuesto el quiebro a la multa por incumplimiento del déficit. "Francia lo ha incumplido cuando y como le ha dado la gana y nunca ha pasado nada. Tiene gracia", se sorprende Yago Pico de Coaña, embajador jubilado, hijo adoptivo del concejo asturiano que lleva en el apellido. El diplomático accede por ahí a la disección de algunas de las bases organizativas de la UE y al lamento de que el modelo vigente prescriba austeridad de palabra y no de obra, sin predicar demasiado con el ejemplo. "Hay un problema", afirma, "con la gente de la Comisión, que debería empezar por reducir los sueldos de los altos funcionarios europeos, porque lo que cobra hoy un comisario dobla en tres meses una buena jubilación anual en España. ¿Alguna vez se han planteado dar ejemplo?".

Federico Torres Muro, langreano de La Felguera, destinado en Estrasburgo como representante permanente adjunto de España ante el Consejo de Europa, aportará su convicción, en algún punto convergente con la de Pico de Coaña, de que "en estas instituciones hay un índice de profesionalización elevado". Hay a su frente, añade, "personas que conocen muy bien sus misiones, con un alto grado de implicación en el proceso de construcción europea". Pero "lo que sí hay, es cierto, y no sé si ayuda o entorpece, es una cierta desvinculación de todos estos 'mandarines' europeos de las realidades nacionales. Eso por una parte ayuda, porque les aleja del juego de fuerzas nacional y permite tomar decisiones con un nivel elevado de independencia, pero a cambio también lleva a perder de vista otras cuestiones, como los problemas sociales que pueden generar las políticas de austeridad y que al final se están viendo obligados a resolver los gobiernos, o incluso los ayuntamientos o las comunidades autónomas".

En el mismo contexto de esa impresión de alejamiento entre las instituciones y los ciudadanos, Torres introduce el eterno conflicto sin respuesta de "aquello que la ex primera ministra británica Margaret Thatcher llamaba el 'déficit democrático' " de la construcción europea y una pregunta, que también quedará en el aire, por la representatividad real del Parlamento europeo. U otra paralela que cuestiona por la necesidad de actuaciones contra el desinterés que evidencian, convocatoria tras convocatoria, los bajos índices de participación en las elecciones europeas.

El caso es que todo eso ha aflorado justo ahora por la combinación de factores que consiguen que no sea éste, ni mucho menos, "el momento dorado de la UE", concluirá Eva Martínez, subdirectora general de Países del Magreb en el Ministerio de Asuntos Exteriores, cántabra vinculada a Asturias por su matrimonio con el también diplomático ovetense José Laviña, subdirector general de Europa Oriental y Asia Central. Asegura muy gráficamente Martínez que "las costuras están muy tensas", que el referéndum para la salida del Reino Unido ha venido para atizar "un momento de debilidad, con la crisis de refugiados e inmigrantes" y Europa en estado de turbación.

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