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ENRIQUE ÁLVAREZ ARECES | Doctor en Geología, investigador del Instituto Geológico y Minero

"Es fundamental conocer y proteger las canteras del patrimonio arquitectónico"

"La catedral de Santiago está construida a partir de tres tipos de granito, el material que se emplea en gran parte de las construcciones gallegas"

Enrique Álvarez Areces, en el Instituto Geológico y Minero de España, en Madrid, con su libro.

-¿Qué tiene la piedra de una catedral para que aguante mil años?

-Son piedras muy buenas, sobre todo cuando los edificios ganan en altura. Hay distintas fases constructivas que requieren distintos tipos de materia prima.

Enrique Álvarez Areces es ovetense y doctor en Geología por la Universidad de Oviedo. Su tesis doctoral, sobre los materiales pétreos de construcción de edificios religiosos y civiles a lo largo del Camino de Santiago (Camino Francés), se acaba de convertir en un libro editado por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), donde trabaja, y la editorial Catarata. Su título despeja cualquier duda: "De Piedra".

-¿Dentro de ese Camino Francés se sabe de dónde salió la piedra de, por ejemplo, la catedral de León?

-Claro. Tras una primera etapa en la que se usó la llamada piedra del país, la gran construcción está realizada con calizas de Boñar. Todavía en Boñar hay una cantera que está funcionando. Es una piedra muy clara, con tonos que varían entre los cremas, los ocres y los grises. En realidad se usó en todo el patrimonio de León y es muy probable que su uso sea anterior a la construcción de la catedral.

-¿Cuál es el sistema para relacionar piedra con cantera?

-Hay un criterio de proximidad que ya nos da algunas pistas. Lo que hacemos es tomar una pequeña muestra del edificio que queremos estudiar.

-¿Cómo de pequeña?

-Pues apenas dos centímetros, lo suficiente para hacer una fina lámina que nos permita trabajar con ella al microscopio. Por muy pequeña que sea esa esquirla hay que pedir permisos, por supuesto. La UE marca una normativa que incluye el que las muestras deban ser extraídas de determinadas zonas del edificio. Partiendo de la base de que no hay una piedra igual, la textura al microscopio nos da datos para localizar la cantera. Y aún así hay muchos monumentos del Camino en los que no se ha podido dar con esa localización.

-¿Y después?

-Buscamos posibles canteras y de ellas sacamos muestras de gran tamaño y buscamos relación con la piedra de cada monumento. Esas muestras grandes son las que nos permiten hacer ensayos de envejecimiento y alteración de la roca.

-Antes hablaba de criterios de proximidad.

-Sí, pero es un criterio relativo. Boñar está a 38 kilómetros en línea recta de León. La investigación recorre los 780 kilómetros del Camino Francés hasta Santiago de Compostela, pero hay que contar con una franja de 30 kilómetros al Norte o al Sur para localizar muchas de las canteras. Para muchas iglesias del románico de Carrión de los Condes se utilizaron piedras de canteras del norte que Palencia que están nada menos que a 60 kilómetros.

-Piedra que había que transportar.

-Con carros de bueyes o, en algunos sitios, a bordo de barcazas por los ríos. Era un trabajo inmenso, toneladas y toneladas de piedras. Junto a las canteras funcionaban artesanos que tallaban o pretallaban las rocas. Después, tras varios días de transporte, a pie de obra se realizaban los desgastes.

-¿La piedra de la catedral de Burgos?

-Viene de las canteras de la localidad de Hontoria. Son calizas del Cretácico que aún hoy se siguen comercializando a nivel nacional.

-¿Si hablamos de catedrales hablamos necesariamente de calizas como materia prima?

-No. La misma catedral de Santiago de Compostela está construida a partir de tres tipos distintos de granito, que es el material que se emplea en gran parte del patrimonio gallego. En Santiago se ve claramente cómo se utiliza granito de grano fino para los elementos decorativos, y otro de grano más grueso para las sillerías. En una ruta tan larga la utilización de materiales diversos es lógica porque el Camino pasa por varios contextos geológicos distintos.

-¿De quiénes eran las canteras de la Edad Media?

-No es un asunto de investigación directa por mi parte, pero puedo decir que había de todo, desde propiedades de la Iglesia a negocios privados. Hay canteras inmensas y canteras muy pequeñas a lo largo del Camino.

-¿Cuántos monumentos estudió?

-Unos cuatrocientos. Hay mucho patrimonio religioso, pero también civil. Iglesias, palacios e incluso fuentes. Como le decía, no en todos se pudo relacionar la piedra utilizada con una cantera concreta, entre otras cosas porque en las documentaciones no suele haber información sobre el material de construcción. Nadie se preocupaba de las canteras.

-Y ahora, esa información, ¿para qué nos sirve?

-Es información histórica vital. Es muy interesante relacionar canteras y obras porque nos informa de antiguas vías de comunicación, pero lo más importante es que, si hay que intervenir en la rehabilitación de los edificios, resulta fundamental conocer de dónde salió la materia prima con las que fueron construidos. Por eso se necesita algún tipo de protección de determinadas canteras.

-El IGME está trabajando en un inventario de canteras históricas.

-Sí. Empezamos en 2014. Es un proyecto dirigido por el director del departamento de infraestructuras geocientíficas, José Manuel Baltuille. Dos técnicos comenzamos por las de Extremadura. Por cierto, mi compañero, Jorge Fernández Suárez, también es asturiano. Está casi todo por hacer, con excepciones como la de Oviedo, donde se cuenta con la gran suerte del libro sobre canteras históricas de los profesores Claverol, Pando y Luque.

-¿Y después Asturias?

-Empezamos por Cáceres y Badajoz, pero sí. Es un proyecto muy amplio que nos llevará mucho tiempo. En Asturias estamos a la espera de una subvención dentro del plan nacional de investigación para estudiar la piedra y los sistemas constructivos del Prerrománico. Es un proyecto de tres años en el que están involucrados el CSIC, el Instituto Geológico y Minero y la Universidad de Oviedo. A ver si nos la conceden.

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