"Esto es el paraíso natural de Asturias. Lo tiene todo: montañas, ríos, paisajes, historia". Las palabras de Delfina Pérez son el mejor reclamo turístico de la Comarca de Oscos, que ayer estalló en fiesta cuando, pasado el mediodía, se conocía el veredicto del jurado que le otorgaba el galardón al Pueblo Ejemplar 2016.

Las palabras orgullo y alegría eran las más escuchadas en la Plaza de las Infantas, en San Martín de Oscos, nombrada así en honor a las hermanas del actual Rey Don Felipe, que visitará dentro de unos meses la comarca, como reconocimiento del galardón. "Tenemos muchas ganas de que vengan los Reyes, y más siendo Letizia asturiana; a ver si viene también la Princesa Leonor, que nos haría especial ilusión. Es la oportunidad perfecta para darnos a conocer", enfatizaba Pérez.

Con ella coincidía Paco Vidal, quien señalaba que "es un gran honor que nos visiten Sus Majestades, supondrá un gran impulso para el turismo". El mismo impulso que vivió esta comarca en los últimos años. "Los que vimos los Oscos hace medio siglo y los vemos ahora nos damos cuenta de la gran transformación que sufrió, para bien: se arreglaron casas, villas, accesos a los pueblos", relataba Vidal.

Precisamente el turismo es uno de los grandes valedores económicos de esta comarca, como afirmaba Pedro Martínez, entre culín y culín de los litros de sidra que inundaron la plaza, para rubricar, junto a las omnipresentes banderas del Principado, la típica estampa asturiana que se le presupone a un pueblo que es ya, y para siempre, ejemplo de la región. "Hay gente que vino una vez, hace 20 años, y sigue repitiendo cada verano, sin fallo, desde distintos lugares de España", explicaba Martínez. ¿Y cuáles son los alicientes que hacen de los Oscos un paraje que engancha de tal manera, a lo largo del tiempo? "Yo nací aquí y no hay cosa más guapa en el mundo", se enorgullecía Martínez, "tenemos una calidad de vida espectacular. En el invierno, que es cuando peor se pasa, hacemos la matanza y la siembra para casa y con eso nos arreglamos".

La fiesta no dejaba de crecer, con decenas de personas que se fueron sumando a la celebración, aliñada con la mentada sidra, con cánticos tradicionales y con el sonar ronco de la gaita, que no puede faltar en una fiesta del Principado, aunque en esta ocasión proviniese de Galicia, de Fonsagrada, debido a la cercanía de la comarca con la comunidad atlántica.

"Estamos extremadamente orgullosos", enfatizaba Aida Fernández, "supimos mantener las tradiciones, la esencia y el paisaje durante todos estos años", aunque no duda en cuál es el mayor premio de todos: "dejar de lado la rivalidad entre los tres Oscos, para poder colaborar; ahora tenemos que seguir unidos para siempre", anhelaba Fernández. No podía estar más de acuerdo Vanesa López, quien ve en "la gente tan estupenda que vive en esta comarca" el mayor punto fuerte de Oscos, por lo que "tenemos que ir evolucionando cada vez a una rivalidad mucho menor, no queda más remedio que la unión para sobrevivir", sentenciaba López.

Pero entre la alegría y la felicidad que impera en esta fiesta, descorchamiento de sidra achampanada mediante, se cuela la reivindicación y el inconformismo. "A ver si el premio sirve para dar algo de vidilla a esta zona, que está muy abandonada; necesita que venga gente que lo atienda, que no hacemos nada por ello", analizaba María Ángeles García, quien achacaba ese decaimiento a que "la juventud se va en cuanto se hace un poco mayor, y es normal, porque vivir aquí todo el año es difícil, el invierno es muy agobiante, no hay actividades que se puedan hacer", se lamentaba García.

Entre todos los cánticos que impiden a los tres alcaldes recibir las felicitaciones telefónicas que no les permiten separarse del teléfono móvil, había uno que se repetía constantemente, como un mantra, aquel que reza "¡Vivir en los Oscos qué bonito es!", una melodía que representa el orgullo de los habitantes de la comarca. "Los Oscos tienen multitud de cosas bonitas, merecen todo lo que les pase, pero que sea bueno. ¡A celebrarlo!", dictaminaba contento Arturo Martínez.

La comitiva de la celebración se desplazó, presidida por un minibús que trasladó a multitud de vecinos, desde San Martín a Villanueva y desde allí a Santa Eulalia. Y como sentencia Natividad Díaz, "de los Oscos al cielo".